lunes, 25 de mayo de 2009

Half Challenge Barcelona-Maresme 2009


Con Gus y Xavi de STP
Lugar: Calella de Mar (Barcelona)
Fecha: Domingo 24 de mayo de 2009

A las 11:30, viernes, hemos quedado Iván, Nacho, Emilio, Carlos, Rafa y yo en el parking del Club para partir hacia Calella. Llego con tiempo para desayunar un poco en la terraza del club. Ya hay gente nadando en la piscina, hace un buen día, hoy va a ser un buen día. Salgo con mis cruasanes y un batido a la terraza donde, bajo un sol bastante aceptable (hace bochorno), están haciendo una sesión fotográfica nada más y nada menos que a Almudena Cid en bikini. No se puede empezar mejor el día.

Vamos seis personas en la furgo, los que he comentado al principio. Antes de partir hemos tenido que cargar 18 bicis en el remolque de la furgoneta lo que nos ha llevado casi dos horas. Entre pitos y flautas, M40, atascos y demás, no salimos de Madrid ciudad hasta las dos.

Paramos a comer algo en una gasolinera, cada uno de nosotros llevamos nuestras propias provisiones, pero todos vamos bebiendo guarradas isotónicas, unos de color azul, otros naranja, amarillo, todo con un objetivo, que el color del pis sea transparente a lo largo de todo el fin de semana.

El viaje se nos hace largo, tenemos ganas de llegar y de comer algo serio, yo ya estoy harto de bocadillos, patatas fritas y de beber aquarius.

Una vez en el hotel: cena. Sólo respiro entre plato y plato. Damos un paseo hasta la feria del corredor por el paseo marítimo y volvemos al hotel a dormir.

Al día siguiente, sábado, casi todos se van a nadar a las ocho de la mañana. Yo, como no tengo todavía neopreno, duermo un poco más. A eso de las nueve y pico me encuentro con todos ellos en el comedor del hotel. Desayuno fuerte. El día va a ser duro: hay que ir a buscar los dorsales, las bolsas de transición, el briefing, alquilar el neopreno en la feria, dejar la bici y las bolsas en boxes, encontrar un hueco para comer. O sea, un puñetero ir venir entre el hotel y los diverso lugares donde se agrupa el circo del triatlón.

Al final nos dan las 8 de la tarde y estoy agotado, y eso que ni he nadado ni he montado en la bici más que para llevarla a boxes.


Ahora solo queda cenar y dormir. A las 5:10 hay que despertarse.

Antes de que suene el despertador ya me he despertado varias veces durante la noche, debido a la clase del turista medio que acude a veranear a Calella y todo el litoral mediterráneo, en primer lugar un grupo extranjero de a saber qué nacionalidad escandinava, en segundo unos hooligans ingleses y en último lugar unas Chonis y Yolis que se estaban peleando entre ellas a grito pelado. La creme de la creme.
Me atrevo a decir que este fin de semana, el nivel del turista medio, habrá subido varios enteros gracias a los 2100 inscritos, sin olvidarnos de sus acompañantes. Lástima que seguramente esto a los responsables del turismo en el litoral catalán les haya importado un par de narices hasta hace bien poco y en muchos casos les sigue sin importar un carajo. Ya veremos si esto se vuelve a repetir. En manos de los políticos está. De momento se va a celebrar el Challenge completo en octubre, que no es poco. Pero ya me imagino que haber cortado la N-II ayer durante medio día habrá tocado las pelotas a más de algún imbécil que acabará escribiendo una carta al director de la Vanguardia quejándose por haber pasado el domingo en un atasco del copón (y encima dirá que creerá que habla por todos si dice que...).

Pero que mis palabras no lleven a confusión, la organización ha sido fantástica, vuelvo a repetir: haber cortado la N-II totalmente entre Calella y Masnou, pasando por Mataró y dejándola a entera disposición de los participantes me ha parecido espectacular, un lujo.

Después de este paréntesis, continúo con la crónica de la prueba. Desayunamos fuerte de cinco y cuarto a seis menos cuarto, ya tenemos todo preparado así que marchamos por el paseo marítimo a eso de las seis y pico. Ya hace rato que ha amanecido. Sopla de levante una brisa que no quita el hipo pero que conforme avance la mañana seguro que aumenta la fuerza.


Una vez en los boxes, comprobamos que todo esté en su sitio y en perfecto orden, a la bici hay que ponerle los bidones de agua y barritas energéticas, miro por última vez que mis bolsas de transición estén en su lugar. Todo correcto. A enfundarse el neopreno. Eso te lleva un buen rato, empiezas por un pié estirando fuerte hacia arriba y luego el otro. Una vez han entrado todo es coser y cantar. Meto la ropa de calle en la bolsa azul para que me la lleven a la meta y luego voy rápido a la playa para meterme en el agua. Para empezar no noto nada el frío del agua. Buen material este neopreno que me han alquilado. Floto más de lo normal con lo que va a ser menos costoso nadar. Hay bastante mar de fondo, olas muy grandes en sentido oblicuo a la costa, al menos no rompen.

