Otro fin de semana más que ha pasado, que dejamos a nuestras espaldas y que me dispongo a describir antes que el tiempo se lo lleve cual grano de arena en la playa.
El sábado salí tarde de trabajar y llegué a las cinco a una Barcelona ya desierta. La zona azul de mi barrio estaba completamente vacía y además varias vallas impedían aparcar tanto en vía Augusta como en la calle de Marques de Salvatierra. ¿Obras de verano? ¿Posible rodaje de una escena de la película del Mr. Allen? A saber.
Después de las lavadoras habituales de los sábados y de llevar al sastre un par de pantalones para que me recogiese los bajos y que me devolviese una flamante chaqueta azul celeste de Carolina Herrera (obsequio de mi madre), quedo con Simon, John y Gemma para cenar en un restaurante del Born especializado en fondues. Nos metemos entre pecho y espalda la aberrante cantidad de cuatro fondues, una de carnes, dos de quesos y una de chocolate. Salimos rodando. Simon me comenta que el domingo por la mañana tienen previsto salir a navegar con los dueños del Spica, Marion y Allan (irlandeses) y que si quiero puedo ir con ellos. Me falta el tiempo para aceptar.
A las nueve de la mañana y después de haberme tomado un Alka-Seltzer para asentar las fodues ya estoy esperando en la puerta del pantalán G de la Marina Port Vell. Entre la llegada de los invitados, la preparación de la zodiac, rellenar el depósito de la moto de agua y calentar motores del Spica casi pasa un par de horas, el Spica debe de tener unos 30 metros de eslora y tres pisos de alto, con lo que los motores tienen que estar un rato en movimiento para poder arrastrar semejante mole.
A las once de la mañana largamos amarras y salimos del puerto de Barcelona por la bocana norte rumbo a Masnou. Playa de San Sebastià, desde donde se ven las obras del futuro Hotel de la Vela, la Barceloneta, Port Olímpic, Nova Icaria, Bogatell, Mar Bella, Nova Mar Vella, Port Forum, Besós, Badalona, Mongat y Masnou. Hace un día espléndido y no se me ocurre ningún otro lugar ni ninguna otra forma de pasar mejor el domingo. Simon no parará de decir durante buena parte del día: "That should be life". Cuando anclamos en Masnou, hacemos el animal con la zodiac y la moto de agua durante un buen rato a lo Miami Vice. Es la primera vez que llevo una moto de agua y me parece que no va a ser la última, es muy excitante, aunque hay que reconocer que es muy peligroso. La sensación de volar a toda velocidad por encima del agua es increíble. Sin embargo cansa mucho los brazos (hoy tengo la espalda que no me puedo ni atar los cordones de los zapatos) y si no llevas gafas tus ojos acaban escociendo por la gran cantidad de agua que te tragas.
Después de experimentar largo rato con la moto, se decide por unanimidad que cocine una tortilla de patata. La cocina del Spica seguramente sea la envidia de muchas parejas y habitantes de los antiguos pisos de Barcelona. Sin problema, cocinar mientras ves pasar una regata de catamaranes desde la ventana es bastante surrelista. Mientras pelo las patatas en la cocina del Spica, Marion se hace una inevitable taza de te y me dice que "Would you like a cup of tea? we, the Irish, drink gallons of tea", a lo que respondo "I apreciate but, at this time, I prefer a glass of cold beer". Así que me trabajo una tortilla de las buenas. No sobra nada y todos me felicitan. Me alegro que les haya gustado, ¡¡que menos!!
Una vez finalizada la comida cada uno hace lo que quiere, unos duermen la siesta otros charlan y Simón y menda nos lanzamos al agua para hacer el locuras con un flotador gigante atado a la moto de agua. eso resulta más divertido todavía pero es bastante difícil de manejar por lo que desistimos.
Es hora de volver. Que rápido pasa el tiempo cuando te lo pasas bien. Ya son casi las seis de la tarde llegamos a puerto y amarramos de popa. Al otro lado del pantalán una pareja de jubilados acaba de llegar con un flamante velero de 25 metros y un mástil con bandera australiana, en la popa se lee: Jackson Port, Sidney. A ver si yo me jubilo de la misma manera.
Mientras tanto me despido de todos y les doy las gracias por tan amable invitación. Llego a casa y tengo una llamada de Karlos. Me ducho y voy a su casa. Begoña, novia de Karlos y hermana de Itzi, ha llegado de pasar unos días en Ávila y ha traído unos hermosos ejemplares de chuletón con denominación de origen de la zona. Karlos los cocina con romero y menta para darles un toque a campo. Sólo dejamos los huesos.
Gran día, gracias a todos. Nos vemos en la próxima.
A mis espaldas un gran día. En frente una nueva semana.
2 comentarios:
hey joe
q tal?? q puntazo el paseo en yate y en moto acuatica... ya te digo!!
veo q te lo montas way, si señor!! lastoma no poder hacer una bbq en el Spica!! q por cierto vaya nombre, no?? suena un poco al barco del malo de alguna de las primeras pelis de james... jeje
weno, un abrazou!!
bueno tío, hubo una tortilla de patatas que tampoco está mal ¿no?
Un Abrazo!!
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