lunes, 29 de septiembre de 2008

El gran mito de la maratón (III)

Hasta ahora hemos hablado de los orígenes y la distancia de las maratones y creo que ya es hora de pasar a hablar de los protagonistas de la prueba reina del atletismo de fondo.

Todos los participantes de una maratón, ya sean profesionales o no se convierten en los protagonistas de la carrera, pero los humanos siempre queremos hablar de estrellas, dioses y metafísica.

En la historia centenaria de la maratón han existido grandes corredores de fondo que se han hecho hueco en el monte del Olimpo, pero yo me voy a centrar en tres que, sin haberlos conocido ni visto correr, forman mis heroes particulares.
Emil Zatopek “la locomotora humana” y Abebe Bikila.

Emil el Terrible o La locomotora humana.

Nosotros somos diferentes. Si quieres ganar algo, corre los 100 metros lisos. Si quieres experimentar algo más, corre una maratón”. E. Zatopek.

Helsinki, verano de 1952. El checoslovaco Emil Zatopek, revalida el título de campeón olímpico conseguido en Londres ’48 en los 10.000 metros y supera el subcampeonato con la medalla de oro en 5.000. Con dos medallas de oro cualquiera se hubiese dado por satisfecho. Pero Zatopek, iluminado como un genio, decide apuntarse a última hora en la maratón consiguiendo la tercera medalla de oro. Todavía hoy no se ha repetido este triplete en estas distancias.
Los entrenamientos de Zatopek eran conocidos por ser brutales. Entrenaba bajo cualquier circunstancia, nevase, lloviese, tronase o hiciese un calor abrasador, estuviese cansado o enfermo. Le gustaba entrenar con botas militares y muy abrigado, hacer cambios de ritmos en subidas, basados en el entrenamiento fartlek que, en contra de algunas opiniones, no inventó él si no el entrenador sueco Gösta Holmer durante los años 30. Se cuenta que antes de las olimpiadas de Londres ’48, durante diez dias realizaba 60 series de 400 metros. Glubs!!!!
Zatopek al respirar hacía ruidos para poder ventilarse y respirar mejor, casí como una locomotora o un animal. Era una especie de Muhammad Alí del fondo y tiene un enorme repertorio de frases algunas muy acertadas, otras más provocadoras. Me quedo con la primera y con esta:

“Un corredor debe correr con sueños en su corazón, no con dinero en su bolsillo”

Abebe Bikila, el guardaespaldas.

Nacido en el seno de una familia de pastores etíopes, Abebe viajó a Addis Abeba para ingresar en el cuerpo de guardaespaldas imperial de Haile Selassie. Allí destacó como atleta pero el seleccionador no se fijó en él para llevárselo a las olimpiadas de Roma ‘60. Poco antes del despegue del avión, el primer seleccionado, Wami Biratu, se rompió el tobillo jugando al fútbol y el seleccionador incluyó en el último momento a Bikila, que iba de segundón junto con Mamo Wolde (oro en México ’68).
Bikila corrió descalzo toda la carrera y se convirtió en el primer africano en conseguir un oro olímpico. Las imágenes de sus pies descalzos pisando las calles y vías de la ciudad eterna son impresionantes y ponen los pelos de punta.

Volvió a Etiopía convertido en un héroe.
Durante los cuatro años previos a las olimpiadas participó en varias maratones, ganándolas todas excepto un quinto puesto en la Boston Marathon.
Un mes y medio antes de viajar a Tokio con motivo de las olimpiadas del ’64 Bikila padeció una apendicitis aguda de la cual tuvo que ser operado. Dicen que mientras todavía estaba de baja se escapaba por las noches a correr por el patio del hospital simplemente por gusto.
Cuando llegó a Tokio, Bikila no pensaba participar en la maratón. No obstante, esta vez, Asics, la marca japonesa de zapatillas deportivas patrocinaba a la selección etíope y las presiones comerciales empujaron al etíope a correr calzado. Ganó estableciendo un nuevo record.
Al acabar dijo que podría haber corrido durante otros diez kilómetros.
En México ’68 volvió a correr, pero a mitad de carrera abandonó por problemas en la rodilla. Su compañero Wolde, eclipsado por la figura de Bikila durante nada más y nada menos que ocho años, por fin consiguió su momento de gloria al conseguir el oro, no obstante comentó que si Bikila no se hubiese hecho daño, hubiese ganado la prueba. Nunca lo sabremos.
Sólo el alemán Waldemar Cierpinsky ha logrado igualar dicha proeza.

jueves, 25 de septiembre de 2008

El gran mito de la maratón (II)


La distancia

Como ya decía en la entrada anterior, la maratón deriva de la distancia entre las ciudades griegas de Maratón y Atenas. La distancia entre ambas es de, aproximadamente de 40 kilómetros. Así que la primeras competiciones oficiales fueron de, aproximadamente, 40 kilómetros.

