domingo, 16 de noviembre de 2008

XXX Campionat de Fons del Ripollés - Mitja marató de Ripoll


Uhhh!!! Que mal he dormido, ¿quizás el exceso de ingesta de caracoles de ayer en Tapis? No se, venga, un café. ¡¡¡Rápido, ya!!! ¿Cómo? Que no hay café, que desastre, mira que lo tengo apuntado desde hace una semana en la lista de la compra.
Bueno, me lo tomaré en la Nacional II.
Salgo de casa medio grogui. Hace frío y sopla la tramuntana. Por suerte en Ripoll no suele soplar la tramuntana.
Buuuu!!! Que mal rollo que la Nacional no ha abierto todavía, claro es domingo y son las ocho menos cuarto de la mañana. Pues nada, me tendré que tomar el café en cuanto lleguemos a Ripoll, pero eso me fastidia por que necesito ir al baño y no hay mejor laxante que un buen cafelón con leche, y todos sabemos que el efecto suele ser, si no inmediato, casi, y me gusta salir habiendo ido al baño (que bien me ha quedado este eufemismo), especialmente después de un día de comilona.
Una vez en Ripoll, donde hace un frío que pela, tenemos que ir hasta la salida, que es donde entregan los dorsales.
Voy con Artur, Silvia y Jonathan, hemos aparcado el coche en la zona de la llegada, que está a un kilómetro de la salida, así que hay que ir hasta la salida, volver al coche para quitarnos la ropa de abrigo y volver a la salida. Vaya mareo.
Una vez en la zona de salida me puedo tomar el café prometido. Me lo tomo de golpe y voy al baño. Pero parece que no hace efecto. Salgo a la calle y me pongo al sol. Ha subido la temperatura, al sol se está de maravilla y eso me relaja un poco.
Sólo quedan dos minutos para la salida y me da un retortijón, se me retuercen las tripas por un momento y pienso, “Por favor. ¡¡Ahora no!!!”.
Parece que mi cuerpo, hoy, se a empeñado en ir por otro lado en protesta de la caracolada de ayer.
Bueno, da igual, ahora no voy a ir al baño, seguro que se me quitan las ganas en cuanto den el pistoletazo de salida.
Ala, a correr!!
Empezamos por las calles frías de Ripoll en dirección este, hacía Sant Joan de les Abadesses por la carretera principal. Hasta el kilómetro tres no empiezo a entrar en calor de verdad. Hace frío y los primeros tres mil metros, se hacen por la sombra con lo que mi barriga coje un poco de fresco y además tengo una pequeña molestia en los gemelos.
Segundo aviso de mi barriga. Uf, esto me recuerda a la vez aquella en Caldetes, pero la carrera era solo de 9,5 kilómetros, hoy es media maratón. Quedan 17 kilómetros y unos cuantos apretones más que habrá que aguantar como sea.
La mitad de la carrera es en ascenso, hasta llegar a Sant Joan de les Abadesses y luego casi todo descenso de vuelta a Ripoll.
Así uno no disfruta de la carrera. Estás con la cabeza en otro lugar, más preocupado de tu esfinter que de tus piernas y por esto creo que he acabado medio cojo.
Por supuesto, no me ha quedado más remedio que dejar un buen regalo en varios WC de la capital del Ripollés.
Bueno, la parte positiva es que, Silvia, Jonatan y yo hemos hecho nuestras mejores marcas en media maratón.
Mi resultado, 1:34:45
Media: 4:31 min/km

