domingo, 16 de noviembre de 2008

XXX Campionat de Fons del Ripollés - Mitja marató de Ripoll


Uhhh!!! Que mal he dormido, ¿quizás el exceso de ingesta de caracoles de ayer en Tapis? No se, venga, un café. ¡¡¡Rápido, ya!!! ¿Cómo? Que no hay café, que desastre, mira que lo tengo apuntado desde hace una semana en la lista de la compra.
Bueno, me lo tomaré en la Nacional II.
Salgo de casa medio grogui. Hace frío y sopla la tramuntana. Por suerte en Ripoll no suele soplar la tramuntana.
Buuuu!!! Que mal rollo que la Nacional no ha abierto todavía, claro es domingo y son las ocho menos cuarto de la mañana. Pues nada, me tendré que tomar el café en cuanto lleguemos a Ripoll, pero eso me fastidia por que necesito ir al baño y no hay mejor laxante que un buen cafelón con leche, y todos sabemos que el efecto suele ser, si no inmediato, casi, y me gusta salir habiendo ido al baño (que bien me ha quedado este eufemismo), especialmente después de un día de comilona.
Una vez en Ripoll, donde hace un frío que pela, tenemos que ir hasta la salida, que es donde entregan los dorsales.
Voy con Artur, Silvia y Jonathan, hemos aparcado el coche en la zona de la llegada, que está a un kilómetro de la salida, así que hay que ir hasta la salida, volver al coche para quitarnos la ropa de abrigo y volver a la salida. Vaya mareo.
Una vez en la zona de salida me puedo tomar el café prometido. Me lo tomo de golpe y voy al baño. Pero parece que no hace efecto. Salgo a la calle y me pongo al sol. Ha subido la temperatura, al sol se está de maravilla y eso me relaja un poco.
Sólo quedan dos minutos para la salida y me da un retortijón, se me retuercen las tripas por un momento y pienso, “Por favor. ¡¡Ahora no!!!”.
Parece que mi cuerpo, hoy, se a empeñado en ir por otro lado en protesta de la caracolada de ayer.
Bueno, da igual, ahora no voy a ir al baño, seguro que se me quitan las ganas en cuanto den el pistoletazo de salida.
Ala, a correr!!
Empezamos por las calles frías de Ripoll en dirección este, hacía Sant Joan de les Abadesses por la carretera principal. Hasta el kilómetro tres no empiezo a entrar en calor de verdad. Hace frío y los primeros tres mil metros, se hacen por la sombra con lo que mi barriga coje un poco de fresco y además tengo una pequeña molestia en los gemelos.
Segundo aviso de mi barriga. Uf, esto me recuerda a la vez aquella en Caldetes, pero la carrera era solo de 9,5 kilómetros, hoy es media maratón. Quedan 17 kilómetros y unos cuantos apretones más que habrá que aguantar como sea.
La mitad de la carrera es en ascenso, hasta llegar a Sant Joan de les Abadesses y luego casi todo descenso de vuelta a Ripoll.
Así uno no disfruta de la carrera. Estás con la cabeza en otro lugar, más preocupado de tu esfinter que de tus piernas y por esto creo que he acabado medio cojo.
Por supuesto, no me ha quedado más remedio que dejar un buen regalo en varios WC de la capital del Ripollés.
Bueno, la parte positiva es que, Silvia, Jonatan y yo hemos hecho nuestras mejores marcas en media maratón.
Mi resultado, 1:34:45
Media: 4:31 min/km

martes, 11 de noviembre de 2008

44 Behobia Donosti

Como ya viene siendo habitual, este relato comienza con el sonido de un despertador en una mañana de domingo. En realidad, dos despertadores. Por si acaso fallaba mi despertador, Jon me ha dejado el suyo para que no me quede dormido en una mañana tan señalada.
Hoy toca correr, 20 kilómetros por asfalto, pero con subidas y bajadas importantes. Es mi segunda Behobia Donosti.
He quedado en el Tenis de Donosti. Para llegar desde Buen Pastor tengo que rodear toda la playa de la Concha y Ondarreta. A las ocho y cuarto de la mañana Donosti tiene un aspecto sensacional, ya son cientos los participantes acercándose hacia el centro para coger un autobús que se mezclan con otros cientos de personas que despiden la noche para ir a dormir.
Una vez en el Tenis, espero a María, que es la novia de un amigo de un amigo de Barcelona... ella me ha conseguido plaza en el autocar que el club ha alquilado para ir hasta Behobia. Esperamos a que lleguen todos los socios y zarpamos, por todas partes, hay un montón de personas vestidas de corredor que esperan autobuses para llegar hasta la villa fronteriza. En total, la organización ha puesto a disposición 16000 dorsales, récord de participación en esta carrera y supongo que récord de participación en una carrera de tantos kilómetros en España.
La Behobia Donosti es una carrera que tiene muchos años de historia, esta de hoy es la 44ª edición y a pesar de lo duro de su recorrido se ha convertido en una de las carreras más populares y preciadas del calendario. Para inscribirme tuve que pasar enganchado al ordenador un par de días hasta que el servidor dejó de estar colapsado. No se si esto es una moda o es que cada vez hay más locos.
En el autocar me siento al lado de un bestia parda que parece más un levantador de pesas que no un corredor de fondo. El tío me cuenta que ya la ha corrido varias veces y que siempre ha bajado de 1h:20min. Eso es un tiempo muy serio. Me comenta que hay que hacer las subidas con calma y apretar el último 10% de la subida para ir a ritmos de 3 minutos el kilómetro en la bajada. ¿3 minutos el kilómetro? "Ya veremos lo que hago macho" pienso.
Una vez en Behobía, el espectáculo es onírico, miles y miles de corredores y corredoras en cualquier lado. En las cafeterías: corredores, en los parques: corredores, en el paseo: corredores, en las calles: corredores, en los parkings: corredores... Corredores en todas partes, calentando, estirando, sprintando, haciendo colas para el servicio, desayunando algo rápido, sincronizando relojes y pulsómetros, comentando estratégias, mirando hacia el punto de salida.
Poco a poco hay que ir acercándose a los cajones de salida. Cada cajón tiene un color que coincide con los dorsales de los corredores. El mío es el rojo. Es el tercer mejor color, tengo delante a los verdes, aficionados muy locos, y a los amarillos, que son profesionales y replicantes que se hacen pasar por humanos.


Ya he calentado un poco, el paseo a ritmo de trote desde Buen Pastor hasta el Tenis y luego un par de sprints en Behobia me han calentado los músculos lo suficiente, así que me coloco en las primeras plazas de los dorsales rojos. Delante calculo que tendré a 2000 corredores como mucho.

Además tengo un par de tíos-liebre que llevan el globo indicativo de 1:30:00. Ese ritmo puede que me vaya bien. Todo el mundo atosiga a las liebres preguntando "¿oyes, y a que ritmo vas a subir Gaintxurizketa?" o "¿y vas a apretar en Mirakruz???" Son preguntas para gente muy obsesionada con los ritmos por kilómetro. A mi eso me da igual, voy a seguir mis impulsos, no los de un marca pasos.

Preparados, listos... Ya!! Salen los primeros dorsales a las 11 horas en punto. Sólo nos quedan 4 minutos. Ya tengo ganas, hoy me siento en plena forma.

Se abre nuestro cajón y nos dejan acercar hasta el punto de salida. Un petardazo anuncia nuestra partida. Algunos aplauden ,otros aprietan su reloj justo cuando pasan por encima de la alfombra roja lectora del chip y a partir de ahí a correr.

Empiezo justo por detrás de las liebres de 1:30, me mantengo durante los primeros 700 metros a su lado y al poco los rebaso, pienso que no es bueno pasar a estos tíos tan pronto, pero creo que han empezado a ritmo muy relajado. Dejamos Behobia a nuestras espaldas y llegamos a las calles de Irun, allí empiezan las subidas duras. Recuerdo que cuando corrí por primera vez esta prueba con Raoul, nos separamos justo cuando empezaban estas subidas. Una vez pasado Irun quedan tres kilómetros de subida. Hace un día precioso, sol y un poco de calor que hace que un montón de vecinos hayan salido a la calle a animar, ambientazo por todo lo alto. Llegamos al alto de Ventas, bajadita, un ultimo repecho y bajada a tope hasta el kilómetro seis (el km. cinco lo he pasado en 21 minutos, ¿voy a 4:15??? tranquiiiiilo, tranquiiiilo que queda mucho todavía), el kilómetro seis en la Behobia-Donosti es uno de los más impresionantes. Allí está el primer avituallamiento de todos y sabes que empieza lo duro. Para empezar y tienes la perspectiva de la subida a Gaintxurizketa, casi dos kilómetros de subida larga y tendida, me lo tomo con calma. Aún y así no dejo de pasar corredores y seguir el ritmo de algunos que han empezado conmigo, muchos son veteranísimos.

Los veteranísimos son aquellos que peinan muchas canas, no visten con los últimos adelantos de Nike, suelen llevar la camiseta de tirantes de su asociación atlética a la que pertenecen desde hace décadas. A primera vista pueden correr con algún vicio, ligeramente inclinados a la derecha o a la izquierda, con un brazo inmóvil o respirando de manera muy fuerte soltando algún quejido de vez en cuando, pero la mayoría corren perfectamente, sus fines de semana giran en torno a las carreras populares, cuanto más largas: mejor, ¿donde? no importa, saben la carrera de memoria, algunos han corrido tantos miles de kilómetros que no necesitan ni reloj, ni pulsometro ni las señales de kilómetro, te podrían decir los metros exactos que llevan, los que le faltan y aún te dirían que siguiendo la tangente de todas las curvas se puede ahorrar unos cuantos cientos de metros.

