domingo, 29 de julio de 2007

Historia de una piscina

Hace unos días me invitaron a cenar una pareja de amigos. En concreto María y Alex, que veranean en Cadaqués.

María es una ex compañera de trabajo de la Marina Port Vell, que tuvo que sufrirme como comisario anti tabaco. Alex es su marido y tienen dos niños, Max y Ágata de cinco y cuatro años.

Como saben que estoy por aquí, los cuatro me hicieron una visita a la Marina. Nos sentamos en una terraza que hay al lado de las oficinas con un ojo puesto en la cerveza y el otro en los niños, que cuando menos te lo esperabas estaban en la otra punta del puerto. Obviamente, los padres tuvieron que advertir a los niños que había que portarse bien y que si lo hacían llegaría recompensa. La recompensa se materializó en un enorme plato de patatas fritas a las que Max recomendó añadir además de ketchup y mostaza, tabasco. Luego picaban, claro. Pero no dejamos ni una.

Alex y María son grandes amantes del Carajillo con Ron Puyol, así que buscamos en la playa un lugar donde nos lo sirvieran. Previamente Max disfruto de un paseo en caballito mecánico y Ágata de una larga sesión de saltos en cama elástica. Pesa tan poco que la cama no cede ante su impulso, pero se lo pasa en grande. Despues de tomarnos los carajillos (prefiero el café a solas) nos vamos cada uno a nuestra casa y quedamos para hacer una cena en Cadaqués un día de estos. A parte de amar el carajillo, la pareja también ama la barbacoa y mi subconsciente me dice que la cena prometida consistirá en barbacoa, así que al día siguiente decido llamarles para concretar una cita lo antes posible. El día siguiente.

Así que el día siguiente me lo planteo de la siguiente manera: desayuno fuerte en el buffet del hotel y comida ligera para disfrutar de la barbacoa. Pero la visita de mi jefe me impide seguir adelante con mi plan de frugalidad a medio dia y tengo que comerme una ensalada caprese y un plato de tagiatelle con porcini y trufa negra. A las cuatro y media estoy a punto de rebentar.

A eso de las siete me escapo hacia el hotel, para cambiarme de ropa, coger el bañador y el coche para enfilar hacia Cadaqués.

Para llegar al pueblo hay que tomar una carretera de infinitas curvas que suben a lo alto del Parque Natural del Cap de Creus y una vez arriba tienes que vover a bajar por otra carretera de curvas que acaba en el pueblo de Cadaqués.

Una vez allí, Alex me viene a buscar a la entrada del pueblo y me guía hasta la casa. La casa está situada en la parte izquierda de la bahía según se mira al mar. Tiene un par de casitas que él mismo ha reformado y una casa central donde duerme la familia. A la hora que llegamos María está practicando el noble arte de la plancha y los niños se acaban de bañar, salen de la ducha cubiertos con la toalla como fantasmas y me intentan dar sustos.

Me cambio y me pongo el bañador. En el jardín hay una piscina. Me tiro y noto como es mucho más difícil nadar aquí que en el mar. Me cuesta más hacer el muerto.

Aparecen los niños ya vestidos y acompañados por María a ella le acompañan una cerveza y un pitillo Golden Virginia recien liado. Los niños quieren que juegue a pilla pilla con ellos, hago el paripé un rato pero me canso rápidamente, con cuatro zancadas los cojo. Pero ellos quieren seguir haciendo algo, inagotables empiezan a dar vueltas al jardín. Max me muestra como sabe trotar como un caballo, incluso relincha y su movimiento de cuello es una adaptación perfecta al cuerpo humano del meneo de cuello del caballo. Me recuerda a mi hermano cuando imitaba perfectamente el mugir de las vacas.

Nos desplazamos a la zona de la barbacoa, ha llegado la suegra de María, Lise, nos dice que Alex, nacido en Barcelona, con sólo pocas horas de vida ya visitó el pueblo, así que casi la mitad de su vida se podría ubicar en el pueblo. Con la introducción de su madre Alex toma la palabra y, mientras enciende el fuego, empieza a contar historias de la casa, de los veranos y fines de semana en Cadaqués, toooodos los viernes después de salir del cole carretera y manta hacia la costa. Se conoce a todas las familias del pueblo. Podría escribir un Best Seller con las historias que cuenta.

