viernes, 19 de octubre de 2007

Las inseparables vidas de Stoker, Irving y Drácula

Bram Stoker


Abraham Stoker, más conocido como Bram Stoker debe su fama básicamente por la más célebre de sus novelas: Drácula.
Nacido en Clontarf, un pueblecito cercano a Dublín, Irlanda, en 1847 fue el tercero de siete hermanos y padeció una extraña enfermedad que le impidió valerse por si mismo hasta los siete años. Estos primeros momentos de su vida hipotecados en la cama le dotaron de un extraño y talentoso carácter que le fue muy fructífero en años posteriores.
Después de la milagrosa recuperación Bram pasó a ser un niño normal y corriente, incluso mostrando excelentes aptitudes para el atletismo. Incluso fue nombrado atleta del año por el Trinity College de Dublín, donde estudió durante cuatro años la carrera de Matemáticas y se graduó con honores en la misma.
Después de acabar la carrera no le fue difícil encontrar un trabajo como funcionario público para la Administración de la ciudad de Dublín. Parece ser que no debía de tener mucho trabajo y en vez de ocupar sus largos y espaciosos tiempos ociosos, típicos de funcionario, tomando cafés y charlando con los demás funcionarios, los aprovechaba para escribir novelas y, sobre todo críticas de obras teatrales y de paso publicarlas (sin ánimo de lucro) para The Dublín Mail.
Una de estas críticas fue para una representación que incluía el tour de la compañía de teatro de Henry Irving, afamado actor y empresario londinense de la época especializado en la obra de Shakespeare.
La crítica se Stoker fue muy buena y eso debió de gustar tanto a Irving que éste le invitó a cenar en la habitación del hotel e Irving obsequió a Stoker con unos monólogos shakespearianos que le debieron de dejar sorprendido.
En este momento se de forjó una inseparable relación entre los dos que llevó a Irving a proponer la dirección del Lyceum Theatre, propiedad de Irving, lo cual Stoker aceptó con los ojos cerrados y le llevó a mudarse a Londres en el año de 1878. El cargo de director, tanto de la compañía como del teatro, le tendría ocupadísimo durante 20 años. Giras mundiales, temporadas maratonianas, más de 300 personas a su cargo y un jefe, Irving, ultra absorbente y exigente que le chupaba la sangre cual sanguijuela.



The Lyceum Theatre

1878 es el mismo año en el que Stoker contrajo matrimonio con una belleza victoriana que había sido novieta de Oscar Wilde, Florence Balcombe. El matrimonio, al poco de llegar a Londres dio a luz un retoño al que Bram Stoker no debía de hacer ni puñetero caso en comparación con el caso que hacía a Mr. Irving. Cuenta la leyenda que Florence, ya harta y celosa de la dedicación y adoración exclusiva que su marido no fingía en demostrar por la figura de Irving le debió de comentar a Bram: “¡¡¡Te importaría menos la muerte de tu hijo que la de Irving!!!” a lo que Stoker debió de responder: “Efectivamente, hijos podemos tener muchos, pero Henry Irving no hay más que uno”.
Fue durante los largos viajes internacionales que llevaron a Stoker a visitar gran parte del mundo anglosajón en los que encontró tiempo para seguir con su afición de escritor. Tengamos en cuenta que por aquel entonces, cruzar el Atlántico daba para mucho (no como hoy en día que sólo te da tiempo de beber unas cervezas comer comida infecta, ver un par de películas todavía más infectas y limpiarte las manos con una toalla empapada en agua caliente) e ir hasta Australia (y volver) ya ni te cuento.
Entre océano y océano y después de haber escrito e investigado durante siete años Stoker concluyó su celebérrima obra maestra “Drácula”, basada en la leyenda de Vlad Tepes “el Empalador”.
Las vidas de Drácula y Jonathan Harker son reflejo de las vidas de Stoker e Irving y la relación existente entre estos dos.
“Drácula” tuvo un éxito inmediato y proporcionó reputación e ingresos a Stoker, pero el sueño de éste era que su muso (Irving) interpretara el papel de Drácula en una obra adaptada por el mismo Stoker. Irving nunca aceptó este encargo de su vasallo a pesar que la obra se produjo en el Lyceum Theater.
Sir Henry Irving

Irving murió en 1905 y dejó a Stoker con las ganas de ver a su idolatrado jefe representar la obra de de su vida. A partir de entonces la vida de Stoker sufrió un giro radical.
Cometió un error garrafal al no registrar debidamente los derechos de autor en los Estados Unidos y a pesar de haberlo hecho correctamente en el Reino Unido, murió de sífilis arruinado en 1912 el mismo día en el que se hundió el Titanic.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Curiosa hisotria ¿como es que nos la cuentas? ¿alguna relación con Drácula? jeje, besos

javi duque dijo...

ciertamente, muy interesante este nuevo relato.

pero cambia el tamaño de la letra de los dos ultimos parrafos, hay q dejarse los ojos...

bueno, te veo mañana

Anónimo dijo...

A propósito de la "rara" enfermedad del "rarito" Stoker que, según dices, le tuvo durante siete años postrado en la cama y luego llegó a ser un buen atleta, me acuerdo de un crío que habiendo cumplido un año y medio, nunca había dicho nada, ni papá, ni mamá, ni tato, ni NADA. Los padres empezaron a preocuparse y cuando cumplió los dos años con su más absoluta afasia, se lo comentaron al pediatra aprovechando una de las rutinarias revisiones. El doctor le miró y remiró con sus medios pero no encontró ninguna anomalía causante de la mudez. "Hay algunos niños que tardan a hablar..." les dijo.
Pasaron los meses y ya cumplidos tres años decidieron ir al otorrino de la seguridad social. Tampoco éste le encontró el motivo por el que el niño no hablaba y por si acaso le hizo una resonancia magnética, que también salió absolutamente normal.
Luego fueron a la consulta privada de un otorrino de la ciudad y finalmente, cuando el niño ya tenía 5 años y seguía sin decir ni palabra, acudieron a una famosa clínica de Madrid donde al niño le volvieron a hacer todas las pruebas y tras pagar un considerable factura, les llegó un informe donde aseguraban que el niño era normal, que no padecía ningún trastorno laríngeo, ni cerebral y que no podían diagnosticarle. Por supuesto recomendaron revisiones periódicas...
Pasaron los años y un buen día, mientras estaba en la mesa comenzando a comer un plato de verdura, dijo muy natural: "Mamá, ¿me pasas la sal?"
La madre asombrada, creyendo estar presenciando un milagro, le espetó: "Pero hijo, ¿puedes hablar? ¿como es que hasta ahora no has dicho nunca nada"
Y, el ya mozo, volvió a hablar: "Es que hasta ahora todo iba bien".
Quizás Stoker estaba de p.m. en la cama...

pjdfp dijo...

jeje!! puede ser. Pero me parece que en este caso fue que la sopa no estaba lo suficientemente caliente.