Los últimos metros de Gaintxurizketa, los subo apretando un poco, me giro para ver donde tengo la liebre de la hora y media, pero no logro localizarla, debe estar bastante atrás, es como buscar a Wally.

Aprieto en la bajada, todos apretamos en la bajada, a muerte, la disfruto. Empieza una zona toboganes de cinco kilómetros en la que se baja hasta el puerto de Pasajes, esta es la parte más rápida y más divertida. Llegamos a Lezo, las calles están a tope, incluso la parte más portuaria (Pasajes es el típico puerto industrial del norte con montañas de hierros, grúas, travelifts inmensos y enormes barcos de transporte de contenedores) tiene un ambiente muy acogedor.

Hay muchos niños que te tienden la mano para que se la choques, cuando necesito un poco de ánimos choco la mano de varios niños y niñas que se colocan unos detrás de otros, eso me da (como cuando juegas a un vídeo juego) extra energía, además los padres aplauden esa acción. Creando afición.

La zona de pasajes son tres kilómetros llanos, hay que remar con fuerza y mantener un buen ritmo. Lo más duro ha pasado, sólo queda Mirakruz, lo recuerdo como un muro rompe piernas infernal. Gracias a ese mal recuerdo, he ahorrado energías para subirlo a buen ritmo. El corazón se acelera y los pulmones también. Es sólo un kilómetro a tope rodeado de gente, muchísima gente, hay que pasar en fila india, parece una etapa del Tour y los espectadores te animan como si fueses el primero, emocionante. Una vez pasamos Mirakruz, quedan tres kilómetros de paseillo a toda leche. Pasas al lado del restaurante Arzak y en ese punto, si vas bien, ya alargas la zancada y empiezas a esbozar una sonrisa que se irá definiendo conforme queden menos kilómetros, de sonrisa tipo "Gioconda" de Da Vinci pasas, gradualmente a un gesto de rabia alegre.



Bajamos la Avenida Elósegui y Ategorrieta para girar a mano derecha por la Avenida de Navarra. En ese punto ya ves el mar, ¡¡¡¡venga un poco más!!! te grita la multitud. Giras a mano izquierda, ya se puede ver el Kursaal y la meta muy al fondo... poco a poco te vas emocionando. La emoción en estos momentos no es muy recomendable, hay que controlarla, has hecho una buena carrera y tienes que llegar sano y salvo. Mucha gente, de la emoción se olvida de respirar y se desmaya a pocos metros de la llegada. Los últimos metros son motivo de excitación, levantas los brazos y te vas diciendo "bieeeeen, coño, bieeeeen!!!!!! Siiiiiiii!!!!!", te das la mano con los que llegan a tu lado o les das una palmada en la espalda, buen trabajo!!

Efectivamente, yo y mi cuerpo hemos estado en sintonía, hemos tenido el día. Nos merecemos unos buenos pintxos y doy fe que no los vamos a perdonar.


Tiempo: 1:24:22
Media min/km: 4:14
Posición total: 1560
Posición por categoría: 1126

domingo, 2 de noviembre de 2008

Duatlón de Puig-Reig


Me levanto de la cama a eso de las seis y cuarto de la mañana. Rápidamente corro a encender el ordenador para ver el radar de lluvias. Cuando se carga el mapa de Cataluña, me pregunto: "¿Donde esta Cataluña?" Pues resulta que está debajo de una inmensa capa de nubes de diferentes colores que miden la intensidad de las lluvias que han caído durante la noche y siguen cayendo en ese momento.

Me temo que, como mínimo, hoy vamos a acabar bien embarrados.

El silencio en casa es total, con cuidado de no hacer ruido, me hago un zumo de naranja y me visto. Bien abrigado, parece que hace frío ahí fuera.

Saco la bici del trastero y salgo a la calle. Jordi, un compañero del gimnasio me ya me está esperando con un amigo suyo. Cargamos la bici y nos vamos.

Pasado el peaje de Figueres diluvia. Durante todo el viaje no deja de llover ni un momento.

Una vez en Puig-Reig, entramos en el polideportivo para coger nuestros dorsales, a pesar de jarrear, a la gente se le ve contenta y con ganas de hacer la carrera. Yo ya me imagino completamente empapado antes de empezar la carrera y creo que todos los participantes también. Pero al poco rato, la organización de la carrera, nos informa que dadas las circunstancias y la persistencia de la lluvia, no se va a celebrar la carrera.

Para ello nos aseguran que el tramo en bicicleta es impracticable y que preven tantos abandonos que no van a dar a basto con el coche ni con la ambulancia.

Tras un pequeño momento de desilusión, puesto que nos volvemos con las manos vacías, aplaudimos la decisión y nos vamos a desayunar un poco antes de volver a casa.

A la vuelta nos llueve todavía más si cabe. La lluvia no entiende de domingos.

¿Pero a quien se le ocurre?

domingo, 19 de octubre de 2008

Duathlón de Alta Montaña de Queralbs 2008


Sin que haya sonado la alarma todavía, decido levantarme. A pesar de no haber dormido muy bien y de estar cansado de la master class de spinning que hicimos el sábado en el gimnasio, debo levantarme puesto que tengo la bici todavía dentro del coche desmontada. He compartido la habitación con nueve personas y alguno que otro roncaba de mala manera. Suerte que llevaba tapones para dormir.


Después de haber desayunado en el albergue donde he dormido, donde creo que había pasado unas convivencias con la escuela, monto la bicicleta y comienzo a subir a Queralbs. Todavía no ha amanecido, pero no hace nada de frío, una vez en la plaza desde donde se va a dar la salida, me quito la chaqueta y la guardo en la mochila.


El inicio de la prueba se da con cinco minutos de retraso, a las ocho y cinco minutos.


La salida es desde la plaza de Queralbs (1230 mts.), montados en las bicis salimos del pueblo en subida y a tope. Los primeros metros se hacen sobre asfalto, pero al cabo de poco se pasa a pista, ancha y sin dificultades técnicas, pero con bastantes piedras sueltas que hacen que la gente circule en tres carriles. Si se quiere adelantar hay que hacerlo por la parte sucia. La pista sube serpenteando por la ladera de la montaña hasta Fontalba, 2075 mts, durante once kilómetros y medio.



Una vez en Fontalba, debemos de descender de las bicis y dejarlas, junto con el casco y las zapatillas de con calas, en la zona de transición. La vista desde Fontalba es espectacular, abajo, sólo se ven nubes y arriba nos espera el Puigmal, 2930 mts. Una vez arranco me doy cuenta de la magnitud de la ascensión. Por toda la vía que hay que cubrir, ya se puede ver un montón de participantes que han iniciado la ascensión, obviamente, no alcanzo a distinguir más allá de unos cuantos centenares de metros, más adelante los corredores se confunden con la vegetación. Pero conforme yo también voy ascendiendo, y salimos de algunos bancos de niebla, puedo ver hasta donde ha llegado la serpiente multicolor de los participantes así como todos los que siguen.



El ritmo es bastante bueno, siempre caminando, algunos lo pueden hacer más rápido que otros, pero acabo con el mismo grupo con el que he empezado. Por momentos pienso que no lo voy a poder mantener durante mucho tiempo. Son casi cinco kilómetros de ascensión continua con algún descanso en los que se puede apretar y sólo un avituallamiento.

Justo antes de coronar la parte más alta hay otro descanso y llego con ánimos de pedir a una espectadora que me haga una foto.



Sale un poco borrosa por que llevaba la cámara en el bolsillo trasero de la camiseta y la lente se empañó.

Después de dar las gracias, continuo el camino. La bajada del Puigmal se hace por la parte que da al Santuario de Nuria. Por esa parte de la montaña hay más niebla. La bajada es muy divertida durante los primeros metros. Pero pronto noto que las rodillas y músculo del muslo no están acostumbrados a semejante esfuerzo. Decido bajar el ritmo. Además, hay zonas en las que se debe de ir con mucho cuidado. Mucha piedra y muchas rocas húmedas. A pesar de ello hay zonas en las que se puede apretar y correr a gusto y buen ritmo. A mitad de bajada me da un calambre en un de mis abductores, paro a hacer estiramientos y un leve masaje. Por suerte surge efecto y puedo continuar. Tras cuatro kilómetros de bajada, ya casi cuando estoy llegando al Santuario, pero me empiezan a doler los pies, la planta en particular. Temo que me hayan salido ampollas.


Una vez en el Santuario de Nuria, 1960 mts, hay que tomar una GR, durante 5 km, que lleva de nuevo a Fontalba, hay que ascender bastante más de lo que me pensaba por un sendero muy bonito con muchas piedras y raíces rodeado de vegetación. Una vez se alcanza la cota máxima de la GR volvemos a bajar suavemente hacia la zona de transición rodeando un pequeño valle que se puede hacer corriendo en su gran mayoría.






Ah!! con que gusto me he sentado al lado de mi bicicleta y me he preparado tranquilamente todo para iniciar el descenso. Al ponerme las zapatillas me he vuelto a notar unos calambres en mis abductores, que supongo que los tenía muy abandonados.


