lunes, 29 de octubre de 2007

Bristol Rocks


Cuando empiezas unas vacaciones sabes que por desgracia, el tiempo pasará muy deprisa y que se acabararán. Te dices: "Que bién! Mañana a estas horas estaré volando y dentro de dos dias a la misma hora estaré paseando por (donde sea)", pero eso inevitablemente te lleva a concluir con "dentro de tantos días estaré de vuelta en casa, oficina...". Por eso tienes que preparar todo para que cuando vuelvas a casa no te encuentres ninguna sorpesa y puedas continuar tu vida de la mejor manera.

Antes de partir rumbo a Girona en coche, acabo de preparar la maleta y me cercioro de que gas, agua y luces estén corectamente desconectados.


Ascensor, coche, peaje, autopista, peaje, parking, peaje y facturo. En menos de una hora estoy en el avión de Ryanair, rodeado de familias con muchos niños pequeños que acaban sus vacaciones, ellos vuelven a sus hogares, han hecho las últimas compras en el duty free. La mayoría para comprar M&M's y chocolatinas. Otros, como yo, compran vinos y aceites que demuestren a sus amigos que han estado en la tierra del sol.


El avión está lleno hasta la bandera. A mi lado tengo una señora que pesará 100 kg o más con su niña que no para de moverse y de hacer guerras de muñecos con los niños de las familias sentadas en las filas posteriores y anteriores. Intento leer y mirar por la ventana. Al cabo de poco rato ya estoy sacando libras en un cajero del aeropuerto de Bristol. Tomo el autobós 331 que me lleva a la estación de autobuses y llamo a mi hermano para que esté preparado. El autobús se abre camino por una carretera en la que de vez en cuando aparecen las Public Houses o Pubs de nombres como The White Hart o The Cross Hands, enmoquetados, con sus billares, pantallas de televisión emitiendo partidos del deporte que sea y decenas de grifos de cerveza de todos los colores.

Javi está esperando en la estación como dios manda. Hacía tiempo que no lo veia. Vamos andando hasta su casa. Un paseo de 10 o 15 minutos por las calles de Jamaica Street y Gloucester Road. Ya es la hora de cenar y después de dejar la maleta. Paula, Javi y yo vamos a cenar a un indio. Después nos bebemos unas pintas y jugamos al snooker con un inglés de gafas redondas y pelo canoso que nos vapulea modestamente a los tres. Es su pub i debe de conocer al bartender perfectamente por que con solo enseñarle un billete de diez libras le sirven una pinta de su cerveza predilecta y un buen chupito de ginebra.

Volvemos a casa y Javi no me deja acostar sin antes haber probado uno de los rones que ha traído de cuba. Estoy ya tan cansado que ni siento ni padezco.

Al día siguiente, Paula se tiene que despertar para ir al trabajo y aprovecho para desperezarme, ducharme y despertar a Javi prometiendole invitar a desayunar en plan inglés. Salchichas, bacon, huevos, judias con tomate... Los he probado mejores.

Damos un paseo por la ciudad, el día es terriblemente gris y frio, invita a quedarse en un pub gastando el dinero en snooker y una buena pinta de Guiness antes de ir a comer a casa.

Ya por la tarde llegan los padres. Es el cumpleaños de mi padre y después de recogerlos en el hotel nos vamos todos a cenar a un restaurante donde nos sirven una buena cena de mariscos y pescado. A pesar del frío los chavales ingleses salen en mangas de camisa y las chicas en minifalda con escotes de vertigo, vaya machotes. Se les puede ver a todos fumando fuera de los pubs. Parece que aquí se toman más en serio lo de acatar la ley anti tabaquismo.


Volvemos a casa, yo estoy agotado y me quedo dormido al instante a pesar que mi madre esta visitando la casa donde vive mi hermano. Una casa grande con cinco habitaciones, un salón grande, una cocina, un cuarto de baño y un aseo. Todo a compartir entre siete personas, cuatro ingleses, una yankee, un catalán y una gallega, parece de chiste.