Sin embargo, hoy en día la distancia oficial de una maratón es de 42, 195 km (en millas 26,385), ni un metro más ni un metro menos.

¿A que se debe este cambio, en apariencia tan caprichoso? Como casi todo en esta vida, tiene una explicación donde la leyenda se mezcla con la verdad y donde las millas quitarán protagonismo al sistema métrico decimal.

Todo se debe a los ingleses y sus Olimpiadas celebradas en Londres ahora hace un siglo. Cuesta imaginar al Comité Olímpico Internacional de por aquel entonces discutir sobre la conveniencia o inconveniencia de alargar la carrera unos cuantos miles de metros por puro egoísmo y capricho de la Familia Real Británica para poder ver la llegada delante de sus narices. Pero así fué, y no solo la llegada si no la salida. No obstante, la modificación de esta distancia no fué culpa exclusiva de la la Familia Real, otro poder fáctico tuvo la culpa.


En esos tiempos, la prensa local inglesa ya debía de gozar de un poder y prerrogativas, que ya quisieran muchos medios para sí hoy en día. Un periódico aprovechó (anticipandose al COI) para publicar el recorrido de la maratón en exclusiva que comprendía los 40 kilómetros justos.

Después de esa publicación prematura, tanto el COI como la Asociación Olímpica Británica tuvieron que basarse en ese recorrido, pero debido a que lo publicado en el periodico atravesava múltiples vias de tranvía así como muchas calles mal adoquinadas, se decidió canviar varios de los tramos finales de la carrera. Esto implicó el alargamiento de la distancia hasta llegar a las 26 millas de distancia desde la salida, en el Castillo de Windsor, donde sólo la familia Real pudo disfrutar de la salida, hasta la llegada en el Estadio Olímpico de White City de Shepherd's Bush más una vuelta al estadio, lo que sumaba 26 millas con 586 yardas y 2 pies. Sin embargo la meta, de esta manera no cuadraba con el Palco Real, así que en vez de darse la vuelta en sentido contrario a las agujas del reloj se hizo a favor de las agujas del reloj y así la distancia quedó en las definitivas 26 millas 385 yardas actuales, que es lo que casi equvale a los 42,195 kilómetros, y escribo casi por que no es la misma distancia.

Incluso en el sistema métrico anglosajón presenta dos variantes, la de 26 millas y 385 yardas y la redondeada de 26 millas y 220 yardas, la diferencia entre ambas a penas dista de dos metros.

Otro de los mítos de la distancia de la maratón es el de decir que a partir de entonces se empezó a correr esta distancia, cuando existe constancia de que se volvieron a correr varias maratones con distintas distancias, y no fué hasta 1921 (no se sabe con exactitud por qué) cuando se estableció la distancia en los actuales 42,195 kilómetros.

No obstante la maratón de las olimpiadas de Londres pasó a los anales de la historia como "La Carrera del siglo" y fué recordada durante tiempo por lo que parece que al final el componente emocional ayudó a establecer la distancia definitiva.



domingo, 21 de septiembre de 2008

El gran mito de la maratón (I)


La marathon es una de las pruebas más importantes del atletísmo olímpico y popular, probablemente la más épica de todas puesto que su génesis está basada en la leyenda y se remontan a las mismisimas guerras entre griegos y persas, cinco siglos antes de que naciese ese al que llamaron Jesús, en la ciudad de Maraton, situada al noroeste de la capital griega.

A pesar de lo altamente civilizados que estaban, ya por aquel entonces, los griegos, no existía la telecomunicación tal y como la conocemos hoy, es decir, no existía ni Wifi ni ADSL ni tan siquiera los móviles con Bluetooth.

No obstante la telecomunicación existía como concepto y recordemos que el sufijo tele- proviene del griego y significa distancia.

La leyenda de Filípides

Así que cuando los atenienses ganaron la guerra contra los persas mandaron a un heraldo con la buena noticia a Atenas. El nombre de este heraldo es incierto y ha sido bastante discutido por historiadores de todas las épocas, aunque la versión más generalizada sobre el mismo es el de Filípides.

Así que el mensajero Filípides comenzo a marchar raudo hacia Atenas, puesto que si no comunicaba la nueva rápidamente, las mujeres de Atenas matarían a sus hijos antes que llegasen los persas y secuestrasen a los niños atenienses para incorporarlos de peones en sus ejércitos de bárbaros.

Cuando llegó a Atenas, a Filípides sólo le dió tiempo de decir algo de que le dolían mucho los piés por que a las Nike Air JesusCrist se les había petao la cámara de aire y lo había pasado muy mal en la subida final de la escarpada colina del Panteón y sin decir más se desvaneció asfixiado y abandonó la vida.