martes, 11 de noviembre de 2008

44 Behobia Donosti

Como ya viene siendo habitual, este relato comienza con el sonido de un despertador en una mañana de domingo. En realidad, dos despertadores. Por si acaso fallaba mi despertador, Jon me ha dejado el suyo para que no me quede dormido en una mañana tan señalada.
Hoy toca correr, 20 kilómetros por asfalto, pero con subidas y bajadas importantes. Es mi segunda Behobia Donosti.
He quedado en el Tenis de Donosti. Para llegar desde Buen Pastor tengo que rodear toda la playa de la Concha y Ondarreta. A las ocho y cuarto de la mañana Donosti tiene un aspecto sensacional, ya son cientos los participantes acercándose hacia el centro para coger un autobús que se mezclan con otros cientos de personas que despiden la noche para ir a dormir.
Una vez en el Tenis, espero a María, que es la novia de un amigo de un amigo de Barcelona... ella me ha conseguido plaza en el autocar que el club ha alquilado para ir hasta Behobia. Esperamos a que lleguen todos los socios y zarpamos, por todas partes, hay un montón de personas vestidas de corredor que esperan autobuses para llegar hasta la villa fronteriza. En total, la organización ha puesto a disposición 16000 dorsales, récord de participación en esta carrera y supongo que récord de participación en una carrera de tantos kilómetros en España.
La Behobia Donosti es una carrera que tiene muchos años de historia, esta de hoy es la 44ª edición y a pesar de lo duro de su recorrido se ha convertido en una de las carreras más populares y preciadas del calendario. Para inscribirme tuve que pasar enganchado al ordenador un par de días hasta que el servidor dejó de estar colapsado. No se si esto es una moda o es que cada vez hay más locos.
En el autocar me siento al lado de un bestia parda que parece más un levantador de pesas que no un corredor de fondo. El tío me cuenta que ya la ha corrido varias veces y que siempre ha bajado de 1h:20min. Eso es un tiempo muy serio. Me comenta que hay que hacer las subidas con calma y apretar el último 10% de la subida para ir a ritmos de 3 minutos el kilómetro en la bajada. ¿3 minutos el kilómetro? "Ya veremos lo que hago macho" pienso.
Una vez en Behobía, el espectáculo es onírico, miles y miles de corredores y corredoras en cualquier lado. En las cafeterías: corredores, en los parques: corredores, en el paseo: corredores, en las calles: corredores, en los parkings: corredores... Corredores en todas partes, calentando, estirando, sprintando, haciendo colas para el servicio, desayunando algo rápido, sincronizando relojes y pulsómetros, comentando estratégias, mirando hacia el punto de salida.
Poco a poco hay que ir acercándose a los cajones de salida. Cada cajón tiene un color que coincide con los dorsales de los corredores. El mío es el rojo. Es el tercer mejor color, tengo delante a los verdes, aficionados muy locos, y a los amarillos, que son profesionales y replicantes que se hacen pasar por humanos.


Ya he calentado un poco, el paseo a ritmo de trote desde Buen Pastor hasta el Tenis y luego un par de sprints en Behobia me han calentado los músculos lo suficiente, así que me coloco en las primeras plazas de los dorsales rojos. Delante calculo que tendré a 2000 corredores como mucho.

Además tengo un par de tíos-liebre que llevan el globo indicativo de 1:30:00. Ese ritmo puede que me vaya bien. Todo el mundo atosiga a las liebres preguntando "¿oyes, y a que ritmo vas a subir Gaintxurizketa?" o "¿y vas a apretar en Mirakruz???" Son preguntas para gente muy obsesionada con los ritmos por kilómetro. A mi eso me da igual, voy a seguir mis impulsos, no los de un marca pasos.

Preparados, listos... Ya!! Salen los primeros dorsales a las 11 horas en punto. Sólo nos quedan 4 minutos. Ya tengo ganas, hoy me siento en plena forma.

Se abre nuestro cajón y nos dejan acercar hasta el punto de salida. Un petardazo anuncia nuestra partida. Algunos aplauden ,otros aprietan su reloj justo cuando pasan por encima de la alfombra roja lectora del chip y a partir de ahí a correr.

Empiezo justo por detrás de las liebres de 1:30, me mantengo durante los primeros 700 metros a su lado y al poco los rebaso, pienso que no es bueno pasar a estos tíos tan pronto, pero creo que han empezado a ritmo muy relajado. Dejamos Behobia a nuestras espaldas y llegamos a las calles de Irun, allí empiezan las subidas duras. Recuerdo que cuando corrí por primera vez esta prueba con Raoul, nos separamos justo cuando empezaban estas subidas. Una vez pasado Irun quedan tres kilómetros de subida. Hace un día precioso, sol y un poco de calor que hace que un montón de vecinos hayan salido a la calle a animar, ambientazo por todo lo alto. Llegamos al alto de Ventas, bajadita, un ultimo repecho y bajada a tope hasta el kilómetro seis (el km. cinco lo he pasado en 21 minutos, ¿voy a 4:15??? tranquiiiiilo, tranquiiiilo que queda mucho todavía), el kilómetro seis en la Behobia-Donosti es uno de los más impresionantes. Allí está el primer avituallamiento de todos y sabes que empieza lo duro. Para empezar y tienes la perspectiva de la subida a Gaintxurizketa, casi dos kilómetros de subida larga y tendida, me lo tomo con calma. Aún y así no dejo de pasar corredores y seguir el ritmo de algunos que han empezado conmigo, muchos son veteranísimos.

Los veteranísimos son aquellos que peinan muchas canas, no visten con los últimos adelantos de Nike, suelen llevar la camiseta de tirantes de su asociación atlética a la que pertenecen desde hace décadas. A primera vista pueden correr con algún vicio, ligeramente inclinados a la derecha o a la izquierda, con un brazo inmóvil o respirando de manera muy fuerte soltando algún quejido de vez en cuando, pero la mayoría corren perfectamente, sus fines de semana giran en torno a las carreras populares, cuanto más largas: mejor, ¿donde? no importa, saben la carrera de memoria, algunos han corrido tantos miles de kilómetros que no necesitan ni reloj, ni pulsometro ni las señales de kilómetro, te podrían decir los metros exactos que llevan, los que le faltan y aún te dirían que siguiendo la tangente de todas las curvas se puede ahorrar unos cuantos cientos de metros.