Al día siguiente mi hermano trabaja y voy´al hotel de mis padres para desayunar con ellos. Otra vez the trad english breakfast. Luego nos damos una vuelta larga a buena parte de la ciudad, visitamos la Abadía de Bristol, de estilo gótico aunque con vidrieras de los años cincuenta, luego subimos a lo más alto del parque mientras mi madre me habla sobre la última visita que ella y mi padre hicieron hace escaso tiempo a Washington DC.



Después del largo paseo esperamos a mi hermano a la salida de su trabajo, el restaurante Gourmet Burger Kitchen, especializado en hamburguesas de todo tipo, de ternera, cerdo, reno... Para variar de temática vamos a un restaurante a comer hamburguesas cerca del río Avon. Después vamos a descansar un rato a la habitación del hotel donde se hospedan los padres. Les han dado una cama en la que caben más de tres personas. Allí vemos durante un rato un partido de rugby que televisan por la tele.

Luego vamos a cenar a un restaurante llamado The Loch Fyne, especializado en marisco y pescado, donde nos atiende una chica con acento raro que dice ser de Londres vete tu a saber, igual habla con acento del barrio bajero del West End o quizás es una primera clase de Chelsea, ¿quien sabe? Se llama Sophia, lo importante es que no ha dejado de sonreir en todo el rato y nos cae muy bien, así que le dejamos una buena propina.


The Loch Fyne

Javi y yo acompañamos a los padres al Marriot y luego nos dirigimos a un garito a ver unos conciertos. Pincha el DJ de los Masive Attack y luego hay varios conciertos en vivo. No nos quedamos mucho rato por que al día siguiente toca madrugar para ir a la ciudad de Bath.
Sábado por la mañana. ¿Que os había dicho? El tiempo pasa volando. Y ya estamos en el tren camino a Bath. Mis padres estan aconsejando a mi hermano sobre cómo afrontar una posible entrevista de trabajo que va a tener dentro de poco en Londres. Mientras, cotilleo la conversación de un tío que llevo sentado detrás de mí en el tren, a pesar de costarme bastante seguir el hilo de toda la conversación capto varias palabras clave: " Rugby, match, Bath, Leicester, kickoff at 2:15, see you for some pints afterwards". Para asegurarme de haber entendido lo que ha dicho, le pregunto si lo que he entendido es cierto. Me dice que hay un partido de copa ese mismo día y que seguramente pueda encontrar entradas en la taquilla.
Nada más bajar del tren nos dirigimos al campo de rugby, que está en el mismo centro de la ciudad en medio de un campo de cesped enorme. Sólo han necesitado plantar los palos y rodear el campo de gradas.

Abadía de Bath

Un paseo por la ciudad, (fundada por los romanos, aproximadamente 50 años a.C.) nos da la idea de una autentica ciudad inglesa con el 70% de la población vestida con camisetas de rugby de equipos de todos los lugares: Munster, Leicester, Cardiff y por supuesto Bath. Entramos a la abadía de Bath, de estilo gótico flamífero o tardío. Ocupamos nuestras butacas en una de las gradas laterales cerca de la línea de 5 metros de una de las porterias. Los del Leicester están calentando a base de choques justo allí con unos sacos.



Interior de la Abadía de Bath
El campo es pequeño, pero está lleno de personas, aproximadamente unas 10.000 a base de 30 libras por persona. suman como mínimo unas 300.000 libras de ingresos sólo en concepto de entradas, no hablemos de derechos televisivos ni derechos de venta de cervezas ni entradas de VIP o Sponsors o ventas de camisetas, gorras... Fácil unos ingresos superiores a las 700.000 libras en un partido, aproximadamente 1.000.000 de euros. En Inglaterra el Rugby es un negocio. Bath Rugby es un equipo con casi 150 años de historia e ir a ver un partido suyo un sábado o domingo por la tarde es casi tan tradicional cómo ir a misa o a tomar unas pintas, si puede ser todo a la vez mejor.