Filipides, no era ningún matado dentro del cuerpo de mensajeros del ejército Ateniense, y por lo visto cuenta con otra proeza, a la que por suerte no se le ha hecho mucho caso (y ahora sabréis por qué lo digo) y gracias a tenerlo en su CV le escogieron a él para marchar a Atenas ese día y pasar a la historia. Por lo visto el tío contaba con el récor de larga distancia de entonces y en dos días había llegado a correr 240 kilómetros para requerir más tropas en algún punto de la Grécia antigua.

Por suerte los señores del COI se decantaron por la leyenda más light, aunque hoy en día nos encontramos con gente empeñada en recuperar la cara oculta de Filípides y fruto de ello han surgido pruebas tipo Ironman, Marathon des Sables y otras nimieces distancieras.

Los Juegos Olímpicos modernos

Al Barón de Coubertin le ponían los mítos sobre los juegos olímpicos de la Grécia antigua de tal modo que consiguió convencer a varios países por aquel entonces para que se retomara la tradición perdida. Obviamente greci fué uno de ellos y además fué la anfitriona de los primeros juegos olímpicos. Rápidamente se escogieron los deportes en los cuales habría competición y se decidió que la prueba reina sería una carrera de larga distancia basada en los 40 kilómetros que corrió Filípides a la cual llamarían Maratón.
Esa competición la querían ganar los griegos. Un oficial griego, llamado Papadamiantopoulos se encargó de formar a la selección de maratonianos (trece en total frente a sólo cuatro de otros países) y entre ellos estaba un pastor de cabras que había realizado la mili a su servicio y que Papadamiantopoulos recordaba que tenía gran resistencia física. Su nombre era Spyridon Louis.

Louis entró por detrás de un atleta muy preparado de Australia en el estadio y en la última vuelta lo alcanzó en medio del delirio de todos los espectadores helenos.

El rey de grecia lo gratificó con un carro para que pudiera transportar agua desde el pozo más cercano a su casa. Algo comparable a que hoy te recompensasen con un Hummer.




lunes, 15 de septiembre de 2008

IXª Triatlon Sprint Marina de Empuriabrava



He completado con bastante éxito mi primera participación en una triatlón. Para empezar decidí inscribirme en la Triatlón Sprint BTT de Marina Empuriabrava, más cerca imposible y, además, la única triatlón en modalidad Sprint en la que se debe de participar con una bici de montaña.
La modalidad de triatlón Sprint es la mitad de una triatlón olímpica, es decir, 750 metros nadando, 20 km en bicicleta y 5 km corriendo. Podrían haberla bautizado de otra manera, como por ejemplo media triatlón, pero “Sprint” le viene como anillo al dedo ya que vas a tope la mayoría del recorrido.
A las doce en punto desde el puerto Bahía (uno de los muchos puertos interiores de la Marina de Empuriabrava) se da la salida a los casi 200 participantes de la prueba. Dado la estrechez del muelle desde el que salimos, los jueces de la prueba van dando la salida conforme vamos tirándonos al agua.


A pesar de todo, la aglomeración inicial es inevitable.
Me habían advertido en reiteradas ocasiones que los momentos más complicados de las triatlones son dos: la salida y la transición de bici a correr.
Para empezar, tirarse al agua de cabeza con tantos cuerpos flotando en el agua hubiese sido bastante temerario, así que me tiré de pies intentando encontrar un hueco entre una decena de personas que estaban justo debajo mío con bastante miedo por que era difícil diferenciar lo que era agua de lo que no. Una vez en el agua empieza una verdadera guerra. Cuando sales a la superficie lo primero que ves es un montón de cabezas, pies, brazos y espuma por todos lados. Me pongo a “nadar” si es que así se puede definir el avanzar entre cuerpos, patadas y manotazos. Durante las primeras brazadas hay que sacar la cabeza frontalmente.
Poco a poco vas notando que nadas con un poco más de espacio para ti solo. Cuando ya debemos ir por la mitad comienzo a cansarme, nado a braza y crawl pero eso no impide que empiece a desorientarme un poco, al final acabo escorándome hacia la izquierda del canal y me topo con el casco de uno de los veleros allí amarrados. El propietario del velero me dice algo en alemán mientras me indica la esquina en la que debemos torcer a la izquierda para entrar al puerto de caballito de Mar, donde se encuentra el final de la primera prueba, llego casi sin fuerzas para las últimas brazadas pero animado por que la parte incógnita de la triatlón ya ha pasado.
Hay que salir del agua mediante una escalera y de allí se pasa a la zona de transición mediante una larga alfombra roja.

