jueves, 19 de noviembre de 2009

Euskadi Extrem 2009


A Mario Durango y a Sigüen

Ya hace bastante tiempo que debería haber colgado este post, pero entre pitos (viajes por todos lados) y flautas (me robaron el ordenata) he tenido que posponer este post hasta hoy.
Es una lástima lo del ordenador, no tanto porque sea una herramienta insustituible. De hecho en casa hemos rescatado dos pc’s que teníamos de hace años y que todavía funcionan bien. El problema está en todas las cosas que lleva dentro, fotos, música, configuraciones, favoritos, etc. En fin, que les aproveche, y que sean así todos los problemas de la vida.

Casi tenía acabado el post de la Euskadi Extrem que se disputó el pasado puente del Pilar entre las localidades de Lekeitio y Laguardia. NO sé a que estaba esperando para publicarlo. El caso es que ya se ha perdido todo lo que escribí. Ahora no voy a poder reescribirlo todo tal y como lo había planteado, casi curva por curva. Pero desde la distancia quizás salga algo diferente, menos bicicleta. Vamos a ver.

Lekeito - Vitoria

El caso es que llegué a Lekeitio y lo que más quería era comerme un chuletón en buena compañía, sin embargo me tuve que contentar con un par de pinchos en una solitaria barra de un bar en el que sonaba sin cesar un concurso de bertsolaris por la tele. Obviamente yo no me enteraba de nada de lo que decían pero el caso es que me he quedé embobado oyéndolo da la impresión como si lo que importa no es lo que se diga si no como se dice. El que más me gustaba era al que más aplaudían, un tipo alto y delgado con gafitas, joven, que vestía con ropa de montaña y que a diferencia de sus contrincantes también poseía un buen dominio de la voz y sobre todo no le vibraba como a los demás, el público rompía en aplausos mucho antes que acabara, la verdad es que era emocionante.

Con un poco de emoción y pesadumbre me recogí hacía el hotel dando un paseo por el puerto. Preparé todo lo del día siguiente a conciencia y me metí en la cama. Dormí del tirón. Ni nervios ni insomnio. Auténtico descanso.

Durante la carrera todo fue bien hasta la bajada de Eloitz. Fu-fu-fu-fu, los molinos daban vueltas sin parar a toda velocidad y nosotros, los corredores, los contemplábamos con admiración y en silencio, todo potencia. En la bajada me precipité y cometí el error de pasarme un desvío a la izquierda perdiendo unos varios minutos. Así que tuve que volver sobre mis pasos maldiciendo entre dientes mi equivocación. Y allí estaba Mario, el que sería mi compañero de fatigas durante el resto de la carrera. Aunque el largo ascenso a Urkiola (menudo suplicio) lo subimos cada uno a nuestro aire nos dio tiempo a compartir una barrita que a mí me salvó de una buena pájara que empezaba a asomar la cabeza peligrosamente. Fue divertido ir con Mario, a la entrada de Vitoria, casi desde Legutiano íbamos a tope rodando por encima de los 30 km/h todo el rato, decidí copiar la estrategia de Mario, mucha cadencia a pesar de llevar el plato grande.

Una vez en Vitoria, después de haber recogido la maleta para ducharme, quedé con Sigüen, un colega de Segovia. Sigüen tuvo la amabilidad de, a pesar del poco tiempo que hace que nos conocemos, venirme a buscar, esperar a que limpiase la bici, tomar unas cañas conmigo y mantener una agradable conversación sobre todo un poco, unas risas, invitarme a cenar junto con sus compañeros de trabajo en el restaurante donde trabaja y dejarme dormir en su casa. ¡¡La verdad que un detallazo tío!! Eso se que queda grabado para siempre.

A la mañana siguiente me volví a encontrar en la zona de salida con Mario que se había ido a dormir a Durango. Empezamos a muy buen ritmo. Pero al salir del Vasco Navarro y empezar a ir hacia el sur, nos encontramos con lo peor: Barro como por un tubo. Todos sabíamos que eso podía pasar. Barro y lluvia a estas alturas del año en el País Vasco (y el Condado de Treviño) es lo normal. Lo único que nos fastidiaba es que llevaba sin llover casi todo el verano y podría haber aguantado un poco más. El caso es que el barro impedía en algunos casos cambiar al plato pequeño, así que he tuve que hacer un montón de palanca para ascender en algunos tramos, lo que me dejaba totalmente exhausto para la bajada. A pesar de todo, subiendo por según que pendientes con plato mediano te sientes muy superior. En condiciones normales, en según que rampas pones molinillo y punto, pero cuando no te queda más remedio que seguir con el mediano, como mínimo lo intentas, y cuando lo intentas te das cuenta que ain’t no mountain high enough!!! Y vas pasando y pasando a la gente y todos miran tu desarrollo y van comentando que si estás loco y esos son los mejores momentos de la vida.

Al final, esta la meta. La tierra prometida. A pesar del barro y la lluvia, a pesar del cansancio y de los 170 kilómetros, acabas y llegas a la meta. A la ducha, con la ropa seca una buena comida en buena compañía.

Después de la comilona, con todo el cansacio a cuestas agradecí un montón que Mario me acompañase en coche hasta Lekeitio. Otro detalle más que me llevo de este fin de semana.
Gracias a Mario y a Sigüen. Espero veros pronto.