Los últimos metros de Gaintxurizketa, los subo apretando un poco, me giro para ver donde tengo la liebre de la hora y media, pero no logro localizarla, debe estar bastante atrás, es como buscar a Wally.

Aprieto en la bajada, todos apretamos en la bajada, a muerte, la disfruto. Empieza una zona toboganes de cinco kilómetros en la que se baja hasta el puerto de Pasajes, esta es la parte más rápida y más divertida. Llegamos a Lezo, las calles están a tope, incluso la parte más portuaria (Pasajes es el típico puerto industrial del norte con montañas de hierros, grúas, travelifts inmensos y enormes barcos de transporte de contenedores) tiene un ambiente muy acogedor.

Hay muchos niños que te tienden la mano para que se la choques, cuando necesito un poco de ánimos choco la mano de varios niños y niñas que se colocan unos detrás de otros, eso me da (como cuando juegas a un vídeo juego) extra energía, además los padres aplauden esa acción. Creando afición.

La zona de pasajes son tres kilómetros llanos, hay que remar con fuerza y mantener un buen ritmo. Lo más duro ha pasado, sólo queda Mirakruz, lo recuerdo como un muro rompe piernas infernal. Gracias a ese mal recuerdo, he ahorrado energías para subirlo a buen ritmo. El corazón se acelera y los pulmones también. Es sólo un kilómetro a tope rodeado de gente, muchísima gente, hay que pasar en fila india, parece una etapa del Tour y los espectadores te animan como si fueses el primero, emocionante. Una vez pasamos Mirakruz, quedan tres kilómetros de paseillo a toda leche. Pasas al lado del restaurante Arzak y en ese punto, si vas bien, ya alargas la zancada y empiezas a esbozar una sonrisa que se irá definiendo conforme queden menos kilómetros, de sonrisa tipo "Gioconda" de Da Vinci pasas, gradualmente a un gesto de rabia alegre.



Bajamos la Avenida Elósegui y Ategorrieta para girar a mano derecha por la Avenida de Navarra. En ese punto ya ves el mar, ¡¡¡¡venga un poco más!!! te grita la multitud. Giras a mano izquierda, ya se puede ver el Kursaal y la meta muy al fondo... poco a poco te vas emocionando. La emoción en estos momentos no es muy recomendable, hay que controlarla, has hecho una buena carrera y tienes que llegar sano y salvo. Mucha gente, de la emoción se olvida de respirar y se desmaya a pocos metros de la llegada. Los últimos metros son motivo de excitación, levantas los brazos y te vas diciendo "bieeeeen, coño, bieeeeen!!!!!! Siiiiiiii!!!!!", te das la mano con los que llegan a tu lado o les das una palmada en la espalda, buen trabajo!!

Efectivamente, yo y mi cuerpo hemos estado en sintonía, hemos tenido el día. Nos merecemos unos buenos pintxos y doy fe que no los vamos a perdonar.


Tiempo: 1:24:22
Media min/km: 4:14
Posición total: 1560
Posición por categoría: 1126

domingo, 2 de noviembre de 2008

Duatlón de Puig-Reig


Me levanto de la cama a eso de las seis y cuarto de la mañana. Rápidamente corro a encender el ordenador para ver el radar de lluvias. Cuando se carga el mapa de Cataluña, me pregunto: "¿Donde esta Cataluña?" Pues resulta que está debajo de una inmensa capa de nubes de diferentes colores que miden la intensidad de las lluvias que han caído durante la noche y siguen cayendo en ese momento.

Me temo que, como mínimo, hoy vamos a acabar bien embarrados.

El silencio en casa es total, con cuidado de no hacer ruido, me hago un zumo de naranja y me visto. Bien abrigado, parece que hace frío ahí fuera.

Saco la bici del trastero y salgo a la calle. Jordi, un compañero del gimnasio me ya me está esperando con un amigo suyo. Cargamos la bici y nos vamos.

Pasado el peaje de Figueres diluvia. Durante todo el viaje no deja de llover ni un momento.

Una vez en Puig-Reig, entramos en el polideportivo para coger nuestros dorsales, a pesar de jarrear, a la gente se le ve contenta y con ganas de hacer la carrera. Yo ya me imagino completamente empapado antes de empezar la carrera y creo que todos los participantes también. Pero al poco rato, la organización de la carrera, nos informa que dadas las circunstancias y la persistencia de la lluvia, no se va a celebrar la carrera.

Para ello nos aseguran que el tramo en bicicleta es impracticable y que preven tantos abandonos que no van a dar a basto con el coche ni con la ambulancia.

Tras un pequeño momento de desilusión, puesto que nos volvemos con las manos vacías, aplaudimos la decisión y nos vamos a desayunar un poco antes de volver a casa.

A la vuelta nos llueve todavía más si cabe. La lluvia no entiende de domingos.

¿Pero a quien se le ocurre?