El descenso en bicicleta habría sido un regalo de no ser por lo cansado que estaba y sobretodo de las piedras. Al tener que ir con el culo levantado todo el rato las piernas se me resentían un montón y no ha sido hasta llegar a la zona asfaltada que de verdad he notado que ya había acabado. Al final 4:22 brutos (3:58:24 neto) distribuidos de la siguiente manera, en tiempos netos:


Primer tramo en bici (11,5 km): 1h 12 min

Ascensión al Puigmal (5 km): 1h 10 min

Descenso a Nuria (4 km): 38 min

Sendero hasta Fontalba: 1 hora

Descenso hasta Queralbs: 15 minutos
Posición: 376/741

domingo, 12 de octubre de 2008

9th Venture Quest Fountainhead Regional Park


Antes

Suena una música a todo trapo, pronto me doy cuenta que esta música no tiene ningún sentido dentro del contexto en el que me encuentro, estoy paseando plácidamente por unos prados verdes rodeado de cumbres nevadas que deben de ser de los Alpes y, de repente, una música estridente rompe la armonia y tranqulidad de la escena, tiene que ser un sueño.
Salgo de mi sueño y me despierto, esa música es el despertador de alguien que no soy yo y me pregunto: ¿cómo, donde, cuando, quién y por qué? Poco a poco empiezo a atar cabos y recuerdo que estoy en un pueblecito de Virginia, no se cual, cerca de Washington, D.C. con Raoul, y que él me vino a buscar ayer a la capital de los EEUU desde su casa para ir juntos a Fountainehead y hacer una carrera por parejas en la que Raoul y yo somos el equipo Barcelona.
Previamente he tenido que ir desde Figueras a Barcelona, de Barcelona a Madrid, y de Madrid a Washington, con comida en la Barceloneta, visita al Prado, cañas y boquerones en Pozuelo, retraso de avión en Barajas, dormir en el youth hostel de Washington, visitar el Mall y Arlington Cementery y comprobar la ruta de bici de montaña con la bici de Raoul de la carrera del domingo en menos de 72 horas. Demasiado para el cerebro humano, bueno, almenos para el mío.
Y por si eso fuera poco el domingo madrugón importante para una machacada que promete.
Todavía con los ojos medio cerrados, nos metemos en el coche dirección Fountainhead Regional Park, compramos algo de desayuno en una gasolinera y por el camino, en el coche, empezamos a beber un café americano con leche, zumo, fruta y un donut americano. Todavía no ha amanecido, hace un poco de frío y mucha humedad. Espero que no haya barro en los caminos.
En el parking del parque ya hay un montón de participantes preparando las bicicletas y toda la equipación necesaria que hay que dejar en la zona de transición. Raoul lo tiene todo super preparado, las bicis, bidones de agua, bebidas energéticas, geles y glucosas, frontales, brújula (gps not allowed) camelbak para los dos, etc.
La carrera es compleja, no se trata de la típica "tira pa lante y ya llegarás".
Me explico, el día antes sólo nos han hecho un briefing introductorio en el que nos han explicado en que va a consistir la carrera y cuales son las reglas. Entre que la charla es en inglés, lo complejo de la carrera y que estoy agotado por el viaje, no me entero de nada, suerte que tengo a Raoul al lado y que es ingeniero. Al final de la charla el speaker nos pregunta ¿Que flechas debemos seguir en a primera vuelta en bici? Yo pienso: ¿las azules?, todo el mundo contesta: ¡Las rojas! vaya me he equivocado. El speaker vuelve a preguntar: ¿Que flechas debemos seguir en la segunda vuelta? Vuelvo a pensar: esta vez si: ¡Las rojas! pero todo el mundo contesta: ¡Las azules! Menos mal que Raoul lo ha entendido todo bien, a partir de aquí delego en él todo lo que tenga que ver con invertir esfuerzo mental en la carrera.
Poco antes de la carrera nos dan la última herramienta necesaria: un mapa en el que se encuentran señalados todos los puntos de control, check points, CP, quince en total. Diez, señalados del 1 al 9 y el último, se tienen que cumlir secuencialmente y los demás, diferenciados por colores, se pueden completar según la estrategia de cada equipo.
Nuestra estrategia se basa en "bueno, vamos haciendo y según se nos vaya ocurriendo por el camino".

Al primer CP hay que llegar corriendo, ningún problema, al segundo hay que volver corriendo a los boxes para coger la bici y dirigirse al tercero, (seguimos las flechas rojas), Raoul le da bien a la bici, tiene muy buena técnica y me digo una y otra vez: "no está nada mal para lo viejo que es" me rio, que cabrón soy y en estas aparece un tronco en medio del sendero y me pego una nata bastante espectacular en bici, es lo que tiene ir en bici ajena y no concentrarse en lo que estás haciendo.
Volvemos a los boxes, ahora toca encontrar la mayoría de los CP de colores (rojo, blanco y azul y completar los controles hasta el nº 6. Aproximadamente 6 millas de sendero y treking off road que hacemos al trote. Entre el punto 4 y 5 hay que cruzar el río con un flotador y una cuerda que cruza el río de orilla a orilla. Una vez en el punto 6, Bull Run Marina, tenemos que coger una canoa y a remar. Al principio se me hace gracioso. Yo vou en la proa. A mis espaldas, osea en la popa, Raoul, que va controlando el rumbo. Yo remo sin prisa pero sin pausa, encima de la canoa hace calor y a duras penas sopla el viento. Adelantamos a tres canoas. Una vez llegamos a Fountianhead Marina, tenemos que subir la canoa cuesta arriba hasta la zona de transición. Parece que, después de una hora y media remando, la canoa haya engordado 100 kilos.
Toca bici otra vez. También parece que mientras hemos hecho el treking y la canoa nos hayan rellenado el cuadro de la bici de plomo. Llegamos hasta el punto de control 8 muy bien, cansados pero bien. Ya sólo quedan dos CP's de color y el CP 9 y la meta final, ¡¡pan comido!!
Para hayar el puto púrpura necesitamos 15 minutos, pero el verde se nos resiste, al principio seguimos a tres payos que parecen autenticos cracks, pero que van tan perdidos como nosotros. Buscamos por quí y por allá este y vamos al este y al oeste del río par encontrar el punto verde, pero nada. La zona parece las Ramblas, todo el mundo se pregunta lo mismo, ¿Where the fuck is this green check point? Encontramos a un participante, en modalidad solo, que está deseperado, me comenta que está harto y que quiere irse a comer pizza, es un razonamiento muy respetable. Yo empiezo a desesperarme, ya les vale a los organizadores haberlo puesto tan chungo el último CP de color. Al final encontramos a un grupo de tres chicos que nos explican que están siguiendo un sendero para caballos marcado en el mapa que nosotros no nos habíamos fijado que aparecía en el mapa y que lleva en la dirección correcta. ¡¡Lo teníamos delante de las narices!! Que rabia. Al final llegamos antes que el grupo de los tres y como recompensa decidimos chivarles el lugar donde está el CP verde. Volvemos lo más rápido que nos permiten las piernas hacia las bicis.
El último tramo en bici nos lleva bastante tiempo en completarlo. Raoul va a tirones y mantiene un ritmo muy irregular, a veces no le puedo seguir y otras se queda muy atrás, hay que llegar los dos juntos y él lleva el chip con el que debemos hacer el check point. Así que le espero. A diez metros de la llegada, todavía escondidos en el bosque, Raoul se para y me dice con seriedad germánica: "Esperate sólo un minuto!" ¿que es un minuto sobre un total de siete horas y cincuenta y cinco minutos totales que llevamos en pié de guerra? hago el cálculo mientras espero agarrado a un árbol, no llega ni al 0,5%. Espero callado, hay que hacer una entrada triunfal y si hay que esperar se espera. "Ya! vamos! Dale caña Pablo!!"

Una vez acabada la carrera lo celebramos con unas pizzas y unos gatorades, en los EEUU no mezclan deprte con bebida, sacrilegio, deben de hacerse cruces con las esponsorizaciones de carreras com esta en Europa.
Ahora sólo nos queda lo más fácil, llegar a casa de Raoul, en Chapel Hill en Carolina del Norte a 400 kilómetros de Fountainhead. Ahora toca relajarse, por suerte Raoul y su mujer, Sabine, me han tratado como si fuera de la familia durante estos día y me he vuelto como nuevo a casa.
Jodidos pero contentos
¡¡Habrá que repetir!!

