lunes, 17 de septiembre de 2007

¿Quién me iba a decir que un día como hoy podría acabar tan bien?



A petición y con permiso de mi primo Charles, esta vez comenzaré este relato de la siguiente manera:
¿Quién me iba a decir que un día como el de hoy podría acabar tan bien?
La noche anterior había aguantado hasta bastante tarde con algunos de los ex compañeros del Master. Muchos de ellos fallaron, pero esto no impidió a los que nos reunimos aguantar hasta bastante entrada la noche. A mí y a los últimos que aguantamos nos dieron las cinco y pico. Las noches de juerga me impiden dormir con tranquilidad, supongo que la mezcla de cerveza, vino, agua, café y copas no es muy buena idea si se quiere tener una buena digestión y despertar con las neuronas en su sitio.
A las cinco horas de acostarme decidí levantarme para no perder más tiempo entre bostezo y bostezo, ducharme, vestir y salir a la calle.
Un día bochornoso en la Ciudad Condal, no especialmente caluroso pero descaradamente pegajoso. Dado que mis primos no contestan a las llamadas que hago a sus móviles decido darme un paseo con Bicing hasta plaza Catalunya y entrar sin objetivos claros a tiendas de discos. Se me ocurre una idea, entrar a discos Castelló y hacerme pasar por friqui de la ópera. Pregunto a uno de los dependientes por grabaciones de óperas de Pietro Mascagni que no sea Caballería Rusticana y me muestra un par en las cuales no estoy interesado, así que le pido por Gugliemo Ratcliff o Silvano. El tío me pone cara de “¡no me fotis la mañana macho!”, me dice que no le suena ni que tenga en existencias grabaciones de estas óperas ni que existan ni tan siquiera; “Compruébelo por favor”, vuelve a poner cara de no me fotis y se dirige al mostrador arrastrando los zapatos perezosamente. Efectivamente en su catálogo de grabaciones de óperas no existe ninguna de Silvano que pueda conseguir, sin embargo puede encargar alguna de Gugliemo Ratcliff.
En ese momento me llama mi primo Charles diciendo que se acaban de despertar él y George. Dice que están bastante perjudicados de la boda de la noche anterior y que todavía se tienen que levantar, desayunar, lavarse y ponerse las pilas. Que a mis primos les quede por hacer todas estas cosas quiere decir que puedo seguir mirando discos, gafas de sol, bicicletas (y todo lo que rodea al mundo de la bici) y otras cosas además de ir a esperarles al vestíbulo del hotel.
Aparece Charlie y lo que queda de Jorge. Jorge tiene que embarcar en un avión de Vueling que sale en menos de una hora, pero antes de dirigirse al Prat tiene que sacar dinero en un cajero y tomar un taxi. ¡¡Si no pierde el vuelo será por el poco pelo que le queda al mamón!!
Nos quedamos Charlie y yo solos ante el peligro. Después de una obligada parada técnica en una óptica en la que mi primo se prueba unas cuantas gafes de sol (por supuesto ninguna acaba de convencerle) cogemos un taxi en el que obligamos al peseto a que haga uso del aire acondicionado y nos dirija al Port Olímpic. Una vez allí nos apeamos y seguimos a pié por el paseo marítimo de la Nova Icaria hasta el Bogatell. Nos sentamos en uno de los chiringuitos que se encuentran en la playa (anteriormente descrito en “Renos en la Barceloneta” y desde el cual está tomada la foto que encabeza este relato) y tomamos cervezas y ensaladas a ritmo de Bob Marley y posteriormente de DJ nisupu. Parece que el día empieza a coger color.
A mi primo se le ocurre la idea de darnos un baño en la piscina del hotel. Yo, esta vez no he traído el bañador a Barcelona y me compro uno con abre botellas incorporado (reconozco que es una exageración dicho complemento y que seguramente el bañador esté dirigido a un público que se lo monta todavía mejor que yo).
Otro taxi, otro peseto a quién obligar a hacer uso del aire acondicionado y rumbo a la Illa Diagonal.
Una vez en el hotel, nos ponemos el bañador y nos damos un baño en la piscina.
La piscina está situada en la azotea del edificio y es de estas que salen en las revistas de arquitectura moderna en la que el agua está rodeada de láminas de madera y se tiene vistas a la ciudad. Como una imagen vale más que mil palabras, aquí os dejo una foto para que os hagáis una idea de la piscina y mi bañador.




Después de un rato de descanso, descubrimos que en el piso de abajo había un Spa. Así que recorrimos varias veces el circuito de hidroterapia: masajes en los gemelos, rodillas, muslos, espalda, hombros, burbujas, baño de agua helada, sauna…

Una vez acabado el circuito, vimos en la habitación del hotel la semifinal de España contra Grecia del Eurobasket, buen partido y merecida victoria de los españoles.
Nada más acabar el partido nos dirigimos a la parte alta de Barcelona para saborear las siempre sabrosas hamburguesas del O.K. de Sarriá. Ya había intentado una vez enseñarle este lugar pero dio la casualidad que estaba cerrado. La visita al O.K. no defrauda, pero Charlie se ha dejado un hueco en el estomago para una Cervela en el Frankfurt Pedralbes. Bajamos por Major de Sarrià hasta Plaza Artós, calle Santa Amèlia para tomar Capitán Arenas, passeig de Manel Girona y calle de Jordi Girona. La calle de Jordi Girona se ha vuelto un cluster de Frankfurts y restaurantes. Sorprende la gente que hay en las dos aceras de la calle comiendo bocadillos y bebiendo cerveza. Los jardines de la Universitat Politècnica de Catalunya se convierten en improvisados campings de orgías salchichísticas.
Después de acabar los bocadillos nos vamos andando hasta el hotel de Charlie. Nos despedimos y yo vuelvo a casa para dormir plácidamente, el Spa me ha dejado destrozado. Sin lugar a dudas la vida del turista gastronómico es bastante dura.
Al día siguiente, decido que ya tengo los deberes hechos y me voy pronto a Figueres. Pierdo el tren Express y para amenizar las dos horas de tren me compro Rockdeluxe y El País.


3 comentarios:

Anónimo dijo...

Parece facil pasarselo tan bién pero yo creo que hay que echarle un par de narices y saber aprovechar el tiempo para disfrutar de la vida com lo haces tú Pablo, me lo paso en grande con tus andanzas ... besos

LUC dijo...

my friend, es un placer viajar contigo en tus historias - realmente el mundo es feliz, y hay vidas que valen la pena vivirlas. Que no paras tío por favor; parece ese día ha sido un 10. Es curioso, pero la impresion mental no hubiera sido la misma sin la noche anterior...supongo yo por lo menos...pero lo mismo me ha pasado varias veces: despues de salir muy buena parte de la noche anterior, si luego te levantas pronto a veces tomas la vida con un tranquilidad que parece contamina a todo que te rodea. ...aqui acabo mi philosofia y mal espanol...un abrazo.

pjdfp dijo...

Hey filosofos!! Me alegra que os lo paséis bien leyendo mis aventurillas. Os espero poder seguir acompañando durante mucho tiempo. La verdad que sentarme a escribir y reflexionar sobre lo que se he reailzado en un día ayuda a valorar cada una de las pequeñas cosas que haces.
Un abrazo a los dos!!