Pues hace ya un mes que estoy aquí arriba. Como pasa el tiempo, es increíble. El caso es que tengo ganas de estar asentado de una vez por todas en Figueres o por la zona por que lo que peor llevo es subir y bajar. Entre pitos y flautas le estoy metiendo una paliza al coche de unos 600 Km. semanales.
Mi plan durante estas cuatro semanas ha consistido en subir los lunes por la mañana hacia Empuriabrava y bajar los sábados a Barcelona. Lo contrario de lo que hace todo el mundo por aquí.
Incluso esta última semana he tenido que quedarme el lunes en Barcelona por una reunión que tenía por la tarde. Y así el lunes por la mañana lo puedo dedicar a hacer el guiri por Barcelona, cosa que no está nada mal.
Los sábados voy con amigos (Itzi & co.) a la playa de Barcelona.
Mi plan durante estas cuatro semanas ha consistido en subir los lunes por la mañana hacia Empuriabrava y bajar los sábados a Barcelona. Lo contrario de lo que hace todo el mundo por aquí.
Incluso esta última semana he tenido que quedarme el lunes en Barcelona por una reunión que tenía por la tarde. Y así el lunes por la mañana lo puedo dedicar a hacer el guiri por Barcelona, cosa que no está nada mal.
Los sábados voy con amigos (Itzi & co.) a la playa de Barcelona.
Ir a la playa de Barcelona significa soportar a los pakis con su "aguacervezabiiiaaarrrr aguacervezabiiiiaaaaar", las chinas con sus masajes y los negros con gafas de sol o Cd’s. Luego están los chiringuitos. Los chiringuitos se distribuyen ordenadamente por las playas, uno cada cien o ciento cincuenta metros. Cada uno de estos chiringuitos son réplicas exactas los unos de los otros. Constan de una estructura tipo contenedor de buque mercante en el que hay una cocina, barra y una terraza bajo una pérgola dónde hay mesas con sillas y un DJ pretendidamente cool pinchando música a todo taco. Los currelas de esos chiringuitos tienen cara de estar hasta los huevos de ese curro, de la música y de los amigos gorrones del DJ, que suelen distinguirse por llevar unas gafas de sol que cubren casi integralmente sus rostro y visten con pareos comprados en el mercadillo de San Antoni de Ibiza. El menú de estos chiringuitos es básicamente catalán: doblescheeseburguers, hotdogs, sandwich, ensaladas con nombres italianos o griegos y demás kkfood. Las cervezas van a 2€ la unidad. Los currelas suelen ser argentinos, y yo he llegado a la conclusión que los traen dentro de los mismos contenedores directamente del verano de las playas australes para servir en el verano septentrional.
Pero esto es desde el Port Olímpic hasta el Port Forum. Desde el Olímpico hasta la Platja de San Sebastià, la cosa es bastante diferente, en este tramo también hay chiringos, pero el espectáculo se encuentra en la misma playa, especialmente en la escultura de “Homenatge a la Barceloneta”. Hace poco estuve con mi excompañero de piso bebiendo unas birras y disfrutando del espectáculo. Cientos de personas abucheando a los coches patrullas de la Guardia Urbana o de la Policía Portuaria, gente vendiendo hachís descaradamente, peleas de camellos con botellas rotas, pequeños hurtos a guiris confiados. Uno de esos guiris se dio cuenta y muy educadamente acudió a quien le había robado la camiseta, el ladrón era un bicho de dos metros con cara de haberse bebido una botella de vodka al sol y de llamarse Olaff Gustaffson. Llevaba la camiseta en la mano y parecía que se había olvidado que la había robado por que cuando se la pidió el guiri se la dio como si nada, casi disculpándose. A Olaff ya le había visto unas cuantas veces deambular por la zona. Normalmente va junto con otro compañero, este tiene que llamarse Gustaff Olaffson, y suelen ir vestidos con unos gorros con cornamenta de los renos de Papa Noel hurgando en todas las papeleras en busca de cartones de Don Simon sin acabar.
Así que es interesante abrir los ojos, se pueden observar cosas que a simple vista pasan desapercibidas.
Ahora, cada vez que bajo a Barcelona me da la sensación que otra vez ya no es mi casa. Principalmente por que mi nevera sólo contiene una cebolla, una patata y limones, importante que siempre haya limones. Así que en cuanto llego, pongo el programa de lavado rápido, extiendo la ropa y me las piro cagando leches a donde sea.
Aunque sea a dar un paseo solo. Aprovecho para hacer fotografías de cosas y casos que abducido por la rutina no dan tiempo ni a apreciarlas. Como a “Maradona de las Ramblas”, mito viviente de las Ramblas. Lástima no tener una foto de Olaff y Gustaff con sus gorros de renos.
Pero esto es desde el Port Olímpic hasta el Port Forum. Desde el Olímpico hasta la Platja de San Sebastià, la cosa es bastante diferente, en este tramo también hay chiringos, pero el espectáculo se encuentra en la misma playa, especialmente en la escultura de “Homenatge a la Barceloneta”. Hace poco estuve con mi excompañero de piso bebiendo unas birras y disfrutando del espectáculo. Cientos de personas abucheando a los coches patrullas de la Guardia Urbana o de la Policía Portuaria, gente vendiendo hachís descaradamente, peleas de camellos con botellas rotas, pequeños hurtos a guiris confiados. Uno de esos guiris se dio cuenta y muy educadamente acudió a quien le había robado la camiseta, el ladrón era un bicho de dos metros con cara de haberse bebido una botella de vodka al sol y de llamarse Olaff Gustaffson. Llevaba la camiseta en la mano y parecía que se había olvidado que la había robado por que cuando se la pidió el guiri se la dio como si nada, casi disculpándose. A Olaff ya le había visto unas cuantas veces deambular por la zona. Normalmente va junto con otro compañero, este tiene que llamarse Gustaff Olaffson, y suelen ir vestidos con unos gorros con cornamenta de los renos de Papa Noel hurgando en todas las papeleras en busca de cartones de Don Simon sin acabar.
Así que es interesante abrir los ojos, se pueden observar cosas que a simple vista pasan desapercibidas.
Ahora, cada vez que bajo a Barcelona me da la sensación que otra vez ya no es mi casa. Principalmente por que mi nevera sólo contiene una cebolla, una patata y limones, importante que siempre haya limones. Así que en cuanto llego, pongo el programa de lavado rápido, extiendo la ropa y me las piro cagando leches a donde sea.
Aunque sea a dar un paseo solo. Aprovecho para hacer fotografías de cosas y casos que abducido por la rutina no dan tiempo ni a apreciarlas. Como a “Maradona de las Ramblas”, mito viviente de las Ramblas. Lástima no tener una foto de Olaff y Gustaff con sus gorros de renos.
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