viernes, 3 de octubre de 2008

Retraso en el vuelo 6187


Meto las maletas en el coche. Como siempre, me da la sensación de que me dejo algo. Bueno, pasta, pasaporte y maleta están seguras.
Una vez en el aeropuerto, mi hermano y mi madre me dejan en la zona de "Salidas" de la terminal 4. Allí hay un montón de coches aparcados en doble fila. Los municipales están recetando a diestro y siniestro. Para ello se tienen que tragar las broncas de conductores que han ido a acompañar a alguien y han sobrepasado los dos minutos permitidos para estacionar el coche. Me despido de la familia. Facturo rápidamente, paso el primer control quitándome el cinturón. Una vez dentro de la terminal 4 norte debo de coger el tren que cruza las pistas hasta la terminal 4 sur, el edificio satélite, donde hace ya casi seis años había empezado a trabajar.
Una vez allí busco la sala Velázquez, donde pienso atiborrarme a sandwich y cerveza hasta que embarque. Entro en la sala y la recepcionista me comunica que por motivos técnicos, el vuelo lleva un retraso de seis horas "jooooooder" pienso. Tras unos segundos de reflexión me adentro en la sala y me siento en las primeras butacas que encuentro.
Ya no tengo más hambre, sigo pensando: ¿Y ahora qué? Llamo a mi padre, este me dice que trate que me cambien al vuelo a NYC.
Voy a la recepción de la sala. Sigue la misma chica y me ha reconocido, así que no hace falta que introduzca el problema.
- Que tal... ¿Podría cambiar la combinación? Por ejemplo coger el de NYC y de allí volar a Washington.
- Un momento que se lo miro. - La chica comienza a mirar en la pantalla del ordenador. En ese momento entra una chica en la sala que saluda a las dos recepcionistas- Hola chica - le responde, y rapidamente se dirige a mi para decirme- Caballero, tenemos plazas libres en el vuelo a NYC pero deberemos encontrar un vuelo que no sea de la alianza para Washington, es decir, que deberá pagar para ello.
- Bueno, míreme el coste de ese vuelo, por favor.
- Si señor.
En ese momento, la chica que ha entrado hace unos segundos en la sala aparece en la recepción mientras se viste con la chaqueta del uniforme de recepcionista y observa las gestiones que está haciendo la compañera que me está atendiendo.
- ¿Que le haces un canvio?
- Si, debe llegar a Washington, a Dulles.
- Ya me encargo yo guapa. Ya te puedes ir si quieres.
- ¿Te ocupas? Vale, ya le he encontrado estos vuelos, debes llamar a platinum y que te hagan los cambios.
- Vale.Te firmo y cierro tu sesión. Bueno, buen fin de semana.
La chicas cambian en menos de quince segundos.
- Adiós. Que vaya bien.
- Ciao.
- Adiós y gracias- digo yo.
- Caballero, ahora debo de llamar a la central de reservas platinum y confirmar los cambios- Me comenta mientras marca el teléfono a toda velocidad y empieza a hablar con la persona que se encuentra en el otro lado del teléfono- Hola mira tellmo de la Velázquez, ¿como lo hago para cambiar una reserva? ... Si, es que se ha retrasado el vuelo a Washington y hay un pasajero que quiere cambiar el vuelo para coger el de NYC de las 17:00... No se... Ahh que es por millas... Bueno, si me haces el favor... Si, hay business libres... ¿no hay problema? Pues vale, cógelo... Si, y ahora deberíamos tenerle un cambio, ah que al ser por millas debe pagar... prefiero que lo consultes con el pasajero que lo tengo aquí delante... Caballero, le paso con la persona que nos está realizando el cambio. Según me dice por el vuelo de NYC a Washington deberá pagar, prefiero que lo consulte usted mismo.
- De acuerdo, gracias... Si, hola.
- Buenas tardes, tenemos la posibilidad de reservarle el vuelo de JFK a Washington que sale a las 22:35 y llega a las 23:50 a Washington. Cuesta 153€ todo incluido.
- Vale, de acuerdo.
- Por favor, deme los datos de su tarjeta de crédito y su nº de teléfono.
A los dos segundos de habérselo dado, recibo un mensaje en el móbil donde me indican mis datos personales y la confirmación de mi plan de vuelo. "Que velocidad" pienso.
- Caballero, deberá recibir en breves segundos el nuevo plan de vuelo. - Me dice mientras compruebo el mensaje.
- Si señora, ya lo he recibido, pero los datos qu figuran son los del titular de la trajeta platino y yo soy uno de los beneficiarios.
- Vaya, ahora lo veo, espere un momento por favor- Mientras tanto, no deja de entrar y salir gente en la sala, la mayoría hombres trajeados- Ya lo tiene.
Recibo otro mensaje y esta vez si que está todo correcto.
- Si todo está correcto, hágame el favor de pasarme con la supervisora de la sala, gracias y buen vuelo.
- Si, todo correcto, le paso.
Le doy el teléfono a la chica de recepción y esta lo coge con la idea de colgar.
- No, perdone, la telefonista me ha dicho que quería hablar con usted.
- Ah! Gracias- coje el aparato y por la cara parce que la otra le está cantando las cuarenta.- Ya... ya... si, es que yo no sabía que no era el titular, me lo ha pasado mi compañera que acababa el turno jjusto en ese momento... Es que normalmente no comprobamos si el pasajero es el titular de la tarjeta... Imaginate, se me forman unas colas enormes entonces... Si, ya pero no lo comprobamos nunca, si hay veces que me viene un niño de 10 años que está claro que no es el titular y no le pongo problemas... Bueno, oye, muchas gracias. Adiós.
Cuelga mientras la manda a tomar por culo entre dientes.
- Es que normalmente no deberíamos haberle hecho el cambio. Pero bueno, ya está hecho. Sólo falta imprimirle la trajeta de embarque nueva. ¿Me permite de nuevo su tarjeta de embarque?
Cuando ve la tarjeta se queda pálida.
- ¿Ha facturado equipaje usted?
- Si, una maleta.
- Vaya esto complica las cosas. Pensaba que no llevaba equipaje. Ahora debo de llamar al muelle de carga y pedir que localicen su equipaje y lo carguen en el vuelo correcto- vuelve a marcar el teléfono a toda leche- ¿Muelle? Mira te llamo de la sala Velázquez para ver como localizamos un equipaje con destino a Washington que ha cambiado de destino... Si, sale del satélite... ¿Que número es? ... Vale gracias... ¿Muelle Sur?... Si, para cambiar un equipaje ya facturado de destino... A Washington... Al de NYC de las 17:00... ¿Difícil? .... ¿Lo puedes intentar?... Vaya.
En ese momento me temo lo peor.
- Caballero- comenta la recepcionista mientras tapa el auricular del teléfono- me comentan que lo único que podemos hacer es enviarle el equipaje a su domicilio en Washington.
Paciencia macho, ella no tiene la culpa de esto.
- No, no, eso no puede ser de ninguna manera. ¿Que otra posibilidad hay?
- Volverle a facturar en el vuelo 6187.
Más vale pajaro en mano que maleta volando.
- De acuerdo, apenas voy a pasar unas horas en Washington.
- Si ¿muelle? muchas gracias todo solucionado - Cuelga el teléfono- Bueno, pues ahora tenemos que volver a ponerle en el vuelo anterior. Deberé llamar a platino otra vez.
Sólo espero que no haya ningún problema con la que nos ha atendido antes. La chica llama y por lo que veo la han debido de poner en espera. Al final, atienden su llamada y empieza a explicar todo el entuerto. Mientras tanto yo doy paseos circulares por la recepción sin parar de comer caramelos que hay en una bandeja de una de las mesas.
- Caballero, tardaré algunos minutos, si quiere puede sentarse, yo le llamaré por megafonía.
- Se lo agradezco. Muchas gracias.
- A usted.

lunes, 29 de septiembre de 2008

El gran mito de la maratón (III)

Hasta ahora hemos hablado de los orígenes y la distancia de las maratones y creo que ya es hora de pasar a hablar de los protagonistas de la prueba reina del atletismo de fondo.

Todos los participantes de una maratón, ya sean profesionales o no se convierten en los protagonistas de la carrera, pero los humanos siempre queremos hablar de estrellas, dioses y metafísica.

En la historia centenaria de la maratón han existido grandes corredores de fondo que se han hecho hueco en el monte del Olimpo, pero yo me voy a centrar en tres que, sin haberlos conocido ni visto correr, forman mis heroes particulares.
Emil Zatopek “la locomotora humana” y Abebe Bikila.

Emil el Terrible o La locomotora humana.

Nosotros somos diferentes. Si quieres ganar algo, corre los 100 metros lisos. Si quieres experimentar algo más, corre una maratón”. E. Zatopek.

Helsinki, verano de 1952. El checoslovaco Emil Zatopek, revalida el título de campeón olímpico conseguido en Londres ’48 en los 10.000 metros y supera el subcampeonato con la medalla de oro en 5.000. Con dos medallas de oro cualquiera se hubiese dado por satisfecho. Pero Zatopek, iluminado como un genio, decide apuntarse a última hora en la maratón consiguiendo la tercera medalla de oro. Todavía hoy no se ha repetido este triplete en estas distancias.
Los entrenamientos de Zatopek eran conocidos por ser brutales. Entrenaba bajo cualquier circunstancia, nevase, lloviese, tronase o hiciese un calor abrasador, estuviese cansado o enfermo. Le gustaba entrenar con botas militares y muy abrigado, hacer cambios de ritmos en subidas, basados en el entrenamiento fartlek que, en contra de algunas opiniones, no inventó él si no el entrenador sueco Gösta Holmer durante los años 30. Se cuenta que antes de las olimpiadas de Londres ’48, durante diez dias realizaba 60 series de 400 metros. Glubs!!!!
Zatopek al respirar hacía ruidos para poder ventilarse y respirar mejor, casí como una locomotora o un animal. Era una especie de Muhammad Alí del fondo y tiene un enorme repertorio de frases algunas muy acertadas, otras más provocadoras. Me quedo con la primera y con esta:

“Un corredor debe correr con sueños en su corazón, no con dinero en su bolsillo”

Abebe Bikila, el guardaespaldas.