Ya en mi silla, me calzo las zapatillas de bicicleta, me pongo gafas y el casco y corro con la bici en mis manos hasta que los jueces me permiten montarme en ella. Una vez encima de la bicicleta me pongo los guantes y el dorsal y respiro un poco, de momento y durante los primeros diez kilómetros solo voy con el plato mediano, pero eso me sirve para adelantar a bastantes participantes. A la vuelta ya he calentado lo suficiente motores y encuentro un grupo que va con plato grande y a piñón fijo, nos vamos turnando durante casi cinco kilómetros con puntas de cuarenta y dos km/h, de momento se me está dando bastante bien.


Pero ahora llega la parte más complicada. Bajo de la bici, corro hasta mi silla, me quito las zapas de bici y me pongo las de correr, estoy a tope de pulsaciones y las piernas me tiemblan, fuera casco y a correr, ahora todo se viene abajo, este cambio no lo había preparado como se debe, los primeros 500 metros se me hacen durísimos, la sangre no me llega a la cabeza y estoy a punto de que me de un blancazo. A parte, las piernas no me responden. Podría haber continuado varios kilómetros más encima de la bici a tope, pero mover las piernas ahora para correr se me hace extraño. Los músculos de la bici no contribuyen para correr, y son un tope para los músculos de correr. Al cabo de dos kilómetros y un poco de agua ya parece que mis piernas empiezan a despertar. Acabo el último kilómetro a muy buen ritmo.

Al final mis tiempos parciales han sido (transiciones incluidas en los tiempos):

Natación: 10 min 51 seg
Bici: 43 min 59 seg
Correr: 21 min 46 seg

Total: 1 h 16 min 51 seg


lunes, 8 de septiembre de 2008

Burriac Atac 2008



Parece mentira lo rápido que pasa el tiempo. Hace ya un año del último ataque al Castillo de Burriac, el tiempo vuela.
Burriac es, para muchos de los amantes de la larga distancia, el principio de la temporada de carreras populares que exigen esfuerzo y voluntad.
Esta es la tercera vez que participo en esta carrera y pensaba que iba a mejorar mi tiempo puesto que llegaba en mejor forma que el año pasado. Pero no ha podido ser.
El año pasado había entrenado el recorrido junto con los organizadores de la carrera y este año no he podido ir a reconocer el nuevo recorrido.
Si bien había tramos que eran los de siempre, la dureza, duración y técnica de la carrera ha sido superior a las ediciones de otros años.
Después de la introducción de la carrera en la plaza de Vilassar de Mar, la gente se dirige rápidamente a la zona de salida, al lado del Espinaler y allí todos nos damos cuenta que este año hay más participantes que nunca, unos cuatrocientos cincuenta, y además contamos con un grupo de treinta participantes de alto nivel que salen desde las posiciones más avanzadas.
Como ya comente en el post de la edición del año anterior, es muy importante llegar en un grupo adelantado en las primeras rampas para subir a un ritmo superior al de la media de los participantes. Aunque ayer me pasé. Encontré dos diferencias fundamentales respecto al año anterior, bueno tres. Primero: empecé con un ritmo muy fuerte nada más empezar, lo que me permitió llegar en posición muy avanzada al Turó de l’Infern pero minó mis fuerzas para el segundo tercio de la carrera. Segundo: este año, por culpa del spinning he desarrollado más musculatura en las piernas y me las noto mucho más pesadas y, tercero, no conocer el recorrido y haber perdido la noción de la distancia en algunos momentos.

Diecisiete kilometrazos, calor, tropiezos, poca visibilidad, polvo y mucha tierra en las zapatillas.
Los dos últimos kilómetros los he corrido con los cordones de la zapatilla del pie diestro desatados. Por suerte la zapatilla ha aguantado en su sitio sin necesidad de volver a atármela otra vez.
El tramo de la playa este año era más largo, pero tampoco era una exageración, quizás cien metros más que los años anteriores. “Lo importante es llegar” te repites una y otra vez, y es cierto, la probabilidad de caer al suelo es elevadísima y la de torcerse el pié o la rodilla también.
Antes de llegar a la playa, empapado por el sudor y por los vasos de agua que he derramado en mi cabeza, pienso que en cuanto llegue a la meta me voy a meter acto seguido en el agua. Pero la mar está bastante revuelta. Hay una nube de finas gotas de agua salada en suspensión sobre la arena de la playa provenientes de las olas que rompen justo en la orilla con muy mala leche. Así que entrego mi chip y bebo agua hasta hartarme.
Al cabo de un rato nos encontramos todos alrededor de unas cervezas y empezamos a planear el año, media maratón en no se donde, maratón de no se qué, marchas de bici en el Sahara, brevets en la Bretaña, ironman en Zurich, todo el mundo tiene sus planes más o menos definidos.
Yo este jueves 11 de septiembre tengo la próxima. Ya os contaré.