jueves, 10 de enero de 2008

Vuelta a empezar(II) - Atenas

Atenas desde la Akropolis

Lo primero que vimos al llegar a Grecia fué el aeropuerto de Atenas. Llegamos a las once de la noche de allí y tuvimos que esperar la maleta de mi hermano, en la que yo llevaba todas mis cosas. El aeropuerto de Atenas es como cualquier otro, nada de especial, salvo los carácteres griegos, en lo demá es como todos. A la salida, un montón de taxis esperaban llevar a todos los recién llegados a sus destinos. Cabe decir que la cola que había que hacer para coger un taxi era más civilizada y ordenada de lo que me esperaba. A pesar de lo larga que era la cola no supuso mucho tiempo de espera.

El taxista que nos condujo a la ciudad iba vestido con chaqueta y una especie de bufanda sin anudar al cuello. Yo me sente de copiloto y mis padres y mi hermano en los asientos de atrás. El taxista hablaba un poco de inglés y nos iba comentando algunos pequeñas curiosidades de la ciudad. Mis padres le comentaron que ellos ya habían visitado la ciudad hacía 30 años, a lo que el taxista respondió con un poco de pena: "all was much better then". Mientras nos conducía por la autopista que lleva a la ciudad, a esas horas ya vacía, sonaba en la radio del coche música griega tanto instrumental como cantada. Casi todos los taxistas atenienses llevan la misma emisora, ahora no recuerdo el nombre que aparecía en las pantallas de las radios, pero creo que era Anthena, supongo que será una especie de Radio Olé pero de floclore griego.
Al llegar al hotel, ya a media noche pasada, nos entregaron las llaves de las habitaciones y preguntamos por algún sitio donde fuese posible cenar. Nos dimos cuenta que verdaderamente el espíritu mediterraneo existe puesto que a la una de la nche es posible cenar tranquilamente y la gente está empezando la noche. El ambiente nocturno de la zona de Placa no difiere mucho del que se pueda encontrar en Chueca o Ciutat Vella.
La comida es buena, aunque, claro, comer todos los días fuera de casa al final acaba cansando. Las ensaladas suelen tener muy buena presencia y casi siempre se añade queso fresco o feta, que es un poco más curado, la fruta es de primera calidad y la suelen incluir en todos los postres de menus, luego dominan todas las carnes, con especial predilección por las de cordero y cerdo, un poco más especiados que lo que estamos acostumbrados aquí y a veces cubiertas con salsa de yogurt. Aunque los pescados al horno también los dominan muy bien, doradas, lubinas, pescadito frito, chipirones...
En cuanto a la ciudad, sorpende lo extensa que es, desde el monte del Akropolis, se puede ver como la ciudad se estiende por los cuatro puntos cardinales hasta donde alcanza la vista o las montañas y el mar lo permitan.
Es curioso pasear por las calles de la parte más moderna de la ciudad, si uno se despista un poco tendrá la sensación de estar en una ciudad que tiene algo de familiar o ya visto. A parte los atenienses tienen un aspecto muy parecido a todos los europeos del sur y en mi opienion visten más parecido a los españoles que no a los italianos.
En cuanto a la parte histórica de la ciudad, principalmente el barrio de Placa está plagado de tiendecitas de toda índole, restaurantes, algunos muy auténticos, otros más estilosos y ruinas griegas, el Ágora fué descubierto en los años 30 cuando se disponían a realizar las obras del metro y se tuvo que derruir unos 400 edificios para proceder al desentierro de las ruinas.

También es recomendable la visita al Museo Arqueológico donde se encuentra una máginfica colección de escultura y de cerámicas.