Nacido en el seno de una familia de pastores etíopes, Abebe viajó a Addis Abeba para ingresar en el cuerpo de guardaespaldas imperial de Haile Selassie. Allí destacó como atleta pero el seleccionador no se fijó en él para llevárselo a las olimpiadas de Roma ‘60. Poco antes del despegue del avión, el primer seleccionado, Wami Biratu, se rompió el tobillo jugando al fútbol y el seleccionador incluyó en el último momento a Bikila, que iba de segundón junto con Mamo Wolde (oro en México ’68).
Bikila corrió descalzo toda la carrera y se convirtió en el primer africano en conseguir un oro olímpico. Las imágenes de sus pies descalzos pisando las calles y vías de la ciudad eterna son impresionantes y ponen los pelos de punta.

Volvió a Etiopía convertido en un héroe.
Durante los cuatro años previos a las olimpiadas participó en varias maratones, ganándolas todas excepto un quinto puesto en la Boston Marathon.
Un mes y medio antes de viajar a Tokio con motivo de las olimpiadas del ’64 Bikila padeció una apendicitis aguda de la cual tuvo que ser operado. Dicen que mientras todavía estaba de baja se escapaba por las noches a correr por el patio del hospital simplemente por gusto.
Cuando llegó a Tokio, Bikila no pensaba participar en la maratón. No obstante, esta vez, Asics, la marca japonesa de zapatillas deportivas patrocinaba a la selección etíope y las presiones comerciales empujaron al etíope a correr calzado. Ganó estableciendo un nuevo record.
Al acabar dijo que podría haber corrido durante otros diez kilómetros.
En México ’68 volvió a correr, pero a mitad de carrera abandonó por problemas en la rodilla. Su compañero Wolde, eclipsado por la figura de Bikila durante nada más y nada menos que ocho años, por fin consiguió su momento de gloria al conseguir el oro, no obstante comentó que si Bikila no se hubiese hecho daño, hubiese ganado la prueba. Nunca lo sabremos.
Sólo el alemán Waldemar Cierpinsky ha logrado igualar dicha proeza.

jueves, 25 de septiembre de 2008

El gran mito de la maratón (II)


La distancia

Como ya decía en la entrada anterior, la maratón deriva de la distancia entre las ciudades griegas de Maratón y Atenas. La distancia entre ambas es de, aproximadamente de 40 kilómetros. Así que la primeras competiciones oficiales fueron de, aproximadamente, 40 kilómetros.

Sin embargo, hoy en día la distancia oficial de una maratón es de 42, 195 km (en millas 26,385), ni un metro más ni un metro menos.

¿A que se debe este cambio, en apariencia tan caprichoso? Como casi todo en esta vida, tiene una explicación donde la leyenda se mezcla con la verdad y donde las millas quitarán protagonismo al sistema métrico decimal.

Todo se debe a los ingleses y sus Olimpiadas celebradas en Londres ahora hace un siglo. Cuesta imaginar al Comité Olímpico Internacional de por aquel entonces discutir sobre la conveniencia o inconveniencia de alargar la carrera unos cuantos miles de metros por puro egoísmo y capricho de la Familia Real Británica para poder ver la llegada delante de sus narices. Pero así fué, y no solo la llegada si no la salida. No obstante, la modificación de esta distancia no fué culpa exclusiva de la la Familia Real, otro poder fáctico tuvo la culpa.


En esos tiempos, la prensa local inglesa ya debía de gozar de un poder y prerrogativas, que ya quisieran muchos medios para sí hoy en día. Un periódico aprovechó (anticipandose al COI) para publicar el recorrido de la maratón en exclusiva que comprendía los 40 kilómetros justos.

Después de esa publicación prematura, tanto el COI como la Asociación Olímpica Británica tuvieron que basarse en ese recorrido, pero debido a que lo publicado en el periodico atravesava múltiples vias de tranvía así como muchas calles mal adoquinadas, se decidió canviar varios de los tramos finales de la carrera. Esto implicó el alargamiento de la distancia hasta llegar a las 26 millas de distancia desde la salida, en el Castillo de Windsor, donde sólo la familia Real pudo disfrutar de la salida, hasta la llegada en el Estadio Olímpico de White City de Shepherd's Bush más una vuelta al estadio, lo que sumaba 26 millas con 586 yardas y 2 pies. Sin embargo la meta, de esta manera no cuadraba con el Palco Real, así que en vez de darse la vuelta en sentido contrario a las agujas del reloj se hizo a favor de las agujas del reloj y así la distancia quedó en las definitivas 26 millas 385 yardas actuales, que es lo que casi equvale a los 42,195 kilómetros, y escribo casi por que no es la misma distancia.

Incluso en el sistema métrico anglosajón presenta dos variantes, la de 26 millas y 385 yardas y la redondeada de 26 millas y 220 yardas, la diferencia entre ambas a penas dista de dos metros.

Otro de los mítos de la distancia de la maratón es el de decir que a partir de entonces se empezó a correr esta distancia, cuando existe constancia de que se volvieron a correr varias maratones con distintas distancias, y no fué hasta 1921 (no se sabe con exactitud por qué) cuando se estableció la distancia en los actuales 42,195 kilómetros.

No obstante la maratón de las olimpiadas de Londres pasó a los anales de la historia como "La Carrera del siglo" y fué recordada durante tiempo por lo que parece que al final el componente emocional ayudó a establecer la distancia definitiva.



domingo, 21 de septiembre de 2008

El gran mito de la maratón (I)


La marathon es una de las pruebas más importantes del atletísmo olímpico y popular, probablemente la más épica de todas puesto que su génesis está basada en la leyenda y se remontan a las mismisimas guerras entre griegos y persas, cinco siglos antes de que naciese ese al que llamaron Jesús, en la ciudad de Maraton, situada al noroeste de la capital griega.

A pesar de lo altamente civilizados que estaban, ya por aquel entonces, los griegos, no existía la telecomunicación tal y como la conocemos hoy, es decir, no existía ni Wifi ni ADSL ni tan siquiera los móviles con Bluetooth.

No obstante la telecomunicación existía como concepto y recordemos que el sufijo tele- proviene del griego y significa distancia.

La leyenda de Filípides

Así que cuando los atenienses ganaron la guerra contra los persas mandaron a un heraldo con la buena noticia a Atenas. El nombre de este heraldo es incierto y ha sido bastante discutido por historiadores de todas las épocas, aunque la versión más generalizada sobre el mismo es el de Filípides.

Así que el mensajero Filípides comenzo a marchar raudo hacia Atenas, puesto que si no comunicaba la nueva rápidamente, las mujeres de Atenas matarían a sus hijos antes que llegasen los persas y secuestrasen a los niños atenienses para incorporarlos de peones en sus ejércitos de bárbaros.

Cuando llegó a Atenas, a Filípides sólo le dió tiempo de decir algo de que le dolían mucho los piés por que a las Nike Air JesusCrist se les había petao la cámara de aire y lo había pasado muy mal en la subida final de la escarpada colina del Panteón y sin decir más se desvaneció asfixiado y abandonó la vida.

Filipides, no era ningún matado dentro del cuerpo de mensajeros del ejército Ateniense, y por lo visto cuenta con otra proeza, a la que por suerte no se le ha hecho mucho caso (y ahora sabréis por qué lo digo) y gracias a tenerlo en su CV le escogieron a él para marchar a Atenas ese día y pasar a la historia. Por lo visto el tío contaba con el récor de larga distancia de entonces y en dos días había llegado a correr 240 kilómetros para requerir más tropas en algún punto de la Grécia antigua.

Por suerte los señores del COI se decantaron por la leyenda más light, aunque hoy en día nos encontramos con gente empeñada en recuperar la cara oculta de Filípides y fruto de ello han surgido pruebas tipo Ironman, Marathon des Sables y otras nimieces distancieras.

Los Juegos Olímpicos modernos

Al Barón de Coubertin le ponían los mítos sobre los juegos olímpicos de la Grécia antigua de tal modo que consiguió convencer a varios países por aquel entonces para que se retomara la tradición perdida. Obviamente greci fué uno de ellos y además fué la anfitriona de los primeros juegos olímpicos. Rápidamente se escogieron los deportes en los cuales habría competición y se decidió que la prueba reina sería una carrera de larga distancia basada en los 40 kilómetros que corrió Filípides a la cual llamarían Maratón.
Esa competición la querían ganar los griegos. Un oficial griego, llamado Papadamiantopoulos se encargó de formar a la selección de maratonianos (trece en total frente a sólo cuatro de otros países) y entre ellos estaba un pastor de cabras que había realizado la mili a su servicio y que Papadamiantopoulos recordaba que tenía gran resistencia física. Su nombre era Spyridon Louis.

Louis entró por detrás de un atleta muy preparado de Australia en el estadio y en la última vuelta lo alcanzó en medio del delirio de todos los espectadores helenos.

El rey de grecia lo gratificó con un carro para que pudiera transportar agua desde el pozo más cercano a su casa. Algo comparable a que hoy te recompensasen con un Hummer.




lunes, 15 de septiembre de 2008

IXª Triatlon Sprint Marina de Empuriabrava



He completado con bastante éxito mi primera participación en una triatlón. Para empezar decidí inscribirme en la Triatlón Sprint BTT de Marina Empuriabrava, más cerca imposible y, además, la única triatlón en modalidad Sprint en la que se debe de participar con una bici de montaña.
La modalidad de triatlón Sprint es la mitad de una triatlón olímpica, es decir, 750 metros nadando, 20 km en bicicleta y 5 km corriendo. Podrían haberla bautizado de otra manera, como por ejemplo media triatlón, pero “Sprint” le viene como anillo al dedo ya que vas a tope la mayoría del recorrido.
A las doce en punto desde el puerto Bahía (uno de los muchos puertos interiores de la Marina de Empuriabrava) se da la salida a los casi 200 participantes de la prueba. Dado la estrechez del muelle desde el que salimos, los jueces de la prueba van dando la salida conforme vamos tirándonos al agua.