Antes de volver a salir hago la operación de vacío que me han recomendado para que no me entre mucha agua dentro del neopreno durante la prueba. Dejo entrar agua en por el cuello y noto como se me empieza a hinchar el mono. Nado un rato y el agua sigue entrando, con lo que me lastro. Acto seguido salgo del agua y noto como todo el agua que ha entrado sale piernas abajo. El vacío está hecho. Ahora hay que ir hacia los cajones de salida, el mío es el verde. Salimos después de los polis, bomberos, (con gorro naranja) pros y atletas (con gorro rojo) con mejores marcas. Yo llevo gorro verde. Además hay gorros azules y morados.

Después de casi un cuarto de hora esperando en la playa bajo el sol que empieza a calentar seriamente, empieza la prueba. La suerte está echada. Un escalofrío recorre mi cuerpo. Buf!! la segunda boya parece que está en el horizonte, no vamos a llegar nunca… ¿Tanto miden 800 metros? Así impone más que visto desde una piscina de 25 metros.

1ª parte – Nado. 1900 metros (36:57)



Los primeros en partir son los gorros rojos y naranjas. Muchos se meten en el agua a toda pastilla, parece que les persiga un tiburón, otros se meten con más cuidado. Sin prisas, queda mucho rato por delante.
Llega el momento de nuestra salida. Para ese momento, los rojos y naranjas ya han doblado la primera boya.

Adelante, ¡¡al agua!! En los primeros metros se trata de nadar manteniendo tu espacio vital, que no te pasen por encima, que no te comas un pié. Empiezo a nadar fuerte, como los que tengo a mi lado hay más espacio del que esperaba, al cabo de un rato empiezan a agolparse los nadadores cada vez más y más,¿qué pasa? levanto la vista y veo que tenemos la primera boya en nuestras narices, hay que girar a la izquierda. 250 metros menos, ahora vienen los 800. Ni tan siquiera veo la boya a la que hay que ir, pero seguiré a los demás. Poco a poco noto que me voy hacia la derecha, intento corregir, pero siempre estoy separado del grupo. Ahora estoy nadando hacia levante, debido a que sólo se sacar la cabeza hacia la derecha, sólo veo horizonte. No logro tener ninguna referencia visual que me haga ver si adelanto no, no me queda más remedio que nadar a braza y mirar hacia delante y controlar al grupo.



Las olas son pronunciadas pero se pueden superar bastante bien, lo peor es el meneo que te dan, el sube y baja me produce un poco de mareo, más pronto de lo esperado veo la segunda boya, también veo como solo una persona y yo pasamos la boya por la derecha, mientras la mayoría pasan por la izquierda y se van directos a la tercera boya, tramposines. A estas alturas veo a gente con gorros de todos los colores, excepto el morado. La tercera boya está cerca, meto la cabeza y recupero la horizontalidad le doy fuerte a los pies, al poco veo los pies de otras personas, he logrado establecer contacto con los que se han saltado la segunda boya. Ahora giramos hacia poniente y por fin veo la costa, estaremos a unos cien metros de la playa o un poco más. Sólo queda una boya, que no veo por ningún lado. A pesar de tener la referencia visual de la costa, sigo sin tener la sensación de avanzar. Me acuerdo de cuando estudié el titulín y náutica de la demora, las referencias visuales desde una embarcación con la costa no sirven para orientarse a no ser que las midas con un instrumento, es decir, siempre te da la sensación de que estás en frente del mismo punto de referencia, además se me han empañado las gafas, siempre igual. Paro y me las quito unas cuantas veces durante el recorrido para aclararlas pero no hay manera. Última boya, a la derecha y ya veo la gente saliendo del agua, que ganas tengo ya de llegar, se me ha hecho más corto de lo que pensaba. Aprovecho las olas. Al poco rato ya empiezo a ver el fondo, piedras y cantos, unas brazadas más y tocaré fondo con las manos. Una ola más me lleva a la mismísima orilla. Me levanto, los primeros pasos los hago como un borracho, me cuesta mantener la verticalidad.