900 kgs contra 900 kgs


Por la tarde volvemos a Bristol. Nos acercamos al Suspension Bridge. Otra muestra de la revolución Industrial, (así como la estación de trenes de Temple Meads). Suspension Bridge es un impresionante puente colgante construido con piedras y grandes tornillos de hierro y una curiosa estructura de mecano tamaño King Size, tiene un carril por sentido y se inauguró en 1864 , casi la misma fecha en la que el Bath Rugby Club dió su primera patada a un balón ovalado.


The Suspension Bridge


De allí descendemos por el barrio de Clifton maravillados por las casas estilo Mary Poppins de ese barrio. La alta burguesia domina al proletariado de Bristol desde las alturas.

Después de una cena, esta vez de carnes, volvemos a casa a descansar.

Ya es domingo y nada más abrir los ojos me acuerdo que ya se acabó el fin de semana.

Desyauno, paseo, snooker, burguer, pints, airport.

En Girona, curiosamente, hace más frio que en Bristol.

viernes, 19 de octubre de 2007

Las inseparables vidas de Stoker, Irving y Drácula

Bram Stoker


Abraham Stoker, más conocido como Bram Stoker debe su fama básicamente por la más célebre de sus novelas: Drácula.
Nacido en Clontarf, un pueblecito cercano a Dublín, Irlanda, en 1847 fue el tercero de siete hermanos y padeció una extraña enfermedad que le impidió valerse por si mismo hasta los siete años. Estos primeros momentos de su vida hipotecados en la cama le dotaron de un extraño y talentoso carácter que le fue muy fructífero en años posteriores.
Después de la milagrosa recuperación Bram pasó a ser un niño normal y corriente, incluso mostrando excelentes aptitudes para el atletismo. Incluso fue nombrado atleta del año por el Trinity College de Dublín, donde estudió durante cuatro años la carrera de Matemáticas y se graduó con honores en la misma.
Después de acabar la carrera no le fue difícil encontrar un trabajo como funcionario público para la Administración de la ciudad de Dublín. Parece ser que no debía de tener mucho trabajo y en vez de ocupar sus largos y espaciosos tiempos ociosos, típicos de funcionario, tomando cafés y charlando con los demás funcionarios, los aprovechaba para escribir novelas y, sobre todo críticas de obras teatrales y de paso publicarlas (sin ánimo de lucro) para The Dublín Mail.
Una de estas críticas fue para una representación que incluía el tour de la compañía de teatro de Henry Irving, afamado actor y empresario londinense de la época especializado en la obra de Shakespeare.
La crítica se Stoker fue muy buena y eso debió de gustar tanto a Irving que éste le invitó a cenar en la habitación del hotel e Irving obsequió a Stoker con unos monólogos shakespearianos que le debieron de dejar sorprendido.
En este momento se de forjó una inseparable relación entre los dos que llevó a Irving a proponer la dirección del Lyceum Theatre, propiedad de Irving, lo cual Stoker aceptó con los ojos cerrados y le llevó a mudarse a Londres en el año de 1878. El cargo de director, tanto de la compañía como del teatro, le tendría ocupadísimo durante 20 años. Giras mundiales, temporadas maratonianas, más de 300 personas a su cargo y un jefe, Irving, ultra absorbente y exigente que le chupaba la sangre cual sanguijuela.