A pesar de todo, la aglomeración inicial es inevitable.
Me habían advertido en reiteradas ocasiones que los momentos más complicados de las triatlones son dos: la salida y la transición de bici a correr.
Para empezar, tirarse al agua de cabeza con tantos cuerpos flotando en el agua hubiese sido bastante temerario, así que me tiré de pies intentando encontrar un hueco entre una decena de personas que estaban justo debajo mío con bastante miedo por que era difícil diferenciar lo que era agua de lo que no. Una vez en el agua empieza una verdadera guerra. Cuando sales a la superficie lo primero que ves es un montón de cabezas, pies, brazos y espuma por todos lados. Me pongo a “nadar” si es que así se puede definir el avanzar entre cuerpos, patadas y manotazos. Durante las primeras brazadas hay que sacar la cabeza frontalmente.
Poco a poco vas notando que nadas con un poco más de espacio para ti solo. Cuando ya debemos ir por la mitad comienzo a cansarme, nado a braza y crawl pero eso no impide que empiece a desorientarme un poco, al final acabo escorándome hacia la izquierda del canal y me topo con el casco de uno de los veleros allí amarrados. El propietario del velero me dice algo en alemán mientras me indica la esquina en la que debemos torcer a la izquierda para entrar al puerto de caballito de Mar, donde se encuentra el final de la primera prueba, llego casi sin fuerzas para las últimas brazadas pero animado por que la parte incógnita de la triatlón ya ha pasado.
Hay que salir del agua mediante una escalera y de allí se pasa a la zona de transición mediante una larga alfombra roja.

Ya en mi silla, me calzo las zapatillas de bicicleta, me pongo gafas y el casco y corro con la bici en mis manos hasta que los jueces me permiten montarme en ella. Una vez encima de la bicicleta me pongo los guantes y el dorsal y respiro un poco, de momento y durante los primeros diez kilómetros solo voy con el plato mediano, pero eso me sirve para adelantar a bastantes participantes. A la vuelta ya he calentado lo suficiente motores y encuentro un grupo que va con plato grande y a piñón fijo, nos vamos turnando durante casi cinco kilómetros con puntas de cuarenta y dos km/h, de momento se me está dando bastante bien.


Pero ahora llega la parte más complicada. Bajo de la bici, corro hasta mi silla, me quito las zapas de bici y me pongo las de correr, estoy a tope de pulsaciones y las piernas me tiemblan, fuera casco y a correr, ahora todo se viene abajo, este cambio no lo había preparado como se debe, los primeros 500 metros se me hacen durísimos, la sangre no me llega a la cabeza y estoy a punto de que me de un blancazo. A parte, las piernas no me responden. Podría haber continuado varios kilómetros más encima de la bici a tope, pero mover las piernas ahora para correr se me hace extraño. Los músculos de la bici no contribuyen para correr, y son un tope para los músculos de correr. Al cabo de dos kilómetros y un poco de agua ya parece que mis piernas empiezan a despertar. Acabo el último kilómetro a muy buen ritmo.

Al final mis tiempos parciales han sido (transiciones incluidas en los tiempos):

Natación: 10 min 51 seg
Bici: 43 min 59 seg
Correr: 21 min 46 seg

Total: 1 h 16 min 51 seg


lunes, 8 de septiembre de 2008

Burriac Atac 2008



Parece mentira lo rápido que pasa el tiempo. Hace ya un año del último ataque al Castillo de Burriac, el tiempo vuela.
Burriac es, para muchos de los amantes de la larga distancia, el principio de la temporada de carreras populares que exigen esfuerzo y voluntad.
Esta es la tercera vez que participo en esta carrera y pensaba que iba a mejorar mi tiempo puesto que llegaba en mejor forma que el año pasado. Pero no ha podido ser.
El año pasado había entrenado el recorrido junto con los organizadores de la carrera y este año no he podido ir a reconocer el nuevo recorrido.
Si bien había tramos que eran los de siempre, la dureza, duración y técnica de la carrera ha sido superior a las ediciones de otros años.
Después de la introducción de la carrera en la plaza de Vilassar de Mar, la gente se dirige rápidamente a la zona de salida, al lado del Espinaler y allí todos nos damos cuenta que este año hay más participantes que nunca, unos cuatrocientos cincuenta, y además contamos con un grupo de treinta participantes de alto nivel que salen desde las posiciones más avanzadas.
Como ya comente en el post de la edición del año anterior, es muy importante llegar en un grupo adelantado en las primeras rampas para subir a un ritmo superior al de la media de los participantes. Aunque ayer me pasé. Encontré dos diferencias fundamentales respecto al año anterior, bueno tres. Primero: empecé con un ritmo muy fuerte nada más empezar, lo que me permitió llegar en posición muy avanzada al Turó de l’Infern pero minó mis fuerzas para el segundo tercio de la carrera. Segundo: este año, por culpa del spinning he desarrollado más musculatura en las piernas y me las noto mucho más pesadas y, tercero, no conocer el recorrido y haber perdido la noción de la distancia en algunos momentos.

Diecisiete kilometrazos, calor, tropiezos, poca visibilidad, polvo y mucha tierra en las zapatillas.
Los dos últimos kilómetros los he corrido con los cordones de la zapatilla del pie diestro desatados. Por suerte la zapatilla ha aguantado en su sitio sin necesidad de volver a atármela otra vez.
El tramo de la playa este año era más largo, pero tampoco era una exageración, quizás cien metros más que los años anteriores. “Lo importante es llegar” te repites una y otra vez, y es cierto, la probabilidad de caer al suelo es elevadísima y la de torcerse el pié o la rodilla también.
Antes de llegar a la playa, empapado por el sudor y por los vasos de agua que he derramado en mi cabeza, pienso que en cuanto llegue a la meta me voy a meter acto seguido en el agua. Pero la mar está bastante revuelta. Hay una nube de finas gotas de agua salada en suspensión sobre la arena de la playa provenientes de las olas que rompen justo en la orilla con muy mala leche. Así que entrego mi chip y bebo agua hasta hartarme.
Al cabo de un rato nos encontramos todos alrededor de unas cervezas y empezamos a planear el año, media maratón en no se donde, maratón de no se qué, marchas de bici en el Sahara, brevets en la Bretaña, ironman en Zurich, todo el mundo tiene sus planes más o menos definidos.
Yo este jueves 11 de septiembre tengo la próxima. Ya os contaré.