Comienza a anochecer y todos empezamos a tener hambre, el fuego ya está casi listo. Chorizos, panceta, pinchitos, hamburguesas y una refrescante ensalada de couscus y taboulé cocinada por Lise. Alex insiste en que es una barbacoa de las guarras, que quería haber comprado carne de la buena pero con el ajetreo de idas y venidas a Figueras no le ha dado más tiempo que entrar en el Mercadona y comprar bandejas envasadas. A mi me da lo mismo, hago un papel muy digno y todo me sabe a gloria.

Los niños se van a la cama y Lise también, nosotros nos vamos a dar una vuelta por el pueblo. Alex sigue con sus historas, es sorprendente cómo de un pueblo tan pequeño pueden surgir tantos relatos.

Me cuenta lo que son los "ous ferrats", pequeñas embarcaciones amarillas y blancas casi cuadradas que sirven para llegar a las boyas a remo donde están amarradas las embarcaciones de los habitantes de Cadaqués. Me hace gracia lo del "ou ferrat" se me ocurre hacer una regata: Ou Ferrat Class.

A todo esto, María y Alex no saben quien tiene el mechero "¡Lo tienes tuuuuuu!", "¡¡No, lo tienes en tu bolso!!", al final resulta que los dos tienen su respectivo mechero, jaja, demasiadas cosas en la cabeza!!

Ya es tarde, estos dos estan de vacaciones, pero yo no. Mañana hay que ir a trabajar. Así que subimos hacía casa. La cuesta debe de ser de un 15%, mínimo, casi tenemos que ayudarnos de los brazos para subir, ahora me acuerdo que, antes, con el coche he utilizado la primera para llegar a la casa. Con los chorizos en la panza se hace difícil la subida, pero a los tres se nos abre el apetito. Nos hacemos unos bocatas de fuet en un plis y nos los comemos en la piscina. Allí María me pregunta si Alex me ha relatado la historia de la construcción de la piscina. Le digo que no, esa, precisamente, no. Alex me la cuenta. Sin lugar a dudas es de las más divertidas.

Cuenta que los constructores de la piscina, a pesar de haber tenido el dudoso honor de ser los importadores de la técnica del gunitado de hormigón, debían ser unos chapuceros y que, debido a los dolores de cabeza que supuso la construccion de la piscina. Alegando daños y perjuicios decidieron no pagar por la obra. No merecían ni un duro. Así que los constructores demandaron a la familia mediante un prestigioso abogado caradura cuya estrategia consistia en no ponerse nunca en contacto con el abogado de la familia de Alex. Típico pica pleitos que pretende alargar los procesos de negociación hasta el infinito abismal con tal de minutar.

Así que un día Lise, harta de tanto papeleo, procedimientos administrativos y burocráticos decidió acudir sin cita previa al despacho del abogado demandante. Acompañada por Alex, cruzaron las calles de Barcelona en Vespa y llegaron al lujoso despacho del abogado. A todo esto estamos hablando de mediados de los ochenta.

Una vez en el despacho pidieron cita con el abogado, la secretaria dijo que esperasen en el vestíbulo y fué a avisar al abogado de la visita sorpresa. Pero no se dió cuenta que Lise y Alex se colaron en el despacho pegados a su culo, con lo que ya habían logrado presentarse en el despacho personal del abogado de los constructores. El abogado mandó a la secretaria que llamase a la policia y ésta dejó a solas en el despacho al abogado, Alex y Lise.

Lise reprochó el comportamiento del abogado y le sugirió que se pusiese inmediatamente en contacto con su abogado, a lo que el abogado respondió que se largasen antes que llegase la policia.

Pero a Lise no se le ocurrió otra cosa que cojer el primer jarron de porcelana que tenía a mano y amenazar con romperlo a no ser que el abogado llamase en ese preciso momento a su abogado. El abogado siguió con la cantinela de la policia y el jarrón cayó al suelo. Y así con todos los jarrones hasta que llegaron los grises. Lise sacó de su bolso un pasaporte suizo (se me ha olvidado comentar que la familia de Alex es suiza) y los policias no los detuvieron y los dejaron marchar sin dar al abogado posibilidad alguna de demandar a madre ni hijo. Así que el abogado se quedó sin jarrones y además recomendó a los constructores que retirasen la demanda a la familia, cosa que hicieron.

En fin, una bonita y humana historia de pérdida de paciencia que acaba bien. Aunque por lo visto hoy, despues de casi 20 años, la piscina tiene que repararse otra vez puesto que filtra agua hacia el jardín.

Este invierno Alex quiere repararla otra vez. Así que la historia de la piscina sigue viva. Veremos si da para escribir un libro.

Cuando acaba la historia nos quedamos sentados en el borde de la piscina y nos callamos. Aquí si que se ven estrellas. Poco a poco nos entra el sueño. Nos vamos a la cama. Me despierto pronto y lo primero que veo es la fotografía de arriba, el sol se refleja en el mar casi igual que como en un espejo. Saco otra foto, esta de abajo y me voy a trabajar.

martes, 24 de julio de 2007

Celebración


Acontecimiento largamente esperado y anhelado por la mayoría de personas que rodean al Sr. Alejandro Padrell. El evento se celebró durante el fin de semana del 21 y el 22 de julio de 2007. Muchos de los que acudimos no olvidaremos esta fecha.

El que escribe estas líneas, cómo no, decidió acudir al lugar antes que el homenajeado para reconocer el terreno, Sant Julià de Vilatorta. Llegué en lo que se dice "un pedo", puesto que no salía de Barcelona sino de mi Ampuriabrava adoptiva. Diferencia de paisaje y de temperatura, St. Julià está en el centro, cerca de Vic (tierra de fuets y demás embutidos suculentos).

La primera impresión de St. Julià que se lleva él que lo visita por primera vez es de un viaje a finales de s.XIX: casas de viejas y acaudaladas familias de la Ciudad Condal construidas para respirar aire fresco durante los calurosos meses de verano. Me viene a la memoria la novela de "La montaña mágica", y puedo imaginar a personas con tuberculosis tumbados al sol en sus interminables jardines y poniendose hasta la bandera de fuet y llangonises varias bien regado de vino tinto, con la excusa de estar malitos.

Pero volvamos al s.XXI, he llegado demasiado pronto y todavía no hay nadie más que los padres de Alex. Me dan una vuelta por el jardín y me comentan que antes era todavía más grande, por lo visto la carretera que pasa por detrás cortó en dos el bosque y ahora lo que queda es la mitad. A pesar de esto se podría hacer una piscina olímpica y un par de canchas de tenis rodeada por un velódromo peraltado que rodease el cedro de 30 metros que gobierna el jardín y sobraría espacio.

Al fin llegan Alex, Vania y Ahim. Visitamos Vila Carme que es la casa donde vamos a pasar el fin de semana. Aproximadamente tiene unas treinta estancias repartidas en tres pisos y es de planta casi cuadrada, enorme y muy bien conservada, para llenar esa casa necesitas muchos invitados, pero en caso de exceso de invitados siempre queda Vila Conchita, que es la casa de al lado, la hermanita pequeña de Vila Carme.

Es hora de cenar y vamos todos a un pueblo de cuatro casas vecino de St. Julià, una de las casa es un restaurante y otra es una iglesia románica. Tambien hay unos columpios para niños de 3 años, en los que, obviamente, tanto Vania como yo hacemos el mongui a base de bien. Todavía quedan pueblos así, con lo básico. La cena consiste en un plato lleno de embutits de la terra y pan con tomate a tutiplen. Los demás me dicen que no hace falta que me acabe los embutidos, que alivio!! El padre de Alex se tira el rollo y nos invita a todos, thaaaanks a loooot.

Para bajar la cenorra, y dejnado a buen recaudo los padres de Alex y a su tía, nos vamos a estirar las piernas y jugamos unos futbolines. St. Julià está de fiesta mayor. Atraídos por la música que viene de la parte baja del pueblo, llegamos a un parque en el que debe de haber algunos cientos de chicos y chicas jovenes meneandose al son de "Te quiero para toda toda tooooda la vida". Definitivamente no es nuestro rollo. Volvemos a casa cabizbajos por que, pese a sentirnos jovenes, sabemos que los 16 ya hace unos cuantos años que han pasado.

Pero a la mañana siguiente me importa un huevo no tener ni 16 ni 17 ni 18 años, de hecho hay cosas que con esa edad no se pueden hacer, por ejemplo: celebrar que un colega tuyo es Arquitecto.

Y bueno, hay que preparar todo, vamos a Vic, compramos verduras en la plaza y nos sorprendemos ya que elegimos el género con nuestras propias manos. Quizás sea el mismo género que el vendido en Caprabo, pero al menos es más auténtico compralo a plena luz del día. Pero hay cosas que se tienen que comprar en el super, inevitable: birras, alcoholes, carbón, hielo, servilletas (¿pa qué?)... La carne ya está comprada. El trayecto St. Julià Vic no dura más de 10 minutos en coche. Los teléfonos de Vania y Alex no dejan de sonar continuamente. Nadie sabe como llegar y además mucha gente está empezando a despertar a las 13.00, con lo que llegarán tarde muchos de ellos.

A la una empezamos a preparar la barbacoa, se supone que soy el encargado. Recogemos unas cuantas ramas del jardin y empezamos con el fuego. Las ramas están secas, en su punto, así que no cuesta arrancar una buena fogata. Sale una buena brasa que supongo durará mucho tiempo.

Los padres de Alex abandonan en este momento la escena pidiendo que no bebamos mucho y esas cosas que nosotros, en caso de tener churumbeles, tambien les diremos a ellos.

En la nevera hay 96 latas de Estrella Damm, se abre la veda, empieza a legar gente sedienta, te explican las vueltas que han dado para llegar allí, las mismas que di yo ayer. Pero sólo hay algo que me importa en estos momentos: observar el fuego y ver como la madera se convierte en rocas rojas poco a poco, verdaderamente es un espectaculo que merece ser disfrutado con una cerveza bien fría y con una bolsa de patatas.

Vania se encarga de recibir a la gente, la anfitriona perfecta, ensenya la casa a los invitados (gran parte de ellos son arquitectos) mientras atiende por teléfono a los que tienen que llegar. "Alex!! ¿Cómo se llama esta calle? ¿Pugi y qué más?" La calle se llama Puig i Cunyent y la pregunta de Vania se va a repetir durante toda la tarde hasta que llegue el último invitado, todos nos descojonamos.

Empieza a llover, mal rollo. Pero mis brasas no las apaga ni un diluvio universal. A pesar de eso decidimos cambiar el emplazamiento de la barbacoa hacia el porche de la casa. Una vez allí deja de llover y hay que moverlo hacia otro lugar, estresante. Comienzo a asar pimientos, berenjenas y cebolla: Super escalivada al ataque!!

Acto seguido butifarras (brutales), costillas de cerdo y acabamos con chuletas de cordero. Todo espectacular. Tengo a mi servicio un par de pinches que permite dedicarme a jalar como a mi me gusta mientras ellos le dan la vuelta a las viandas, good job boys, we really were a team!! La barbacoa se acaba. No hay café, así que la gente sigue bebiendo cerveza y creo que por ahí alguien ha hecho sangría. Muchos se tumban a la bartola, otros a la tertulia: Summer Case, Piqué, ¿dimite o dimitido? Fernando Alonso por aquí, ¿que tal el curro? y largo etc.

Hablando hablando entra el apetito y nos damos cuenta que en la nevera ya no queda ni una mísera birra. Los chavales que han llegado en bicicleta a las 17:00 están que muerden por que no les hemos guardado más que una misera chuleta por barba. Alerta ROJA!!!! Alex se pone las pilas y organiza un convoy especial de ayuda barbaconiana para comprar más carne y más cerveza. ¿Enciendo más brasas? ¿Si o no? SI, rotundo. No problem, carretilla y peinado intesivo de la zona del jardín. Tiro las cenizas de la antigua barbacoa y empiezo otra, la segunda del dia. La vecina de al lado sale a quejarse que ja n'hi ha prou que cremareu casa meva, le digo que llame e los mossos si quiere y Vania me bronquea, me callo, esto de tener mano izquierda con según quien nunca se me ha dado bien.

Bueno, llegan los refuerzos: pollo y hamburguesas, más verduras para hacer 10 kilos de escalivada. Pero no hay papel de plata. Ya es oscuro, la gente tiene hambre y en el mismo momento en que servimos en la mesa los primeros muslitos de pollo, a un panal de rica miel, dos mil moscas acudieron...

Como todo lo bueno y de la misma manera que antes, se acaba la comida y la cerveza, por suerte alguien ha preparado un cotel llamado "Matador". La fiesta se traslada a la parte más frondosa del bosque, los encargados de la fiesta nocturna se han currado un buen escenario en el que todos podamos ser protagonistas: lámaparas de pie con pantalla distribuidas por el bosque, una mesa con platos para mezclar la música, un proyector de imágenes, Ahim tocando el clarinete a duo con Alex. Cuanto más tarde, más difícil se me hace retener lo que va pasando, ahora lo que importa es mover el esqueleto, "we learn brand new dances like the nuclear bomb". Jornada maratoniana. Muchos van enfilando hacia sus aposentos y se despiden o prefieren no despedirse por temor a represalias. Los que nos quedamos pedimos más caña a Dj Máximo, él no acredita, ¡¡no se puede dar más caña!!, triunfa el tema-lema "We're arkitects!!".

Dan las cinco y Alex nos hace cerrar el chiringuito, no da opción a más jaleo. Recogemos las cosas y los que quedamos nos despedimos hasta el siguiente día.

A muchos les dio vueltas el techo, otros durmieron como santos, algunos se levantaron con gratas sorpresas en la cama, los que menos tuvieron indisposiciones gástricas sin mayor importancia própias de una barbacoa épica.

Dolores de cabeza que no le quitan las ganas de desayunar a nadie ni de visionar la carrera de F1 más accidentada en mucho tiempo. Los coches van saliendo uno tras otro de la pista empapada de agua y todos cantamos a coro "Ooooolééééé, ooooooléééé´!!!", parece que estemos viendo la Feria de San Isidro.

Poco a poco, con cuenta gotas, nos vamos despidiendo todos. Me quedo hasta el final y tengo el honor de ser el último en salir, justo detrás del coche donde van Vania, Alex y Ahim. Adeu Vila Carme, fins a reveure.

Ha sido una celebración en toda regla, gente que nos conocíamos de vista o que no nos conocíamos nos despedimos, alegres de habernos conocido un poco más o simplemente de habernos conocido. Estoy seguro que si algún día volvemos a coincidir todos otra vez, nos acordaremos de esta fiesta.

jueves, 19 de julio de 2007

Festival


Es sábado y estoy en la playa de la Nova Mar Bella tomando el sol, hace un calor asfixiante. Llamo a Vania para ver que tal le ha ido la semana, mucho curro, pero que como su niño Alex ya ha acabado los examenes se ha quitado un peso de encima. Ambos va a ir al Summer Case Festival que se celebra durante todo el fin de semana. Me ofrecen ir con ellos, no tengo nada mejor que hacer y el cartel promete bastante. Y aunque no prometa no hace noche para quedarse durmiendo en la cama.

Me despido de mis colegas playeros y dejo la toalla en el maletero del coche. Voy andando hasta la taquillas del evento. A las 18.00 ya hay gente fuera del recinto haciendo botellón: wisky calimocho, cervezas... lo que sea para aliviar el calor. Deduzco que la pulsera azul que llevan todos es la reglamentaria de este año. Compro la mía, buena sablada. Entro en bañador y con chancletas, a pesar de ir con esas pintas soy de las personas más discretas en cuanto a indumentaria se refiere. Mucho gafa-pasta, pantalones de pitillo y peinados recien salidos de La Pelu. Me trago el primer concierto, debajo de una carpa, con un aforo que no llega ni al 20% de la capacidad total posible. Los notas que están tocando no los conocen ni sus madres pero seguro que son los típicos que luego en Rockdeluxe o en Diario Pop de R3 los ponen por las nubes con frases tan tajantes como: "fueron los mejores de todo el fin de semana con diferencia" o "los únicos que emanaban espíritu de festival por todos los poros". El caso es que no lo hacían mal y la música en vivo es música en vivo. Además a esas horas puedes ir con chancletas sin miedo a que te claven los tacones de aguja en el pié.

No hay mucha más animación y ya se me ha hecho tarde, las 20:00. Tengo que ir a casa, ducharme y pasar a buscar a Vania y Alex. Una vez cumplido esto y unas birras más tarde vuelvo a estar en el Forum, ya comienza a estar petado. Vemos a DJ Shadow, se limitó a reproducir sus mejores éxitos y decir "I love Barcelona" y poca cosa más. Luego vemos a Gossip, una tía de 120 kilos baila frenéticamente de un lado al otro del escenario, no creo que llegue a vieja, aunque es espectacular y tiene una buena voz. Más tarde Air, gabachos de altos vuelos, vestidos de blanco con cara de estar flipando con ellos mismos, pero buen directo y buen batera.

Luego empezamos a ver el concierto de los Kaiser Chiefs, adrenalina y endorfinas como por un tubo, típicas canciones que has oído una vez en tu vida y que cuando las oyes por segunda vez te preguntas: "¿esta canción es de estos tíos?", obviamente la has oído en los anuncios de la tele. Más tarde vemos a los locos de !!! un notas de dos metros de alto con unos brazos que le llegan casi hasta las rodillas baila como si estuviese poseído por el demonio, la gente se vuelve loca, pero sólo mantienen este ritmo durante la primera parte del concierto.

Durante estos tres o cuatro conciertos me he perdido y me he vuelto a encontrar con mis compañeros como unas cuatro veces. El recinto esta abarrotado de gente y de cada diez personas que te cruzas, una está pegada al teléfono con el brazo en alto y gritando a su interlocutor: "Estoy mirando hacia el mar con la mano derecha levantada" o "¿¿ahora me ves?? ¡¡Por que yo a ti te he perdido!!" Yo también hago lo propio. Además no voy con un grupo solo de gente, por un lado tengo a Vania, Alex y sus colegas y por otro a Alba y sus colegas. Así que voy yendo y viniendo cual pelota de tenis. A veces nos cruzamos sin tener que utilizar el teléfono, parece un milagro, es como encontrar una aguja en un pajar.

Más tarde (a las 3:30) empieza el concierto estrella: The Chemical Brothers. Ya es la tercera vez que acudo a uno de sus conciertos y lo único malo es que siempre se me han quedado justos de tiempo. Esta noche, sin embargo, nos han ofrecido una extensa sesión de casi dos horas. Excelente.

Decidimos irnos con buen sabor de boca y prescindir de Felix da Housecat, son las cinco de la madrugada. Una hora más tarde nos arrepentimos de haber tomado esa decisión. La salida del Forum está llena de gente y la perspectiva que nos ofrece la Diagonal implica tener que enfilar a patita hasta bien lejos. Hay que llegar hasta Glories, recorrido que normalmente lo hago a pata coja, pero que tras tanto ajetreo te sienta como una patada en los riñones. Para colmo decidimos atajar pero no sirve de nada. Llego a casa con el solano dando bien fuerte. Bueno, hacia tiempo que no llegaba tan tarde a casa, pero ha merecido la pena. Ahora a dormir.

Entre la primera foto y la segunda hay doce horas de diferencia. Aparecen Alex (parece querer ir a la cama) y parte de la cabecita de Vania, "perdidos en el corazón de la grande Babilón". Gran noche!!





viernes, 13 de julio de 2007

Renos en la Barceloneta


Pues hace ya un mes que estoy aquí arriba. Como pasa el tiempo, es increíble. El caso es que tengo ganas de estar asentado de una vez por todas en Figueres o por la zona por que lo que peor llevo es subir y bajar. Entre pitos y flautas le estoy metiendo una paliza al coche de unos 600 Km. semanales.
Mi plan durante estas cuatro semanas ha consistido en subir los lunes por la mañana hacia Empuriabrava y bajar los sábados a Barcelona. Lo contrario de lo que hace todo el mundo por aquí.
Incluso esta última semana he tenido que quedarme el lunes en Barcelona por una reunión que tenía por la tarde. Y así el lunes por la mañana lo puedo dedicar a hacer el guiri por Barcelona, cosa que no está nada mal.
Los sábados voy con amigos (Itzi & co.) a la playa de Barcelona.
Ir a la playa de Barcelona significa soportar a los pakis con su "aguacervezabiiiaaarrrr aguacervezabiiiiaaaaar", las chinas con sus masajes y los negros con gafas de sol o Cd’s. Luego están los chiringuitos. Los chiringuitos se distribuyen ordenadamente por las playas, uno cada cien o ciento cincuenta metros. Cada uno de estos chiringuitos son réplicas exactas los unos de los otros. Constan de una estructura tipo contenedor de buque mercante en el que hay una cocina, barra y una terraza bajo una pérgola dónde hay mesas con sillas y un DJ pretendidamente cool pinchando música a todo taco. Los currelas de esos chiringuitos tienen cara de estar hasta los huevos de ese curro, de la música y de los amigos gorrones del DJ, que suelen distinguirse por llevar unas gafas de sol que cubren casi integralmente sus rostro y visten con pareos comprados en el mercadillo de San Antoni de Ibiza. El menú de estos chiringuitos es básicamente catalán: doblescheeseburguers, hotdogs, sandwich, ensaladas con nombres italianos o griegos y demás kkfood. Las cervezas van a 2€ la unidad. Los currelas suelen ser argentinos, y yo he llegado a la conclusión que los traen dentro de los mismos contenedores directamente del verano de las playas australes para servir en el verano septentrional.
Pero esto es desde el Port Olímpic hasta el Port Forum. Desde el Olímpico hasta la Platja de San Sebastià, la cosa es bastante diferente, en este tramo también hay chiringos, pero el espectáculo se encuentra en la misma playa, especialmente en la escultura de “Homenatge a la Barceloneta”. Hace poco estuve con mi excompañero de piso bebiendo unas birras y disfrutando del espectáculo. Cientos de personas abucheando a los coches patrullas de la Guardia Urbana o de la Policía Portuaria, gente vendiendo hachís descaradamente, peleas de camellos con botellas rotas, pequeños hurtos a guiris confiados. Uno de esos guiris se dio cuenta y muy educadamente acudió a quien le había robado la camiseta, el ladrón era un bicho de dos metros con cara de haberse bebido una botella de vodka al sol y de llamarse Olaff Gustaffson. Llevaba la camiseta en la mano y parecía que se había olvidado que la había robado por que cuando se la pidió el guiri se la dio como si nada, casi disculpándose. A Olaff ya le había visto unas cuantas veces deambular por la zona. Normalmente va junto con otro compañero, este tiene que llamarse Gustaff Olaffson, y suelen ir vestidos con unos gorros con cornamenta de los renos de Papa Noel hurgando en todas las papeleras en busca de cartones de Don Simon sin acabar.
Así que es interesante abrir los ojos, se pueden observar cosas que a simple vista pasan desapercibidas.
Ahora, cada vez que bajo a Barcelona me da la sensación que otra vez ya no es mi casa. Principalmente por que mi nevera sólo contiene una cebolla, una patata y limones, importante que siempre haya limones. Así que en cuanto llego, pongo el programa de lavado rápido, extiendo la ropa y me las piro cagando leches a donde sea.
Aunque sea a dar un paseo solo. Aprovecho para hacer fotografías de cosas y casos que abducido por la rutina no dan tiempo ni a apreciarlas. Como a “Maradona de las Ramblas”, mito viviente de las Ramblas. Lástima no tener una foto de Olaff y Gustaff con sus gorros de renos.

martes, 3 de julio de 2007

Los lobos


Acabo de ver un documental sobre bandas callejeras de Bayview, un barrio marginal de San Francisco, habitado por una gran comunidad negra dividida en cuatro bandas rivales entre si y en plena guerra de pistolas las unas contra las otras.

El documental estaba rodado por un chaval que había pertenecido a una de esas bandas y llegado un punto decidió abandonar las armas. El chaval no tenía más de 17 años y tenía los dientes de la mandíbula inferior totalmente desgastados y en los de arriba presentaba una dentadura de acero. El documental se centraba en la lucha de unos cuantos exgangsters que estaban en el lado del bien y que intentaban, con la ayuda del ayuntamiento de San Francisco, encarrilar la vida de los chicos atrapados en este círculo vicioso de pistolas, drogas, muerte y violencia.

Al final acaba con la entrega de diplomas a aquellos que han acabado el curso, muchos de los que empezaron no pudieron acabar,básicamente porque no pudieron sobrevivir a la guerra de Bayview. Era bastante desesperante ver a los exgangsters cómo intentaban reclutar gente para el curso, los miembros de las bandas, apoyados en sus automóviles con rap a toda pastilla, escondían su mirada con un risa burlona mientras se rizaban con el dedo una de sus redlocks como diciendo "¡pero que me cuentas!". El curso se hacía en el ayuntamiento debido a que allí hay detectores de metales y, por supuesto, no estaba permitido acudir al curso armado. En una ocasión el alcalde de San Francisco dice: "Hay casi tantas muertes en los getos de nuestras grandes y ricas ciudades que en Kabul o Bagdad".



No obstante me he acordado de una canción que comienza con estas palabras y es una metáfora de la comunidad negra y su relación con las drogas en los Estados Unidos.



"No soy un cazador, pero me han contado que en lugares como en el ártico, donde los esquimales tienen la necesidad de cazar un lobo, utilizan una navaja de doble filo, untan en sangre la navaja y derriten el hielo para clavarla en el suelo por el mango de manera tal que sólo sobresale el filo de la navaja. Así que el lobo huele la sangre, acude a comer y lame la navaja. Y lo que ocurre es que cuando el lobo lame la navaja, como no, se corta la lengua, comienza a sangrar y el lobo piensa que se esta poniendo morado, así que bebe y lame y sigue lamiendo. Pero por supuesto, el lobo está bebiendo su propia sangre y acaba matándose a sí mismo". Dead Prez "Wolves".

lunes, 2 de julio de 2007

25 años de Blade Runner

“-Le gusta nuestro Buho?”
“-¿Es artificial?”
“-¡Por supuesto que lo es!”
“-Debe de ser caro”
“-Muy caro…”

Esta semana pasada “Blade Runner”, de Ridley Scott, cumplió 25 años.

Joya del cine y una de las mejores películas de ciencia ficción. Hay otras como “2001 - Una Odisea del espacio” de Stanley Kubric, “Solaris” de Sergey Tarkovski o “Dune” de David Lynch.

Pero desde luego Blade Runner es mucho más entretenida que las otras mencionadas y va dirigida para un público más amplio puesto que es un punto de encuentro entre el cine fantástico y el policíaco. De ritmo pausado, pero con escenas de acción y diálogos míticos, sin dejar de banda temas como ¿pueden las máquinas tener sentimientos? Tema recurrente también en “2001 - Una Odisea del espacio”. Además, posee una magnifica banda sonora de Vangelis creada adhoc que ayuda a crear una atmósfera todavía más enigmática de la que por sí consiguen las imágenes del largometraje.

Ambientada en la oscura ciudad de Los Ángeles, sumida en una casi eterna noche en el año 2019, trata sobre un inspector de la policía, un Blade Runner, a quien se le encarga que persiga un grupo de androides rebeldes, los Nexus 6, conocidos como replicantes, fabricados por la Tyrrel Co. La rebeldía de estos androides no consiste en nada más que querer vivir más de los cuatro años para los que se les ha programado. Los replicantes acuden a una especie de profesor chiflado que vive rodeado de muñecos extravagantes que le hacen compañía en un enorme piso y que representa la única esperanza para que los replicantes se libren del yugo de su muerte prematura a los cuatro años de vida. Deckard, interpretado por Harrison Ford, investigará el caso para acabarse dando cuenta que se ha enamorado de Rachael (Sean Young), una androide, lo cual hace dudar al propio Deckard sobre su naturaleza ¿quizas él sea también un replicante? cosa que no se había planteado hasta ahora. Se tratan temas de lo más humanos: el amor, la vida, la muerte y la creación.

Pero a parte, se plantea sibilinamente algo que hoy en día está muy de moda y empezamos a tener cogido por la mano: la movilidad de la mano de obra y el cambio climático. Así como la prosperidad económica de las minorías étnicas latinas y asiaticas de los EEUU. La ciudad recuerda más a la idea que los occidentales tenemos de Pekín o Tokio que no a la que tenemos de las ciudades de los Estados Unidos. Harrison Ford se hincha a comer arroz y tallarines con palillos en chiringuitos donde solo se habla chino, japonés o tailandés mientras en la calle no deja de llover persistentemente. Quizás hoy no es tan obvio el que los chinos estén esparciendo su semilla por todo el globo, tampoco el cambio climático parece que haya incrementado la lluviosidad en zonas mediterráneas como California y tampoco vemos que los coches planeen evitando la gravedad.

Blade Runner es un filme que honra al género de ciencia ficción. Quizás 2019 sea demasiado prematuro para el cumplimiento de todos los detalles de esta película, pero dentro de un siglo otro gallo cantará.

Con estas palabras se despide de su vida uno de los replicantes:

“He visto cosas,
que vosotros
ni tan siquiera podéis imaginar:
He atacado naves
envueltas en fuego
más allá de Orión.
He visto brillar rayos C
en la puerta de Tanhauser…
Y todos estos recuerdos se perderán
como lágrimas entre la lluvia.”