1ª transición (5:09)

Corro en dirección a los boxes mientras me quito el neopreno. Primero la cremallera, tira hacia arriba de la cinta en la espalda, luego el brazo izquierdo hasta la muñeca y lo mismo con el derecho, tironcito del derecho y después del izquierdo y el neopreno baja solo hasta la cintura, debajo ya llevo puesto el mono de triatlón. Voy a por la bolsa de la bici, la verde. Me meto en la carpa de transición y me saco el neopreno de las piernas, hay que doblarlo y meterlo en la bolsa verde, junto con las gafas de nadar y el gorro. Ahora me pongo el casco, los calcetines, las zapatillas con calas y las gafas de bici. Corro hacia la bici.

2ª parte – Bici. 90 kilómetros (2:26:20)



Nadie se ha llevado mi bici por equivocación, cosa que me hubiese extrañado. Ahí está esperándome, hay que ir a pié con la bici hasta la salida. Las primeras pedaladas cuestan, tengo las piernas frías y me pasan algunos corredores. Los primeros tres kilómetros transcurren por Calella, calles estrechas, a toda velocidad. Veo los primeros tortazos. Hasta que no salimos de Calella rumbo sur por la N-II voy con el plato pequeño de 39 dientes y mucha cadencia, aún y así noto que todavía no se me han calentado las piernas. Una vez en la N-II afrontamos el primer repecho. Levanto el culo y bajo piñones. El primer repecho es corto. Una vez arriba, se ve la bajada que acaba en San Pol de Mar. Meto plato grande para no quitarlo hasta que vuelva a Calella, 52 dientes a mover, se acabó la tontería, esta es mi prueba. El perfil no es llano, entre pueblo y pueblo hay pequeños repechos que exigen subir algún que otro piñón y levantar el culo, San Pol, Canet, Arenys hasta Caldetas, a partir de allí es llano, pasando por Can Sanç y Mataró. Después de Mataró, giramos hacia la derecha y subimos por una carretera hacia Argentona y Dosrius, es el único tramo que realmente tira hacia arriba, aún y así, no bajo de plato. Mi estrategia consiste en no parar a repostar líquidos. Llevo dos litros de bebida isotónica, un pastillote de sales minerales y barritas energéticas en la bolsa que llevo atada entre la pipa de la bici y el cuadro. Al principio, debido a la sed con la que he salido del agua y del sabor a salitre que se me ha quedado, bebo mucho. Poco a poco, iré perdiendo el sabor salado y se me irá quedando un gusto dulzón.



A partir de la Bajada de Dosrius hasta Mataró todo cambia, bajamos en grupo. Ya advirtieron que, a pesar de la prohibición tacita de formar grupos, se permitiría en contadas ocasiones tales como la bajada o estrechamientos en la calzada.
Aumentamos el ritmo, llegamos a la N-II otra vez y seguimos hacía Vilasar de Mar, Premià de Mar y Masnou, todo ese tramo con viento a favor y llano completamente lo hacemos en grupo. Está prohibido, pero no queda más remedio, el grupo te absorbe y a no ser que frenes y dejes pasar al pelotón es imposible adelantarlo. Solo cuando ya tienes al siguiente grupo muy a la vista puedes saltar y anticiparte a la caza del grupo que va a ser absorbido, así es más fácil esquivarlos.
Una vez en Masnou, damos la vuelta y volvemos hacía Calella, sólo quedan 32 kilómetros. La vuelta es trepidante, a veces vamos a casi 50 Km/h, me preocupo más de no sufrir ningún accidente que de cualquier otra cosa. El pelotón siempre lleva problemas de convivencia. Es la prueba en la que puedes jugar más en equipo, pero también en la que más probabilidad de accidente tienes. Pasamos las rotondas de Mataró a toda velocidad, gritos y susurros los de atrás se quejan por todo y los de adelante les piden que pasen a tirar. Yo llamo al orden a un francesito que se me estaba subiendo a la chepa, “¡¡callate la bocaza ya macho!!” Y un par de improperios más. No se si me entiende pero no vuelve a dirigirme la palabra en lo que queda de bici.
Sin darnos cuenta llegamos a San Pol, algunos se relajan, ya están pensando en la transición, otros bajan plato y empiezan a soltar piernas, otros aprovechamos para seguir tirando y tratar de entrar en el pueblo en mejor posición sin tanta aglomeración. Pasado San Pol hay una caída multitudinaria en la parte derecha del grupo, entre seis y diez personas al suelo, vaya gracia. A mi derecha hay un tipo que está a punto de caerse y se apoya en mí. Por suerte se recupera y no nos caemos. Bueno, fuera de aquí no quiero caerme a dos kilómetros del final de la prueba por culpa de un toli.
A todo esto me he bebido dos litros de isostar que me han dejado la boca como un pastizal. Tengo sed de agua y hasta el kilómetro 2 no hay avituallamiento.
Entramos en Calella a tope, en fila india, avanzamos en paralelo a la vía del tren y llegamos a la zona de transición. Me bajo en marcha.