martes, 12 de agosto de 2008

Azzurro

L'oro d'ell Azzurro - Joan Miró

Justo cuando entran los azzurri en el espectacular Nido de Pájaro de Pekín, oigo un avión a lo lejos que se acerca al aeropuerto de la Costa Brava. Acabo de tender la ropa y me voy en coche hasta el aeropuerto. Me da la sensación que me falta algo, pero al menos en la boda voy a estar bien elegante y no me olvido ni la chaqueta ni la camisa ni el cinturón ni los mocasines, que sea lo que Dios quiera.
El aeropuerto de la Costa Brava está a tope, hay unas colas interminables para facturar en cualquiera de los destinos posibles y se respira humanidad y tensión en el aire, a pesar del baño que me he dado hace poco tiempo en Figueres, ya estoy sudando como un pollo.
Allí ya está Itzi esperándome, tras facturar, pasar la zona de control de equipajes de mano, embarcar en el avión y sentarnos en nuestras butacas, coincidimos en que se nos ha tratado propiamente como a una piara.
Por suerte a 10.000 metros de altura parece que los ánimos de todos; pasajeros y tripulación, se calman y el vuelo hasta Forli pasa rápidamente entre conversaciones de puesta al día.
El aterrizaje es largamente aplaudido y en menos de cinco minutos estamos preguntando en el punto de información qué debemos hacer para llegar a Senigalia. El recibimiento de la chica del punto de información es tan cordial que me hace sentir como en casa. Lo mejor que podemos hacer es coger un taxi hasta la estación de trenes y después un tren con el que llegaremos a las once a Senigallia. Más fácil imposible, decidimos no alquilar una machina y un taxista de largo bigote y larga barba, que parece salido de un cómic de Astérix y Obélix nos lleva a la estación. El atardecer está llegando a su fin y para cuando entramos en el tren ya se ha hecho de noche.
El tren está casi lleno, pero encontramos un par de asientos libres en el primer vagón que entramos. Los pasajeros se dirigen a la playa, la mayoría gente joven que viene de la zona norte a pasar el fin de semana en el levante Adriático. Pasamos entre otros Rímini y Pésaro, y a las once de la noche nos apeamos en Senigallia donde nos viene a recoger en coche para llevarnos a Morro d’Alba.
Allí la mayoría ya ha llegado y casi han finiquitado la pizza. Por suerte han quedado unas porciones y unas cuantas Moretti pasan a formar parte de la historia inmediata. Estoy contento de estar aquí, de que haya llegado este día. Vania es la primera amiga de mi quinta que se casa, a las demás bodas a las que he ido las considero de la familia.
Ahora toca dormir, mañana será un día largo.
Ahhhh!! Que bien he dormido, a las 9 y media ya estoy dispuesto para la primerìssima colazzione dil giorno. El alberge es muy bueno, está situado en medio de un paraje de colinas onduladas que me recuerdan a la Toscana, lejos del mundanal ruido.
Pasamos unas buenas dos horas charlando con compañeros de Alex y Vania, en especial con Federico que nos hace una disertación sobre las consecuencias que acarrea en Italia llevar un doble catastro que discrimina entre lo rural y lo urbano, para digerir semejante charla me ha sido necesario beber unos cuantos zumos de sandia con manzana y de plátano con melocotón, un capuchino, un spresso ristretto, comer varios panini con queso fresco y mortadella, y unos bizcochos también caseros. Ufff, que llenazo!!!
Luego toca ir a darse un chapuzón a la playa. Vamos en coche hasta Ancona y después de Portonovo, nos metemos en una playa de piedras blancas a la que sólo se puede llegar andando. En frente un Adriático que está bastante furioso y detrás un acantilado cubierto de árboles. Para meterte al agua hay que ir con cuidado por que las olas sacuden con fuerza y puedes caer encima de las piedras que son del tamaño de pelotas de fútbol.
El baño me hace entrar hambre y sed. Bebemos unas cervezas y comemos algo rápido por que hay que comenzar a prepararse para la boda.
A mi me da tiempo de quedarme dormido mientras veo un partido de voley playa entre un par de países que ya no me acuerdo. Me visto y me doy cuenta de lo que se me ha olvidado: plancharme el cuello de la camisa... ya sabía yo...
Llegamos a la iglesia de San Fulgencio recientemente restaurada, por dentro es blanca y muy luminosa. Muy puntualmente llegan los novios y después de unas dos horitas de ceremonia litúrgica, arroz, fotos y felicitaciones, los novios abandonan Morro d’Alba para esperarnos en el hotel donde celebraremos el banquete.
Mientras esperamos el minibús que nos llevará hasta Senigallia, acabamos con las Moretti frías de la focacceria de la plaza mayor de Morro, vaya que cuando llegamos al hotel sólo nos da tiempo de beber unas copitas de cava y pasar a sentarnos en la mesa, cada una de las cuales lleva un nombre de una película, a mi mesa le han llamado “Mujeres al borde de un ataque de nervios”, jeje, solo espero que no me pongan somníferos en el gazpacho.
La cena alterna alegremente la comida y la bebida con música, lectura de poemas y baile que hace que la digestión se haga menos pesada. El mejor plato: unos spaghetti con berberechos que hay que comerlos con la servilleta bien atada al cuello para que no manchen, y si eres muy italiano te los comes mientras bailas al son de un twist italiano, si no eres italiano, mejor quédate en tu sitio y admíralos, de lo más feliniano!!
La cena acaba y los calores hacen que muchos, cuando ya se ha ido la gente respetable, acabemos refrescándonos en la piscina, Vania empieza a llamarme como si fuera mi madre y me dice que ya es hora de que salga de la piscina me vaya Morro d’Alba. Bueno, salgo de la piscina raudo por que no quiero ni pensar qué es lo que pasaría si refunfuño a la novia en una noche tan especial. La propietaria del albergue y su novio me lleva en su coche al albergue y allí esperamos al resto de crapulines con los que deberemos saludar al nuevo día.
Entre pitos y flautas, se nos hacen las 10 de la mañana, los últimos hemos acabado escuchando chistes de Eugenio con el sol bien alto y las últimas cervezas.
Los últimos serán los primeros. A las 12 del medio día ya estoy despierto y unas cuantas chicas y yo nos vamos a la playa a comer algo. Coincidimos en que hay que hartarse de pasta antes de volver a casa. El hartón es tal, que tenemos que pedir unas doggi bags.
Prendi il trenino e puoi l’aereo. Auguri ed a presto!!! Buon ritorno ragazzi!!

lunes, 21 de julio de 2008

La pájara


“Pablo, déjalo, no pasa nada macho” eso es lo que me decía yo antes de subir al Rocacorba después de una pájara de campeonato en el kilómetro 90 y 130 kilómetros a mis espaldas. Y es que, pese haberme recuperado en el avituallamiento del kilómetro 100, os puedo asegurar que en vez de haber bajado en bici hubiese bajado en ambulancia.

Cuentan que Pirro, rey de Epiro (región de la Grecia clásica) al ver el campo de batalla en la que había vencido al ejercito romano y cayendo en la cuenta que había perdido a gran parte de sus soldados, dijo: “otra victoria como esta y volveré solo a Epiro”.

Desde entonces, conseguir una meta en la que el precio que hay que pagar para vencer es demasiado alto se suele llamar victoria pírrica o simplemente concluimos que el esfuerzo no ha valido la pena.

Llevaba bastante tiempo dándole vueltas al tema de las pájaras y el abandono de las fuerzas que todos podemos sufrir, ayer con otra muerte de una escaladora en Montserrat he acabado por llegar a una conclusión que espero que siempre pueda cumplir.

Esos terribles momemtos en los que empiezas a preguntarte ¿Por qué me meto en estos fregaos? o ¿se me va a resistir esta montaña? suelen preceder a la pérdida de la concentración, la calma y la alegria. Y entonces comienzas a cometer fallos que no hacen más que malgastar las pocas fuerzas que te quedan y descubre que tu cara es un mapa de sufrimiento, con los dientes apretados, respirando entre las muelas y con los pómulos hacia arriba que hacen que se te cierren los ojos.

El abandono de las fuerzas es bastante gradual, pero a veces la pájara puede llegar casi sin llamar a la puerta. Normalmente te invade una sed terrible y ganas de comer grandes cantidades de fruta madura. Más tarde te comienza a faltar el aire, empiezas a ahogarte y a sollozar involuntariamente como un niño pequeño con el objetivo de que te entre algo de aire en los pulmones y puedes acabar desmayandote. Obviamente un desmayo en según que circunstancias puede tener consecencias muy graves y eso es algo que hay que evitar.

Nadie está a salvo de las debilidades y limitaciones de nuestro cuerpo, ya podemos tener una fuerza de voluntad ferrea que cuando nuestro cuerpo se rompe y dice que no es que no. Por lo tanto, y esto es a veces muy dificil, hay que saber decir: basta, hasta aquí he llegado.

Pero por desgracia los humanos somos muy cabezones, muy exigentes con los demás e incluso con nosotros mismos, tantos años después de la victoria de Pirro seguimos en las mismas, sin saber que una retirada a tiempo vale más que mil victorias.