Merece la pena madrugar uno de los días para llegar a Delfos. Se tarda unas tres horas en llegar en autocar, con guía turística que vaya explicando un poco la historia del lugar. El problema es que la guía te explique las cosas de buena mañana cuando te apetece dar una cabezada en el autocar. En Delfos te das cuanta que el invento de la televisión es relativamente nuevo, pero que el próposito es el mismo que hacía 3500 años: tener acojonada a la gente. Delfos es un sitio al que los habitantes de la Grecia antigua acudian a oir el oraculo sobre su vida. A cambio de una donación podías saber si tu cosecha sería optima dependiendo del mes en que hicieses la recolecta. Me imagino que cuanto más buena fuese la donación mejor se expresaría el oraculo. Lo curioso del oraculo es que los transcriptores de los sonidos lo escrivían en griego, pero sin puntuar, lo que daba pié a multiples interpretaciones de una frase, por ejemplo: "Este año grandes cosechas no sequías". ¿En que quedamos Oraculo? Bueno, para rentabilizar el tema del oraculo, ya en aquel tiempo se podía entretener bien, con el teatro, bien con carreras en el estadio... Debía ser como Las Vegas de hoy en día, sólo que cambiando el oraculo por los dados.

Delfos es uno de los 200 mil sitios que se ha considerado el centro del universo. Otros grandes lugares que sus autoctonos han considerado el centro del mundo: Rapa Nui, Paris, Nueva York, Getafe... A la vuelta paramos en la ciudad de Arajova que es un pueblecito de montaña, cuyo patrón es San Jorge. El 23 de abril, día del patrón, se celebra una tradición que consiste en que los hombres mayores de la ciudad suben corriendo unas escaleras (un montón, las vimos desde el autocar y nos dolieron a todos las rodillas) y el que llega primero puede besar a todas las arajovenses que quiera.

Otro día visitamos el Cabo Sunión, desde donde se suicidó el rey Egeo (de ahí el nombre del mar Egeo). Por lo visto su hijo, Teseo, fué a luchar contra el Minotauro de Creta para liberar a los atenienses del tributo anual de 7 chicos y siete chicas a sus enemigos los malísimos cretenses. El caso es que a Teseo se le olvidó arriar las velas de color negro (señal de que Teseo habría muerto en la lucha contra el Minotauro) con las que partío hacia Creta. Cuando hizó las blancas su padre, Egeo, ya se había tirado desde lo alto del acantilado hacia el mar. Suopongo que antes el acantilado debía de ser un poco más empinado por que yo calculé que antes de caer al agua te dabas varias veces con las rocas y eso resulta menos legendario.

Cabo Sunión: Díficil practicar la caida libre hoy en día


Bueno la moraleja de esta leyenda: navega con velas blancas y lleva siempre radio para comunicarte con la autoridad portuaria.

Templo de Poseidón


Allí, en Sunión se encuentra el templo de Poseidón, que es el que sale en los yogurts griegos de Danone, (curiosidad: en el yogurt griego de Carrefour aparece Santorini). Aproximadamente se tarda una hora y pico en llegar allí, se circula por una carretera con muchas curvas pero de dos carriles por dirección, no muy transitada y con bastante presencia de ciclistas a pesar del viento que soplaba. Nos imaginamos que esa misma carretera debe ser un infierno un domingo por la tarde de verano con todos los miles y miles de atenienses volviendo a Atenas después de pasar un fin de semana en la playa. Pero vaya, nada que envidiar a la Costa Brava.

A la vuelta de Sunión, hicimos parar al conductor del autobús antes del desvio hacia el centro de Atenas para que nos apearamos cerca de Mikro Limanos, Puerto Pequeño, donde nos comimos una fenomenal Dorada al horno.

Y nos volvimos por el mismo lado que vinimos, por el aeropuerto. Pero por la mañana. Así que pudimos ver algunos de los montes nevados que sobresalían de las nubes donde probablemente esquiaban los vecinos de Arajova.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Me alegra volver a leer tus aventuras, "abuelo Porretas". ¿Qué tal la rodilla? Y ¿la vuelta al puerto?. Abrazos