The Lyceum Theatre

1878 es el mismo año en el que Stoker contrajo matrimonio con una belleza victoriana que había sido novieta de Oscar Wilde, Florence Balcombe. El matrimonio, al poco de llegar a Londres dio a luz un retoño al que Bram Stoker no debía de hacer ni puñetero caso en comparación con el caso que hacía a Mr. Irving. Cuenta la leyenda que Florence, ya harta y celosa de la dedicación y adoración exclusiva que su marido no fingía en demostrar por la figura de Irving le debió de comentar a Bram: “¡¡¡Te importaría menos la muerte de tu hijo que la de Irving!!!” a lo que Stoker debió de responder: “Efectivamente, hijos podemos tener muchos, pero Henry Irving no hay más que uno”.
Fue durante los largos viajes internacionales que llevaron a Stoker a visitar gran parte del mundo anglosajón en los que encontró tiempo para seguir con su afición de escritor. Tengamos en cuenta que por aquel entonces, cruzar el Atlántico daba para mucho (no como hoy en día que sólo te da tiempo de beber unas cervezas comer comida infecta, ver un par de películas todavía más infectas y limpiarte las manos con una toalla empapada en agua caliente) e ir hasta Australia (y volver) ya ni te cuento.
Entre océano y océano y después de haber escrito e investigado durante siete años Stoker concluyó su celebérrima obra maestra “Drácula”, basada en la leyenda de Vlad Tepes “el Empalador”.
Las vidas de Drácula y Jonathan Harker son reflejo de las vidas de Stoker e Irving y la relación existente entre estos dos.
“Drácula” tuvo un éxito inmediato y proporcionó reputación e ingresos a Stoker, pero el sueño de éste era que su muso (Irving) interpretara el papel de Drácula en una obra adaptada por el mismo Stoker. Irving nunca aceptó este encargo de su vasallo a pesar que la obra se produjo en el Lyceum Theater.
Sir Henry Irving

Irving murió en 1905 y dejó a Stoker con las ganas de ver a su idolatrado jefe representar la obra de de su vida. A partir de entonces la vida de Stoker sufrió un giro radical.
Cometió un error garrafal al no registrar debidamente los derechos de autor en los Estados Unidos y a pesar de haberlo hecho correctamente en el Reino Unido, murió de sífilis arruinado en 1912 el mismo día en el que se hundió el Titanic.

lunes, 15 de octubre de 2007

Girona - Madrid - Girona



Este fin de semana he estado fuera. En Madrid.

Aterricé en la T2 de barajas donde me vino a buscar Miguel Aragoneses, mi ex-banquero. Después de tomarnos unas cañas por la zona de Conde Duque, en la plaza de Guardianes de Corps y, más tarde y después de un buen paseo, en la Plaza de la Paja (La Latina), para luego acabar en la Braseria el Gaucho que está en la calle de Tetuán (cerca del Oso y el Madroño), es altamente recomendable y ya se ha establecido como una especie de tradición entre los compañeros de la universidad.

A la cena acudieron Miguel, Topo, Gema y yo. Faltaba Javi que se quedó dormidito hasta las 23 pm. La noche del jueves debió de ser dura para tener que recuperar fuerzas con semejante siesta.

Después de unas copas a dormirla a casa que al día siguiente hay que madrugar. Viaje fugaz a Toledo. Paseo por el casco antiguo que está plagado de turistas de todos lados, parece las Ramblas de Barcelona, aunque aquí hay más subidas y bajadas. Vemos el Entierro del Conde de Orgaz en la Iglesia de Santo Tomé, que está atiborrada de gente y de visitas guiadas que hablan en alemán, en francés etc.

Vamos a comer un poco de comida castellana, rabo de toro, perdiz en escabeche, huevos revueltos... lo típico.

Después de admirar la ciudad desde el otro lado del tajo volvemos a casa con ganas de pillar la horizontal, entre el madrugón, la resaca, el papeo y la pateda estoy destrozado.

Me da tiempo de dormir un rato antes de ver Francia Inglaterra, en el Irish Rover de Avenida Brasil. El pub está a rebentar de ingleses y de franceses. Hay bastante ambiente, pero no es muy comodo. Vemos el partido de pié. No resulta un encuentro muy emocionante salvo los últimos minutos de la segunda parte en los que Francia intenta a la desesperada hacer un ensayo. Inglaterra acaba anteponiendose por golpes de castigo y por haber sabido aprovechar mejor las pocas oportunidades que ha tenido.


