lunes, 24 de septiembre de 2007

Cursa de la Mercè 2007



Después de una reparadora ducha, de un buen plato de arroz y de un rato de tranquilidad, me monto en el coche rumbo a Barcelona. El objetivo es llegar a Plaça Universitat antes de las 8 de la tarde. Cosa que, dependiendo como esté el tráfico dentro de la ciudad, puede impedir que recoja el dorsal de la Cursa de la Mercè 2007.
Llego por los pelos y aparco el coche en doble fila en Ronda Sant Antoni a riesgo que algún urbano se ponga chulo. Pero siendo las fiestas de la Mercè supongo que tienen cosas más importantes que hacer.
He quedado a las 10 para cenar con Vania y Álex, a los que hace un montón que no veo. Me quedo medio dormido en casa de Carlos mientras veo todas las versiones de lo que los periodistas creen que puede estar pasando con Ronaldinho…
Para llegar al restaurante donde hemos quedado me pillo una bicing hasta Enric Granados con Provenza. Antes de empezar con la cena he pedido tres botellas de agua, tengo una sed insaciable. En la cena pido primero, segundo, postre y una copita de pacharán. Volvemos hasta calle Trafalgar andando y yo me despido, ya no estoy para más trotes.
Cuando suena el despertador a las 8 de la mañana no se exactamente donde estoy. Esto es síntoma que he dormido profundamente. Pero no he descansado. Me da bastante pereza ir a correr.
Pero al final quito pereza y al cabo de poco tiempo estoy otra vez montado en una bicing rumbo Plaza España. Una vez allí me doy cuenta que no soy el único corredor que ha escogido las bicis públicas para desplazarse hasta la línea de salida y que todos los lugares de depósito de bicicletas están ocupadísimos y no queda absolutamente ninguna plaza libre. Tengo que subir hasta el cruce de Josep Tarradellas con Entença para encontrar un hueco libre. Tengo el tiempo justo para llegar a Plaza España corriendo y subir hasta la fuente para dejar mi mochila y dirigirme a la línea de salida.
No ha empezado la carrera y ya estoy sudando como un pollo. El día es bastante gris y la humedad debe ser altísima, por suerte no hace mucho calor.
Al cabo de poco dan la salida y comienza otra nueva aventura de 10.000 metros. Al principio el atasco es monumental, como siempre. Se tuerce hacia la izquierda y se desciende hacia Paralelo previo Tamarit, luego subimos por Entença donde cruzamos Avinguda Mistral y llegamos a la Gran Vía. Una vez allí se puede ver, en el horizonte la cabeza de carrera que a esas alturas ya está en la parte más alta de la carrera a su paso por Paseo de Gracia. La distancia entre la cabeza y el grupo con el que voy corriendo está cubierta por una espesa alfombra de corredores uniformados, casi todos con la camiseta naranja fosforescente que la organización ha regalado a todos los participantes. Al cabo de pocos minutos yo ya estoy allí, sigo el ritmo de dos amigos que corren juntos. Uno de ellos está continuamente animando al otro. Ambos parecen ser buenos, pero al que se le está animando parece que le cuesta. Las piernas de este son extremadamente delgadas, sobretodo la musculatura de los gemelos. Me fijo en que tiene unas cicatrices de intervención quirúrgica en ambas piernas. Les adelanto. Hasta que llegamos a calle Marina me siento bastante bien y con fuerzas y creo haber cogido el ritmo con el que puedo acabar por debajo de los 43 minutos (desde el resfriado que me he olvidado de bajar de 40’). Pero al torcer a la derecha por Ausías Marc, donde veo que muchos participantes toman la esquina atajando por la amplía acera, me indigno y me desconcentro. Llega el kilómetro 5 y oigo a alguien que llevamos 22 minutos. Estoy bastante destrozado, las piernas han dejado de correr solas y ahora requieren de ordenanzas y decretos para que se muevan. Llegamos a Universitat y tomamos Ronda Sant Antoni hasta Sepúlveda. Sepúlveda es todo subida hasta Paralelo y se vuelve a ver toda la marea naranja que llega hasta el final, pero esta vez ya no veo la cabeza de carrera, que se distingue por las luces azules de los coches patrulla que escoltan a los líderes de la carrera.
Intento disfrutar de esta imagen única pero mi parte racional se sobrepone a la emocional y me empiezo a preguntar cuando cruzaremos el kilómetro 6. Al poco rato diviso el cartel del kilómetro 7, así que se me sube un poco la moral. No obstante debe de quedar 1 y medio para llegar a Paralelo, y a medida que nos acercamos, la subida se hace más notable. A pesar de tener el sentido del olfato un poco desgastado por el resfriado de la semana, puedo sentir el olor a sudor de todos los corredores mezclado con linimentos y spray muscular a la vez que se empiezan a oír los primeros bufidos de flatos, los primeros vómitos y abandonos por rampas en los muslos o gemelos. A mí se me está haciendo especialmente dura esta carrera, 10.000 metros son siempre duros, pero cuando estás intentando superar una marca o al menos mantenerla es más duro todavía. Especialmente el último kilómetro.

Cuando llego a Paralelo hay que girar hacia la izquierda rumbo mar, por el lado dónde normalmente circulan los coches dirección Plaza España, hasta la altura de Rocafort. Por el otro lado ves a los corredores que van a acabar por debajo de los 40 minutos. Giras a mano derecha y te encuentras de morros con que Paralelo es un buen pedazo de subida, pero por otro lado te alegra ver que ya es el último kilómetro, aunque lo único que puede consolarte es la visión de la meta, es decir, todavía puede ser que te hagan dar la vuelta a la plaza. Pero por suerte una vez llegas a la plaza sólo tienes que girar a la izquierda y veo que todavía puedo apretar un poco para no sobrepasar los 45 minutos y mantenerme en los 44 y pico.
Cuando acabas una carrera de estas siempre están empezando la sesión de estiramientos los que han llegado antes que tu, yo estiro a su lado mientras bebo Aquarius y agua que reparten los voluntarios. Los que han finalizado comentan con la cara aún roja del esfuerzo “no he hecho buena marca… no he podido bajar de 3’35” en ningún momento y todo el rato a 180 pulsaciones macho… hoy no es el día… el fin de semana pasado con Paco si que me encontraba bien, que te lo diga ¿eh Paco? Díselo!!… esta es para pasar el trámite… vamos a ver que pasa el fin de semana que viene… el miércoles estuvimos entrenando unas series con Pep, Laura y Juanmi a 3’05” y estos cabrones están muy fuertes macho… joder!! Pero si son muy jóvenes para ti, que tu ya eres un abuelo!!…”.
Los humanos vivimos en el pasado o en el futuro, rara vez nos damos cuenta del presente. Pero una carrera es una ocasión ideal para vivir el presente. Debes concentrarte en el ritmo: en el “un, dos, un, dos, izquierda, derecha, izquierda, derecha” coordinar los pasos, no tropezar, levantar las rodillas, mover los brazos respirar como un pulmón de acero, escupir y sonarte las narices en el momento preciso, evitar un flato como sea. Esa ración de 40 minutos y pico de presente es suficiente por un buen periodo de tiempo. En cuanto acabas la carrera vuelves a tu estado original de recuerdos y sueños por cumplir.
Por eso una carrera sin esos u otros comentarios sería como un jardín sin flores.

1 comentario:

LUC dijo...

acabo de volver por segunda vez a tu blog, esos tíos hablando de "que no he hecho buena marca, solamente 3:35, y todo el rato a 180 pulsaciones - joder macho me ha hecho reir mucho. Te felecito por otra carrera acabado bien - son todas que son buenas!