lunes, 24 de septiembre de 2007

Ruta 8 del Centro BTT Salines Bassegoda

El sábado comenzó con un poco de de dolor de cabeza y tos de finales del resfriado que he sufrido durante toda la semana.
Aún y así, después de un buen desayuno el cuerpo empieza a pedirme marcha y me empiezo a preparar para salir con la bici.
Me disfrazo de ciclista y me dirijo en coche hasta Albanyà. Este pueblo esta a unos 15 kilómetros, en el principio del Vall de la Muga y es donde acaba todo tipo de civilización. Una vez se deja a espaldas Albanyà, todo es subida. Nada más empezar la subida me encuentro con fuertes pendientes sin descanso, así hasta durante los cinco primeros kilómetros. A partir de ahí la pista se divide en dos y se puede seguir subiendo o girar hacia la derecha por donde marca la señal para BTT. Después de un corto repecho empieza una bajada bastante prolongada hacia la otra vertiente del valle. Cuando acaba la bajada comienza una zona de rompepiernas muy divertido que obliga a coger ritmo, incluso levanto el culo del sillín alguna vez. El paisaje es precioso, muy húmedo y bastante frondoso. Hay tramos en que la pista parece una pista de tenis de tierra batida y la rueda se queda rebozada de este polvo. Varias veces hay que cruzar charcos de riachuelos que bajan con agua desde lo alto del monte.
Al cabo de 10 kilómetros se corona una colina en la que hay una casa abandonada, al cabo de poco rato veo llegar a un grupo de ciclistas, les pregunto si voy bien para volver a Albanyà, ellos están haciendo el mismo recorrido que yo pero en sentido contrario. Los más fuertes me dicen que no me queda mucho, los que están más jodidos dicen que me espera una buena todavía. Me invitan a comer con ellos unos macarrones (vienen con coche todo terreno que les hace de escoba, así da gusto. Les doy las gracias y les digo que tengo un poco de prisa y sigo mi ruta.
Después de este descanso sigo bajando durante un buen rato, hay muchas piedras que saltan y golpean violentamente el cuadro, es un milagro que no haya pinchado.
Sigo las indicaciones de l’Hostal de la Muga, pero no encuentro nada que se parezca a un hostal donde haya un posadero que se encargue de servirme una refrescante cerveza de medio litro acompañada de un buen chuletón de vaca autóctona con patatas fritas y unos buenos melocotones ce postre.

¿Dónde esta el hostal de las narices?


Llega un momento en el que hay que subir, subir y subir hasta llegar a la cota 1050 mts. Llegar allí supone invertir más de hora y media. La ascensión se realiza por una típica pista estrecha, muy cubierta por los árboles, que llega a lo más alto de la montaña mediante una serie de “eses” que se suceden sin cesar y siempre con desnivel importante. Cada vez que tuerces por una de las curvas puedes ver lo que te espera hasta la próxima curva y procuro animarme a mi mismo diciéndome: “Va!! Tira!! Que seguro que esa es la última curva”. Pero no es así. Me empiezo a desesperar un poco y además se me está acabando el agua y no quiero beber agua de los riachuelos que te encuentras de vez en cuando, por miedo a una canalera. La subida parece que llega a su fin cuando se llega a un descampado en el que no se puede disfrutar del paisaje debido a la niebla. Me paro y me abrigo pensando que ya he llegado a la cota 1050 prometida. A partir de ese descampado vienen varios tramos llanos combinados con fuertes bajadas. Pero no se tarda mucho en llegar a una nueva serie de subiditas tocapelotas. Al cabo de un par de kilómetros encuentro este indicador y poso con la mejor cara que puedo para inmortalizar el momento del feliz encuentro. Tras repetir la foto cuatro veces, creo que en la que mejor salgo es esta. Las otras fotos creed que dan miedo.



Coll de Bassegoda (1.105 mts.)

Ahora si que ya sólo queda bajada, 12 kilómetros de bajada. Por pista estrecha con múltiples cambios de rasante y un montón de pedruscos que vuelven a atacar violentamente al cuadro y los pedales. A pesar de la horquilla, los brazos me piden un descanso cuando solo he descendido dos kilómetros. Mientras freno oigo “psssssss”. Pinchazo, lo que me faltaba. Cambio la cámara lo más rápido que puedo pero me noto que estoy agotado. Pasa un todo terreno de un cazador. Me ofrece llevarme, pero le digo que ya estoy listo y le doy las gracias.
Monto la rueda otra vez y al cabo de otros dos kilómetros me encuentro un masia en la que hay colgado un cartel que reza “Begudes”, entro y compro una botella de agua. Descanso un poco y contemplo las vistas, desde aquí se puede ver un poco más el valle.


La que te espera chaval!!

Vuelvo a montar en la bici y al cabo de doscientos metros vuelvo a pinchar. No me lo puedo creer. No me queda otra cámara de recambio.
Ahora si que la he cagado. Me quedan unos ocho kilómetros hasta llegar a Albanyà, de bajada eso si.
Pero bajar con las zapatillas con calas para pedal automático es bastante incomodo por que no pisas muy bien y menos en un terreno pedregoso como el de esta pista. Por suerte hay algún tramo de la pista que esté pavimentado con losas de hormigón y entonces me monto en la bici, pero cuando vuelven tramos de tierra tengo que bajar para no cargarme la llanta. Claro que en este hormigón estoy seguro que no le va bien ni a la llanta ni por supuesto a la cubierta, que ya la tendría que haber cambiado hace algunos kilómetros.
Al final llego al coche. Son las cuatro y media de la tarde, desde las once montado en la bici y un total de 53 kilómetros. Vaya contratiempos. Y encima ahora ya he perdido el tren que tiene que llevarme a Barcelona. Tendré que ir en coche. En fin, la etapa a acabado pero el día continúa. Así es la vida.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Pablo, me pones los pelos como escarpias cuando te leo, ¿no irias mejor con un grupo de gente que tú solo?
Por lo demás da gusto leerte vamos a conocer la comarca contigo. Besos