El domingo visitamos el Lhardy, el restaurante en activo más antiguo de España, de 1839. Situado en la Carrera de San Jerónimo, cerca de Puerta de Sol, es uno de los lugares más emblemáticos de Madrid en general. Yo no lo había visitado nunca. Eso si había pasado por delante del restaurante infinidad de veces. La fachada del restaurante no llama mucho la atención. Pero lo que cuenta es el interior. Para acceder al restaurante se deben de subir unas escaleras desde la trastienda, que llevan al piso de arriba donde se encuentran los seis comedores del restaurante. A nosotros nos situan en el comedor Tamberlick, con capacidad para seis personas. Hay otros comedares más con una decoración que te lleva a otros tiempos, con paredes tapizadas con cuero negro tallado y grandes candelabros con velas rojas y lámparas de araña colgadas en los techos.

El menú es muy simple: Cocido Madrileño (sopa, garbanzos, verdura, carne) y souflé de postre.

Salimos rodando en dirección al aeropuerto y en poco rato estoy volando rumbo a Girona dando cabezadas. Una vez en Girona, la Renfe llega con retraso y tardo mucho más en recorrer los 40 kilómetros que separan Girona de Figueras que los 700 que separan Madrid de Girona.

Ya de noche tengo tiempo de ver el Argentina, República de Surafrica, en la que la lógica se impone a todo tipo de sorpresas.

lunes, 8 de octubre de 2007

Media Maratón de Sant Cugat

Sebastien Chaval, uno de los revulsivos franceses. Uh, uh, uh, uh!!!

Después de haber visto con mi padre en un pub irlandés de la calle Casanova atiborrado de gabachos, ayer sábado 6 de octubre, el partido entre Nueva Zelanda y Francia que se disputó en el Millenium Stadium de Cardiff, en el que Francia ha dado una importante lección a los All Blacks eliminándolos prematuramente y contra pronóstico de la Copa del Mundo en cuartos de final, uno necesita emociones fuertes para seguir viviendo y nada mejor que correr 21 kilómetros y 97 metros. Es decir una media maratón.
En realidad el día en que me apunté a esta carrera que hoy, domingo 7 de octubre, he disputado fue hace bastantes días y el mundial de rugby acaba de iniciar con partidos de la fase de liguilla poco motivadores, pero salía de haber corrido la Burriac Atac. Así que es razonable que después del subidón que proporciona semejante locura se necesite afrontar otro reto del mismo estilo.
Sant Cugat es un municipio que está al otro lado del Tibidabo, situado en las faldas de Collserola, no se cuantos habitantes tiene actualmente, pero no creo que sea muy importante en cuanto a población, más bien por el precio del metro cuadrado de vivienda. En cualquier caso, la característica más importante de Sant Cugat que concierne a esta ocasión es la irregularidad de su superficie.
A pesar que se ha intentado vender la prueba diciendo que se habían suprimido duras rampas, las personas que conocen Sant Cugat saben que para sacar 21 kilómetros dentro del municipio, no queda más remedio que incluir desniveles a no ser que se quiera marear a los participantes en un circuito dentro de una pista de atletismo.
Las rampas al menos no son muy largas. Quizás lo más duro de hoy haya sido el sol, que pegaba con rabia. Además la carrera empezaba a las 10:00 como si se tratase de horario invernal. Vale la pena adelantar un poco más el comienzo para evitar sofocos.


