“-Le gusta nuestro Buho?”
“-¿Es artificial?”
“-¡Por supuesto que lo es!”
“-Debe de ser caro”
“-Muy caro…”
Esta semana pasada “Blade Runner”, de Ridley Scott, cumplió 25 años.
Joya del cine y una de las mejores películas de ciencia ficción. Hay otras como “2001 - Una Odisea del espacio” de Stanley Kubric, “Solaris” de Sergey Tarkovski o “Dune” de David Lynch.
Pero desde luego Blade Runner es mucho más entretenida que las otras mencionadas y va dirigida para un público más amplio puesto que es un punto de encuentro entre el cine fantástico y el policíaco. De ritmo pausado, pero con escenas de acción y diálogos míticos, sin dejar de banda temas como ¿pueden las máquinas tener sentimientos? Tema recurrente también en “2001 - Una Odisea del espacio”. Además, posee una magnifica banda sonora de Vangelis creada adhoc que ayuda a crear una atmósfera todavía más enigmática de la que por sí consiguen las imágenes del largometraje.
Ambientada en la oscura ciudad de Los Ángeles, sumida en una casi eterna noche en el año 2019, trata sobre un inspector de la policía, un Blade Runner, a quien se le encarga que persiga un grupo de androides rebeldes, los Nexus 6, conocidos como replicantes, fabricados por la Tyrrel Co. La rebeldía de estos androides no consiste en nada más que querer vivir más de los cuatro años para los que se les ha programado. Los replicantes acuden a una especie de profesor chiflado que vive rodeado de muñecos extravagantes que le hacen compañía en un enorme piso y que representa la única esperanza para que los replicantes se libren del yugo de su muerte prematura a los cuatro años de vida. Deckard, interpretado por Harrison Ford, investigará el caso para acabarse dando cuenta que se ha enamorado de Rachael (Sean Young), una androide, lo cual hace dudar al propio Deckard sobre su naturaleza ¿quizas él sea también un replicante? cosa que no se había planteado hasta ahora. Se tratan temas de lo más humanos: el amor, la vida, la muerte y la creación.
Pero a parte, se plantea sibilinamente algo que hoy en día está muy de moda y empezamos a tener cogido por la mano: la movilidad de la mano de obra y el cambio climático. Así como la prosperidad económica de las minorías étnicas latinas y asiaticas de los EEUU. La ciudad recuerda más a la idea que los occidentales tenemos de Pekín o Tokio que no a la que tenemos de las ciudades de los Estados Unidos. Harrison Ford se hincha a comer arroz y tallarines con palillos en chiringuitos donde solo se habla chino, japonés o tailandés mientras en la calle no deja de llover persistentemente. Quizás hoy no es tan obvio el que los chinos estén esparciendo su semilla por todo el globo, tampoco el cambio climático parece que haya incrementado la lluviosidad en zonas mediterráneas como California y tampoco vemos que los coches planeen evitando la gravedad.
Blade Runner es un filme que honra al género de ciencia ficción. Quizás 2019 sea demasiado prematuro para el cumplimiento de todos los detalles de esta película, pero dentro de un siglo otro gallo cantará.
Con estas palabras se despide de su vida uno de los replicantes:
“He visto cosas,
que vosotros
ni tan siquiera podéis imaginar:
He atacado naves
envueltas en fuego
más allá de Orión.
He visto brillar rayos C
en la puerta de Tanhauser…
Y todos estos recuerdos se perderán
como lágrimas entre la lluvia.”
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario