El hombre
Un año más que queda para la historia.
Hacía mucho que no escribía, pero eso se debe a que me he dado unos días de vacaciones. Feliz año a todos, por cierto. Espero que lleno de paz, salud, amor y mucha pasta.
Desde la última entrada estuve bastante ocupado con el trabajo y mirando hacia atrás, me sorprende que no haya pasado ni un mes desde la última entrada (14 de diciembre) relativa a la visita de mis padres durante el puente de la Constitución. De ese día hasta hoy han pasado tantas cosas y he estado en tantos sitios que parece que haya pasado una eternidad.
Os lo resumo para aquellos que tengais la suerte de poder leer tranquilamente durante un rato.
El viernes 21 después de una de las multiples comidas de empresa de navidad que se celebran, cogí el coche, con la bicicleta a cuestas, y me largué con viento fresco (hacía frío) hacia Ezcaray. Allí me esperaba mi tío Víctor con Maras para hacer unos cuantos kilometros con la bici. Podeís investigar su punto de vista sobre mi visita en http://kabanova.blogspot.com/ (entrada de 23 de diciembre de 2007).
En la Rioja me ha dado tiempo de ver a toda la gente sin excepción, abuela, abuelo,Silvia (que me ha llenado el maletero hasta los topes, Elena, Víctor, Maras, Manu, Natalia, Enea, Ikiko, Ester, Ester madre, Carlos, Luis, Zeta, osea, un no parar brutal combinado con partido de paddle, Karts, bolos, comidas a tutiplen y bici. Me fastidié un poco la rodilla (por la parte de atrás) y he estado cascado durante todas las vacaciones. Al menos no ha sido una lesión que me haya impedido montar en bici, pero para subir escaleras si que era un poco incómodo.
Muy poca mesa para tanta comida
Bueno, en total durante los tres días que estuve por la Rioja hice unos 125 kilómetros que sirvieron de penitencia para ganarme las comilonas que me metí entre pecho y espalda. Así que estuve inmerso en un círculo pecaminoso.
A nuestra vuelta a Madrid el mismo día de Navidad, mi hermano y yo hicimos una breve salida por Lavapiés con unos amigos de Pozuelo: Rober, Fer, Sara, Dani... El panorama en Lavapìés era el habitual: el vuelo de la litrona combinado con la estampida repentina se ha convertido en el deporte autóctono del barrio y el entretenimiento de los visitantes como nosotros que nos sentábamos en los bancos obserbando el espectáculo. Sociológicamente debe de ser muy curioso ver como en sitios tan lejanos como el Raval y Lavapiés se ha desarrollado el mismo deporte, supongo que es causa de la globalización.
Al día siguiente nos fuimos volando a Grecia. Pero eso lo explicaré en otra entrada. Que pondré mañana.
Navidad con los Molinos del León Dormido
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