Hoy he empezado bastante suave, los dos primeros kilómetros los he corrido al lado de Arnau, que conocí esta pasada edición de la Burriac. En el mismísimo kilómetro 2 empezaba una subida y he cambiado el ritmo dejando a mis espaldas a Arnau. A partir de ahí el circuito se convierte en una continua montaña rusa que provoca cambios de ritmo continuos. Levantar las rodillas en las bajadas y empujar con los muslos fuerte hacia atrás en las subidas. En los escasos tramos de llano intentar mantener el ritmo combinando ambos movimientos. El calor hace que tome varias botellas de agua en los avituallamientos, tanto para beber como para refrescarme la cabeza. Cosa que normalmente no hago en las carreras, pero que dado el calor que hace necesito como agua de mayo, valga la redundancia.
Me he sentido muy bien toda la carrera, pero al final me han empezado a doler los dedos de los pies. Creo que no me he apretado lo suficiente las zapatillas y eso provoca que el pié baile un poco y mis dedos choquen continuamente con la parte delantera de las zapatillas. Entrenando no me llego a dar cuenta de esto, por que escasas veces paso de los diez mil metros. Pero hoy han sido veintiún mil y pico veces las que mis dedos han tenido que sufrir el golpe. Así que cuando quedan cuatro kilómetros empiezo a notar cómo se quejan mis dedos.
La llegada es en bajada y tengo fuerzas para tirar y acabar dando unas buenas zancadas a lo keniata. Ni tan siquiera miro el tiempo del crono de la meta, más preocupado pro recuperar el aire y beber un poco de agua.
Agua, Coca Cola, chocolate, naranjas, en poco rato ya he recuperado sales y líquidos necesarios para ir a recoger la mochila.
He quedado con Xavier García, otro compi del máster. Como vive en Sant Cugat, hablé con el en cuanto me apunté a la carrera para ver si nos tomábamos unas cañas después de la carrera. Me lo encuentro al poco de haber acabado estiramientos y cambiarme de camiseta. Xavi viene acompañado de su hija, que tiene escasos meses, no se si tres o cuatro, se llama Carla y está dormida placidamente en el carrito. Nos dirigimos a su casa y allí me pego una ducha que me repone bastante. Después una caña en una terraza, con Lourdes, su mujer, mientras nos ponemos al día de todo un poco, básicamente de mi curro y de Carla, que es muy maja y no para hasta que consigue que sus padres se la turnen en sus brazos.
Después de la caña, nos vamos a comer a su casa. En el paseo de vuelta, el dedo índice del pié derecho, me empieza a molestar tanto que no me queda más remedio que descalzarme en cuanto llego a casa de Xavi y ponerme hielo. Noto un bombeo de sangre constante bajo la uña, completamente negra, que me hace pensar que en cualquier momento va a explotar el dedo y va a dejar el comedor con un bonito recuerdo de mío… Por suerte no ocurre nada y el hielo y un buen entrecot hacen que me baje la inflamación y me olvide del dolor.
Después del postre estoy a punto para sobar en el sofá que me ofrecen Xavi y Lourdes pero el efecto del entrecot ha desaparecido y necesito más hielo y un antiinflamatorio.
Mientras tanto ha empezado el partido del Barça que juega en casa contra el Atlético de Madrid y Carla se ha despertado de la siesta y está jugando en una colcha con juguetes y sonajeros y se lo está pasando de miedo.
Los colchoneros lo llevan claro. En el descanso ya han encajado dos golitos. Me despido de la family hasta una próxima y sigo escuchando el partido por la radio en el coche camino de Figueres. No obstante y a pesar que el Barça marca un tercer gol en el último minuto, la emoción de este partido dista muco de la satisfacción de haber visto ganar a los galos ayer o de haber acabado otra media maratón. Por cierto, mi mejor registro en una media (1:37:31).

