viernes, 10 de agosto de 2007

Placeres de la vida


Como viene siendo habitual en este blog, me voy a hacer eco de lo bien que me lo monto.

Hoy sin embargo, no tengo mucho tiempo para escribir por que voy de culo y tengo ganas de largarme a Barcelona a descansar. Además vienen mis primos de Madrid a pasar el fin de semana y como entrante, hemos quedado directamente en el mítico Frankfurt de Pedralbes, en frente del cuartel del Bruch.

El popular Frankfurt Pedralbes es un clásico dentro de los restaurantes de bocadillos de Barcelona que funciona desde hace casi 47 años. Don Isidre Vallès fue el fundador de la casa Vallès, nombre específico del Frankfurt Pedralbes, y actual propietario de un imperio butifarrístico y salchichero con más de diez locales y una fábrica que concentra sus ventas en la ciudad de Barcelona y cercanías de la ciudad condal.

El ducado del Sr. Vallès tiene sus raíces en una plancha móvil que podía desplazarse desde las tórridas playas del litoral catalán atestadas de los primeros turistas de sol y playa en verano hasta la Zona Universitaria de Barcelona durante las demás estaciones del año. Pronto, en el año 60 abre el primer local dedicado a bocadillos de salchichas variadas.

Situado en la calle Jordi Girona, en plena Zona Universitaria de Barcelona, el local goza de una enorme reputación entre los actuales universitarios, los padres de estos e incluso los abuelos. Es bastante normal ver a padres de familia con sus hijos en el local disfrutando de la ingesta masiva de bocadillos cuyos nombres nos trasladan a la Europa central, frankfurt, cervela, krakoski, bratswurth, húngara...

Yo, personalmente, me enorgullezco de ser uno de los muchos barceloneses que acuden a menudo a recordar viejos tiempos, ya sea con mi hermano, con amigos que desconocen el local (algo imperdonable), y hoy mis primos. Recuerdo, cuando todavía mi cabeza no rebasaba la barra del local, cómo mis padres me prohibían comer más de dos bocadillos, pero mi abuela nunca me ponía límite. Es más, la abuela Lili siempre se jactaba que jamás comeríamos tanto como su hijo Enrique, tío Enrique debe de tener el record total y absoluto de frankfurts del local. Puedo imaginar a mi tío casi enfermo de perritos y mi abuela diciendo insistentemente: " come, hijo, come".

Ahora mismo, voy a desconectar el ordenador y comienzo mi fin de semana. No es mala forma de empezar hacer un viaje tanto en el espacio como en el tiempo. Mientras las agujas del reloj avanzan inexorablemente, mi cabeza, y la de mis primos, se trasladaran a un pasado no tan lejano en el que todas nuestras preocupaciones se limitaban a llegar a comer tanto como nuestro tío.

2 comentarios:

LUC dijo...

Cada vez disfruto mas, leyendo en tu blog...nunca he estado en la Casa Valles (y cierto, es imperdonable) pero bueno - despues de haberlo leido tengo el sabor de uno (o dos?) de los Frankfurts en mi boca, y me acuerdo de los "viejos" tiempos en Barcelona...yo ya no me puedo no conectar.

pjdfp dijo...

Hola Raoul:

Si nunca te llevé a Casa Vallès es por tu condición de vegetariano. La próxima vez que vengas por Barcelona, bajo de Figueres en un momento y nos tomamos unos bocadillos con unas birras. Al final con mis primos calleron unos 12 bocadillos. Al dia siguiente estabamos destrozados y tuvimos que comernos una fideuà para bajar los perritos.