lunes, 8 de septiembre de 2008

Burriac Atac 2008



Parece mentira lo rápido que pasa el tiempo. Hace ya un año del último ataque al Castillo de Burriac, el tiempo vuela.
Burriac es, para muchos de los amantes de la larga distancia, el principio de la temporada de carreras populares que exigen esfuerzo y voluntad.
Esta es la tercera vez que participo en esta carrera y pensaba que iba a mejorar mi tiempo puesto que llegaba en mejor forma que el año pasado. Pero no ha podido ser.
El año pasado había entrenado el recorrido junto con los organizadores de la carrera y este año no he podido ir a reconocer el nuevo recorrido.
Si bien había tramos que eran los de siempre, la dureza, duración y técnica de la carrera ha sido superior a las ediciones de otros años.
Después de la introducción de la carrera en la plaza de Vilassar de Mar, la gente se dirige rápidamente a la zona de salida, al lado del Espinaler y allí todos nos damos cuenta que este año hay más participantes que nunca, unos cuatrocientos cincuenta, y además contamos con un grupo de treinta participantes de alto nivel que salen desde las posiciones más avanzadas.
Como ya comente en el post de la edición del año anterior, es muy importante llegar en un grupo adelantado en las primeras rampas para subir a un ritmo superior al de la media de los participantes. Aunque ayer me pasé. Encontré dos diferencias fundamentales respecto al año anterior, bueno tres. Primero: empecé con un ritmo muy fuerte nada más empezar, lo que me permitió llegar en posición muy avanzada al Turó de l’Infern pero minó mis fuerzas para el segundo tercio de la carrera. Segundo: este año, por culpa del spinning he desarrollado más musculatura en las piernas y me las noto mucho más pesadas y, tercero, no conocer el recorrido y haber perdido la noción de la distancia en algunos momentos.

Diecisiete kilometrazos, calor, tropiezos, poca visibilidad, polvo y mucha tierra en las zapatillas.
Los dos últimos kilómetros los he corrido con los cordones de la zapatilla del pie diestro desatados. Por suerte la zapatilla ha aguantado en su sitio sin necesidad de volver a atármela otra vez.
El tramo de la playa este año era más largo, pero tampoco era una exageración, quizás cien metros más que los años anteriores. “Lo importante es llegar” te repites una y otra vez, y es cierto, la probabilidad de caer al suelo es elevadísima y la de torcerse el pié o la rodilla también.
Antes de llegar a la playa, empapado por el sudor y por los vasos de agua que he derramado en mi cabeza, pienso que en cuanto llegue a la meta me voy a meter acto seguido en el agua. Pero la mar está bastante revuelta. Hay una nube de finas gotas de agua salada en suspensión sobre la arena de la playa provenientes de las olas que rompen justo en la orilla con muy mala leche. Así que entrego mi chip y bebo agua hasta hartarme.
Al cabo de un rato nos encontramos todos alrededor de unas cervezas y empezamos a planear el año, media maratón en no se donde, maratón de no se qué, marchas de bici en el Sahara, brevets en la Bretaña, ironman en Zurich, todo el mundo tiene sus planes más o menos definidos.
Yo este jueves 11 de septiembre tengo la próxima. Ya os contaré.

2 comentarios:

javi duque dijo...

enhorabuena por una más terminada!! no te desanimes por no haber mejorado tiempo, esas cosas a veces vienen así, solo queda entrenar y entrenar.

qué carrera tienes el jueves?

see u soon and take it easy broder!!

pfp dijo...

de tus crónicas deportivas, me encanta como lo analizas, y que siempre le das un toque poético, el mar embrabecido o lo que sea, eres un cabecita, y vacaciones ¿cuando?,
Que tengas mucha suerte el día 11, lejos, pero estaré contigo empujándote y dandote ánimos, como una buena madre. Besos mm