lunes, 15 de octubre de 2007

Girona - Madrid - Girona



Este fin de semana he estado fuera. En Madrid.

Aterricé en la T2 de barajas donde me vino a buscar Miguel Aragoneses, mi ex-banquero. Después de tomarnos unas cañas por la zona de Conde Duque, en la plaza de Guardianes de Corps y, más tarde y después de un buen paseo, en la Plaza de la Paja (La Latina), para luego acabar en la Braseria el Gaucho que está en la calle de Tetuán (cerca del Oso y el Madroño), es altamente recomendable y ya se ha establecido como una especie de tradición entre los compañeros de la universidad.

A la cena acudieron Miguel, Topo, Gema y yo. Faltaba Javi que se quedó dormidito hasta las 23 pm. La noche del jueves debió de ser dura para tener que recuperar fuerzas con semejante siesta.

Después de unas copas a dormirla a casa que al día siguiente hay que madrugar. Viaje fugaz a Toledo. Paseo por el casco antiguo que está plagado de turistas de todos lados, parece las Ramblas de Barcelona, aunque aquí hay más subidas y bajadas. Vemos el Entierro del Conde de Orgaz en la Iglesia de Santo Tomé, que está atiborrada de gente y de visitas guiadas que hablan en alemán, en francés etc.

Vamos a comer un poco de comida castellana, rabo de toro, perdiz en escabeche, huevos revueltos... lo típico.

Después de admirar la ciudad desde el otro lado del tajo volvemos a casa con ganas de pillar la horizontal, entre el madrugón, la resaca, el papeo y la pateda estoy destrozado.

Me da tiempo de dormir un rato antes de ver Francia Inglaterra, en el Irish Rover de Avenida Brasil. El pub está a rebentar de ingleses y de franceses. Hay bastante ambiente, pero no es muy comodo. Vemos el partido de pié. No resulta un encuentro muy emocionante salvo los últimos minutos de la segunda parte en los que Francia intenta a la desesperada hacer un ensayo. Inglaterra acaba anteponiendose por golpes de castigo y por haber sabido aprovechar mejor las pocas oportunidades que ha tenido.


El domingo visitamos el Lhardy, el restaurante en activo más antiguo de España, de 1839. Situado en la Carrera de San Jerónimo, cerca de Puerta de Sol, es uno de los lugares más emblemáticos de Madrid en general. Yo no lo había visitado nunca. Eso si había pasado por delante del restaurante infinidad de veces. La fachada del restaurante no llama mucho la atención. Pero lo que cuenta es el interior. Para acceder al restaurante se deben de subir unas escaleras desde la trastienda, que llevan al piso de arriba donde se encuentran los seis comedores del restaurante. A nosotros nos situan en el comedor Tamberlick, con capacidad para seis personas. Hay otros comedares más con una decoración que te lleva a otros tiempos, con paredes tapizadas con cuero negro tallado y grandes candelabros con velas rojas y lámparas de araña colgadas en los techos.

El menú es muy simple: Cocido Madrileño (sopa, garbanzos, verdura, carne) y souflé de postre.

Salimos rodando en dirección al aeropuerto y en poco rato estoy volando rumbo a Girona dando cabezadas. Una vez en Girona, la Renfe llega con retraso y tardo mucho más en recorrer los 40 kilómetros que separan Girona de Figueras que los 700 que separan Madrid de Girona.

Ya de noche tengo tiempo de ver el Argentina, República de Surafrica, en la que la lógica se impone a todo tipo de sorpresas.

3 comentarios:

Maria Gomez Rodriguez dijo...

con que por Madrid (encima de cañas por mi barrio) y sin avisar... menudo tirón de orejas te vas a llevar la próxima vez...

Anónimo dijo...

la afición del Greco a pleitear rayó en excepcional, y más si se lo compara con otros artistas de Toledo. En esta ciudad el patrocinio artístico estaba basicamente en manos de la Iglesia y sobre todo en la Catedral. En consecuencia , la mayoría de los artistas de la ciudad estaban acostumbrados a tragarse el orgullo y aceptar lo que sus clientes eclesiasticos querían pagarles, para no poner en peligro sus perspectivas de nuevos encargos. El Greco era distinto. Cuando en 1577 llegó a Toledo procedente de Roma, se encontró en un ambiente en el que el artista gozaba de escaso prestigio social. Más bien se veía en él a un artesano , practicante de un "oficio mecanico" no a un miembro de una profesión docta, liberal. Además la Catedral principal cliente de la ciudad no solía ser generosa a la hora de pagarles. Tales ideas y usos eran inadmisisbles para El Greco, cuya estancia en Italia le había enseñado que el arte era una profesión noble, y conforme a ello debía ser remunerada. Aparte de eso tenía en alto precio su independencia, y en general miraba como enemigo a todo el que manifestara críticas hacia su obra. Esas ideas le habían costado disgustos en Roma, y siguieron acarreandole problemas en Toledo, Para empezar, tasaba muy alto el valor monetario de sus`pinturas, muy por encima de lo que pedian sus colegas y casi siempre más de lo que estaban dispuestos a pagar los clientes toledanos. Tampoco era complaciente con el cliente que pedía cambios en el diseño de la obra. El resultado fué que pocos de sus encargos importantes discurriesen de forma pacifica; más bien estuvieron puntuados por desavenencias entre el artista y sus clientes y al menos en cuatro ocasiones acabaron en los tribunales"
R-L. Kagan "El Greco" Galaxia Gutemberg 2003

Ya que nos has puesto la foto de la obra más famosa del Greco yo te hago una pequeña ilustracio del CARACTER de este grandisimo artista que en su momento como tantos otros no lo tuvo nada facil

pjdfp dijo...

Pues muchas gracias por ampliar la entrada con tan ilustartiva y enriquecedora información!!