martes, 2 de octubre de 2007

Santa Susana - Sant Martí del Montnegre

Merecido descanso en Sant Martí de Montnegre

Me despierto por mi propio pié a las 7:30 de un domingo. ¿Esto significa que ya me estoy haciendo viejo?
Ayer, sábado, hice esfuerzos para aguantar despierto todo el partido del Levante Barça que acabó con un 1-4 bastante rotundo. Vuelvo a preguntarme lo mismo ¿me hago mayor?
Bueno, me dejo de cuestiones que supongo que se podrán interpretar de mil formas y dependerán de varios factores en los que no quiero profundizar ahora.
El caso es que el domingo me desperté muy temprano y en vez de volver a la cama (cosa que habría hecho en otra ocasión) me desperezo y corro hacia la televisión para ver que tal le va a Fernando Alonso en la tierra del sol naciente. Allí llueve a cantaros y Alonso ocupa el décimo lugar. Mientras me preparo el desayuno compuesto de galletas, zumos, leche y chocolate Alonso sufre una excursión de la pista impactando contra uno de los muros de protección, quedando su monoplaza totalmente inutilizado. La carrera deja tener interés y me preparo para salir de casa. He quedado en Santa Susana con Carlos Muniesa, excompañero de MBA.
Ya en el coche, en vez de coger la autopista de peaje 7, cojo la N-II. La N-II es un claro ejemplo de historia en estado puro. Esta carretera nace en la misma Puera del Sol de Madrid y acaba en la frontera con Francia después de recorrer casi 8oo kilómetros. No conozco la N-II en su totalidad, pero desde luego no tiene nada que ver el tramo que recorre desde Madrid hasta Alfajarín con el tramo que va desde Barcelona a La Jonquera.
No obstante la carretera a su paso entre Figueres y Girona está pintado con señales amarillas (obras) en gran parte. Es curioso ver cómo a finales de 2007 estamos todavía con una carretera de un solo carril por sentido en casi 80 kilómetros.
A pesar de ser todavía muy temprano, las 8:00 de la mañana, la única alternativa razonable que me lleva hasta Santa Susana (la N-II) resulta ser desesperante tanto por los guiris mañaneros que circulan con sus caravanas a 60 u 80 por hora, como por las obras de ensanche. Así que tardo más de una hora en llegar a mi destino.
Santa Susana suena a paraíso californiano. Sol, playa, palmeras descapotables conducidos por rubias en bikini, casas blancas de estilo colonial. Sólo el sol y la playa coinciden con mi idea previa del lugar.
La excusa que me ha llevado a quedar a esa hora es una ruta en bicicleta por parte del Montnegre.
Después de dar una mínima vuelta en el coche por el pueblo, llego a la plaza central en la que aparco el coche. Mi razonamiento urbanita me dice que encontrarme con Carlos en esta plaza que he encontrado casi al azar es imposible. Sin embargo, justo cuando estoy preparado para llamar por teléfono, Carlos aparece en la plaza con su coche. Una llamadita que me ahorro.
La jornada ciclista comienza después de la puesta a punto de la bici de Carlos, bici que es del siglo pasado pero que mantiene concienzudamente a la perfección. De hecho, la mía, con solo un año chirria más.
Paisaje del Montnegre

El paísaje del Montnegre en su vertiente sur está lleno de altos árboles cubiertos de plantas parásitas que trepan a las copas dando un aspecto totalmente selvático. Por su vertiente obaga, tanto colores, como olores y temperatura cambian radicalmente.
Después de mucho preguntar y casi perdernos, llegamos a Sant Martí de Montnegre atraídos por una señal en la que aparece un tenedor y un cuchillo. Sant Martí de Montnegre es una parada y fonda en toda regla. Manteles de hule, llescas de pan con tomate, escalivada, butifarra con seques y allioli. Después del frugal festival, nos desplazamos a la terracita con vistas en la que nos tomamos un café: Carlos aprovecha para enseñarme sus fotos del viaje que ha hecho este verano por toda la cornisa cantábrica. En pocos minutos recorremos tres mil kilómetros virtualmente a través de la pequeña pantalla de la cámara digital, desde los pirineos aragoneses hasta Asturias pasando por Pamplona, Donosti, Bilbao, Laredo, Santander, Gijón… Buen viaje, por un momento me olvido que estamos en medio de una ruta en bici y que tenemos que volver a los coches antes que se haga demasiado tarde.
La vuelta es más fácil, las piernas nos van solas y noto como ambos dos vamos más ligeros que antes, además ahora estamos bajando, aunque todavía da para toparnos con algunos buenos muros que nos ponen a prueba.
Al final hemos hecho unos 50 y pico kilómetros. Nos merecemos unas cervezas. Propongo alargar la ruta hasta la playa. Allí encontramos un chiriguito que se llama Chiri (creatividad a tope!!) que si que concuerda más con la idea previa que tenía de Santa Susana. Playa, sol, cerveza fría, yates a toda vela.
Ya hemos hecho los deberes, sólo queda volver a casa.

El Chiri de Santa Susana