lunes, 30 de junio de 2008

Pedals de Foc Non Stop Oro 2008 - Una Odisea en la montaña


Este último fin de semana de junio me tocaba la Pedals de Foc Nonstop, en su modalidad Oro.
Una carrera de orientación para bicicletas de montaña alrededor del parque Nacional de Aigües Tortes i Sant Maurici, con 220 kilómetros de recorrido de los cuales la mitad son en subida y, una vez finalizados, se llega a acumular cinco mil quinientos metros de ascensión vertical.
Existen tres modalidades para completar los 220 kilómetros: en un día “oro” o en dos días, para lo que puedes elegir hacer 150 km el primer día y 70 km el segundo dia: que es la modalidad “plata” o bien 105 km. el primer día y 115 km. el segundo, esa es la modalidad “bronce”.
La salida se hace desde Vielha a las 5 de la mañana. Para eso los corredores nos hemos tenido que levantar aproximadamente entre las cuatro menos cuarto y las cuatro y cuarto. Mi compañero de habitación, también oro, y yo nos hemos puesto el despertador a las cuatro menos cuarto. Se desayuna fuerte, el día va a ser duro y largo. El comedor del hotel a esa hora está lleno de corredores vestidos de luces y los nervios flotan en el aire. No es para menos.
Nada más empezar (con un foco frontal) desde el centro de Vielha hay que subir por una pista hasta incorporarse a la N-230 justo antes de meterse al tunel de Vielha. La primera en la frente que se dice, pero la haces tranquilamente. Una vez salimos del tunel ya no hace falta el foco, ha amanecido y pese a que todavía no nos calientan los rayos del sol se ve perfectamente y no hace falta más el frontal, allí alcanzo mi velocidad máxima de todo el día 67 km/h. Llegamos al Pantano de Senet, bordeándolo por su margen izquierda, el paisaje es precioso e inmejorable para empezar el día, el día promete. Seguimos bajando por el margen del Noguera Ribagorçana, cruzándolo varias veces hasta llegar a Vialler, momento para el primero de los 10 controles, es el pkm. 30 y ya llevamos dos horas pedaleando, pero te sabe a nada, todavía estás emocionado y ves a gente riendo e ilusionada. En todos los controles hay que parar obligatoriamente a firmar conforme has cumplido con el recorrido y si quieres puedes alimentarte, en este primer control tomo un zumo de naranja y un poco de chocolate.
A partir de ese momento empieza la fiesta. Coll de Seserreres es la segunda subida pero consideraré que es la primera que se hace notar, aunque todavía estamos frescos, justo después empieza la bajada hacia Llesp, de las más bonitas y cómodas de todas puesto que todavía tienes fuerzas para disfrutar de paisaje del Vall de Boí y del pedaleo, es uno de los momentos más felices del día, para mi, ya voy solo y he dejado detrás de mi un monton de escaladores que van a otro ritmo más tranquilo. La recompensa es enorme, toda la Vall de Boí solo para mi. A lo lejos, en una cota mucho más baja, veo un grupetto de cinco que bajan a tope. No obstante mientras estoy intentando leer el roadbook que hay que llevar obligatoriamente en el manillar de la bici, pierdo de vista la pista y casi estoy a punto de meterme en una rodada bastante peligrosa, cosa que hace que derrape y se me salten los pies de los pedales y me de un golpe con uno de los pedales en el tobillo izquierdo, por suerte no caigo pero el dolor me molestará más adelante.
Una vez en Llesp empieza el Camí de l’Aigua, camino técnico con bastantes tramos a pie. Eso me hace pensar que la Pedals de Foc no es sólo pistas comodas y que tiene tramos en los que vamos a sufrir y empujar entre barros y charcos de agua. Después viene la tercera subidita, al pueblito de Irgo, por pista de asfalto pero muy empinada, llegamos al segundo control, 9 de la mañana. Allí ya empiezo a comer fruta y el cuerpo me pide la primera de las muchas Cocacolas del día.
Acto seguido, bajada hacia Malpas y luego empezamos la subida a Coll de Peranera, Coll de Sas y Coll de Fades. En ese momento, cuando empiezas esta ascensión llevas 67 km. Empiezo la subida muy bien, pero poco a poco voy perdiendo ritmo, en una pequeña bajada que hay antes de llegar a Sas me pasa un tío y me pregunta: “¿Qué tal vas?” Y me sale del interior decirle, con otras palabras, que “comienzo a notar el cansancio”. Ya llevo seis horas y pico encima de la bici y sólo pensar lo que me queda me hace pasar una primera crisis.
Después llega el tercer control, diez y tres cuartos de la mañana aproximadamente. Allí el cuerpo me pide sólido y no puedo resistirme a un bocadillo de jamón con queso, Cocacola, plátanos, chocolate y aprovechar para poner un poco de aceite en la cadena, se me pasa la crisis.
Después, bajada hasta Mola d’Amunt para subir hasta Coll d’Oli, muy duro y largo. Además para rematar el último tramo subiendo a pie y equivocándonos unos cuantos participantes y yo debemos recular pocos metros pero cada metro cuenta a estas alturas. Además, la bajada es bastante técnica, varias veces pongo los pies en el suelo.
Justo cuando acaba esta bajada, llegamos a Torre de Cabdella, final del primer día para los Bronce, mañana ellos continuan a las cinco de la mañana. Allí, este es el cuarto control, no me apetece comer nada, aún y así relleno los depósitos de agua por que ahora, desde el pkm. 105, a unos 1080 metros de altura, hasta el pkm 121 viene el Coll del Triador a 2138 metros de altura. Aproximadamente dos horitas y pico de subida, un infierno que recorres a una velocidad de entre cinco y siete kilómetros por hora, en el que me pregunto por qué se llama así este puerto continuamente, sufro el primer delirio del día, el sol y el esfuerzo hacen que por mi cabeza pase una y otra vez el mismo nombre, Triador, Triador, Triador, hasta que acabo desvinculando la palabra del lugar, transformándola en un seguido de silabas que rondan mi cabeza constantemente como si se tratara del cri-cri de un grillo. En un momento de lucidez acabo pensando que Triador en catalán literalmente podria traducirse por Escogedor o en su defecto Seleccionador. Un seleccionador natural que ayudado de una fuerte y prolongada pendiente y un sol justiciero va ordenando, cual director de orquesta, quien pilla una pájara y quien no.
El termómetro no baja de los 30 grados en ningún momento, a mitad de subida ya me he bebido el litro y medio de agua que había repostado en Torre de Cabdella, así que no me queda más remedio que rellenar los bidones en un riachuelo que baja cargado de agua helada a riesgo de coger una cagalera. Pero la sed y el miedo a la deshidratación hace que me apetezca incluso beberme el agua de los charcos, asi que ¿Cómo no voy a beber de estos rios de aguas cristalinas ya lo suficientemente mineralizadas?
Allí, en el Triador, empiezas a ver las primeras pájaras, vómitos y caras de arrepentimiento. A mí, a pesar de todo, se me da especialmente bien. Con lo que no contaba es con lo que viene después de la coronación del Triador, donde encuentro el quinto control.
Durante el quinto control (14:30), en lo alto del Triador, mientras bebo un Danup y como un platano, veo lo que parece ser una interminable bajada, pero que en realidad es un falso llano, que visto desde arriba y con las ganas que tienes de bajar, me da la sensación de ser la superbajada del siglo.
Pero nada más alejado de la realidad, eso es un espejismo, los casi veinte kilómetros que quedan por delante hasta el sexto control sólo son trepidantes en su primer kilómetro, al girar hacia la izquierda, te quedas clavado y hay que quitar el plato grande y subir piñones. Se puede ir girando el plato mediano y jugando con los piñones superiores y así te da una satisfactoria sensación de ir tachando kilómetros. Pero cada vez, la pista se hace más y más empinada, además vas viendo que tarde o temprano se gira a la derecha y la pista sube en diagonal hasta los 2268 metros de altura a su paso por el Coll de la Portella (techo de la Pedals). Después de una rápida bajada, se sigue subiendo hasta el Coll de la Creu, donde está el sexto control. Alli empieza la bajada hasta Espot por la estación de esquí de Superespot.
La bajada es rapidísima, dura para las manos y los brazos, se sufre pero en poco rato estamos en el séptimo control de Espot, donde pasarán la noche los de la modalidad Plata. Llevamos 150 kilómetros y son las seis y pico de la tarde.
Una vez allí tomamos la carretera hasta Son, pasando por Jou, este tramo, a pesar de lo bónito que es la Vall de l’Aneu, es de los más aburridos de la carrera puesto que es por una carretera de asfalto bastante pesada. Lo comento al día siguiente en el desayuno y algunos me dicen que si se quita esa parte la única solución es ir por senderitos mucho más difíciles y lentos cosa que sería peor y más dificil.
En Son, me remojo por completo la cabeza en una fuente. A partir de allí empieza un sendero y una bajada por un camino de cabras en el que me sorprendo de cómo a esas alturas los reflejos pueden reaccionar todavía ante el peligro. Vamos a parar a la carretera que va al lado de la Bonaigua.
Afrontamos la última parte de la carrera, de los restantes 50 kilómetros treinta son casi todos seguidos en subida continua y los veinte últimos en bajada .
En Alós d’Isil me tomo un ibuprofeno de 600 mg esperando que mi rodilla derecha, que me ha empezado a molestar en Espot, mejore un poco. Además refresco mis piernas en la fuente. Parece que el frío me va bien para la rodilla. Cuando más sufro es cuando tengo que levantar el culo del sillín. Levantar el culo del sillín no es síntoma de debilidad como suelen comentar algunos periodistas iluminados, es un cambio de postura básico que sirve para aumentar la velocidad y para aliviar el roce inevitable que produce el sillín, pero que hace sufrir más al corazón.
Empieza les Bordes d’Isil que es un camino que va bordeando el Noguera Pallaresa, que baja rugiendo lleno de agua y con un poco de viento en contra.
Después de un tramo de sube y baja bastante trepidante, llegamos al refugio de Montgarri. Firmar, Cocacola y a la bici. Todavía quedan subidas fuertes hasta el Pla de Beret. Subidas en la que ya empiezo a estar harto, especialmente en Pla de Beret. De plano no tiene nada y encima hay cientos de vacas y cavallos pastando felices que nos miran con cara de incertidumbre y nos mugen y relinchan sin parar. Este es mi segundo delirio del día, deben de preguntarnos “¿Qué hacéis infelices? ¿Dónde creéis que os lleva esta forma de vida? Miradnos, nosotros/as si que somos felices, no tenemos que preocuparnos ni de de alimentar a nuestras terneras o potrillos puesto que todo este prado, en el que vuestra élite viene a pasar el invierno, es nuestro de mayo a octubre, momento en el que nos refugiamos en una granja… Siii, para que nos manden al matadero, pero si hay algo seguro amigo ciclista es que ningún ser vivo se libra del matadero”
Después de este delirante ataque de envidia que me ha dado al ver como viven las vacas y los caballos toca bajar. Aún quedan unas cuantas putadas, escaleras, piedras y algo de barro. Pero empieza a oler a Vielha. Incluso hay un tramo en el que pongo el plato grade y empiezo a rodar como un campeón junto con tres tíos más.
En la meta están estos tres ciclistas que han llegado unos segundos antes que yo y los controladores, no hay aplausos ni periodistas en la meta. Doy mi número de participante, 268, que me ha acompañado durante toda la aventura. Son más de las nueve y media y seguidamente me voy al hotel, a escasos 200 metros de la meta, me dicen que he quedado entre el nº 70 y el 80, muchos animales en la pedals de foc.
Dejo la bici y me ducho. Me visto, y una vez en el comedor, ceno acompañado de otros ciclistas con los que explicamos anecdotas e intercambiamos impresiones con una merecida cerveza en mano. Mientras, reviso el cuenta kilómetros: 15:20 horas pedaleando sólo 1:30 horas parado. Algunos tambien han padecido delirios, uno me comenta que cada curva y cada prado le parecia el mismo, que tenía la impresión de haber entrado en un ciclo sin salida.
Cuesta dormir después de semejante tute, tienes sueños raros y el corazón late con demasiada fuerza. Son más de dos litros de coca cola y dos más de bebidas tonificantes. Amén de casi ocho litros de agua.
Al día sigiente a las ocho ya estoy con los ojos como platos y unas ganas de desayunar brutales.
Ahora ya ha pasado todo. El dolor en la rodilla persiste, pero se puede soportar. Sólo queda volver a casa.