2ª transición. (3:24)


Corriendo me dirijo al parking de bicis. La dejo en su lugar tras un pequeño despiste, en vez de entrar por mi pasillo entro por el anterior. Mi compañero de box no ha llegado todavía ni muchos de los demás que hay a mi alrededor, así que la cuelgo por su lado.
Corro hacia la zona de bolsas. Cojo la bolsa naranja, me quito el casco, las zapas de bici y me pongo las zapatillas de correr. Me doy cuenta de que me he olvidado poner la gorra.

3ª parte – Correr. 21,095 kilómetros, ½ª maratón. (1:51:32)



Cierro la bolsa naranja con las zapatillas de bici y el casco. Salgo de la carpa. Me estoy meando. Veo los retretes químicos de la organización que están en la salida de la carpa. Levanto las vallas que separan el circuito de los espectadores ante el estupor de una señora que no entiende nada hasta que no ve qué es lo que voy a hacer, “ahhhh noi!!!!” oigo. Ahora se lo explica todo la señora. Así mucho mejor. Tendría que haberlo hecho al entrar en el agua, pero con la emoción, se me ha olvidado.
Me pongo a correr hacia poniente, lo primero que noto es el calor que hace y el sol en el cogote, con lo fresquito que se estaba en la bici. Con calma, poco a poco que hay que acabar. Me pasan un montón de corredores, da igual. Tengo que encontrar mi ritmo y sobre todo quitarme este gusto a isostar. Necesito agua. Al poco veo el primer avituallamiento, estoy salvado. Paro y bebo agua, no me cuesta reiniciar, es más creo que empiezo a coger mejor ritmo. Giramos hacia levante, toma sol. Desde ese kilómetro hasta el 5 voy bien. Es a partir de entonces que empiezo a notar una pequeña rozadura en la planta del pie izquierdo. Llevo casi un mes sin correr y he perdido los callos de los pies. La rozadura me molesta pero podré acabar. Me sigue pasando gente pero cada vez menos. En todos los avituallamientos me paro a beber agua. A pesar que esta es la prueba que peor se me está dando (al final en el agua he ido más rápido de lo que pensaba) ya empiezo a ver la luz al final del túnel. Empiezo a ver a muchos que van andando, han pinchado. Por favor que no me pase a mí.


Llego a Calella, dos kilómetros a meta. No se por qué me emociono. Yo creo que nunca me había pasado. Es una sensación placentera pero a la vez traicionera, puesto que provoca asfixia, trato de controlarme. Canalizo la emoción hacia la euforia, almenos esta sensación tira del carro y gusta más a la gente. Empiezo a aplaudir a la gente que anima en la calle y ellos devuelven el aplauso con intereses aumentados. A tope, ya solo queda la subidita del final que lleva al estadio. Un auténtico Mortirolo repleto de gente a rebosar, con los aplausos y gritos que voy dando me gano al público. Entre ellos varios participantes de la Titans que me reconocen. Me alegra verlos allí. Entro en el estadio. Los dos cientos últimos metros los hago con alas y gritando como un energúmeno. Hacía tiempo que no me lo pasaba tan bien en el final de una carrera.

3 comentarios:

Raoul dijo...

Que bonito la carrera! Ya estas hecho un professional? Hombre, que alegria y suspension me ha dado leer la historia tan a tacto de lo que habia pasado realmente. No queda mucho por decir - Que todas las carreras sean asi!...bueno, hay que entrenarse fuerte............me voy a nadar.

javi duque dijo...

qué bueno tio.
esa sensación de la que hablas, me pasaba a mi cuando iba a correr con papá a la carretera de les aigües. justo antes de finalizar... una mezcla de miedo y energía, asfixia y potencia. era extraño pero igual que tu, lo canalizaba para meterle más caña.
enhorabuena again, muy buen trabajo en la bici y en el agua, y el tiempo de la media tb es un pasote tío, sobre todo teniendo en cuenta lo q habias hecho antes y q llevabas no se cuánto sin correr.
tienes q solucionar eso de sacar la cabeza hacia ambos lados cuando nadas, en realidad es una tonteria.
big up homeboy!

kundry dijo...

Como siempre, extraordinaria tu crónica y ¡bravo, bravo! por la prueba. Tus compas de los Alpes, estamos todos acojonados. Hemos pensado que los demás llevaremos las bicis en la furgoneta y que tú lleves la furgoneta en la bici para que te puedas machacar un poco y nos des algún respiro.
Ayer dimos la vuelta a la Demanda y hoy también hemos hecho un buen recorrido y a buen ritmo, subida a la Fonfría y a Larrizabala.
No te quemes