Nada más llegar al campamento me ducho y me limpio la herida, que está en carne viva… ahhhhjjjj!!! que impresión me da ver toda esa sangre y carne al descubierto. Intento no obsesionarme, disfruto de la ducha y me quito de encima un kilo de polvo que se me ha pegado en todo el cuerpo, no deja de sorprenderme el poder ducharme con agua bien fresquita en medio de la nada después de una paliza semejante, que placer!!
Voy al médico, que ya está atendiendo a dos tíos tirados en unos colchones que tienen pinta de haberse pillado una insolación, una diarrea brutal o ambas. Le enseño el estropicio, rápidamente me desinfecta y me venda la herida. ¿Y para el dolor Doctor? Tomate un par de antinflamatorios después de comer y otro antes de ir a la cama. Ok.
Como, me empastillo y duermo un siestón dentro de la haima de la que me despierto con todo el pescuezo sudado.
Quita pereza como sea, todavía tengo que ajustar la bici (los cambios no van muy finos y el polvo se me ha comido casi toda la grasa de la cadena), así que me voy a la zona de mecánicos. “Mírate esto, mírate lo otro, este radio se me ha partido…” los tíos están desbordados de trabajo, trabajan a destajo desde que llega el primer ciclista hasta entrada la noche, cenan en el taller los tenedores y cuchillos se mezclan con las llaves Allen y las llaves inglesas, troncha cadenas, bridas, grasa, desengrasante…
Ceno, pastillita y a sobar, del tirón (primera vez desde que he aterrizado en este continente).
Cinco de la mañana, hace frío, me vuelvo a vestir de romano. El camino hasta los aseos está plagado de malas caras, por el aspecto que presentan los baños las diarreas empieza a aflorar y alguno que otro vomita hasta la primera papilla. Yo, por mi parte me he levantado con el estómago cerradito. No me apetece desayunar a estas horas. Pero no quedan más huevos. Ala, pa dentro!!
Pistoletazo de salida, 116 kilómetros por delante, muchos de los cuales son de navegación, es decir, sólo nos podemos ayudar de nuestra intuición y de nuestro GPS. Al final del primer kilómetro toca bajarse de la bici y empujar como puedas. Hay que subir la única duna que vamos a tener que sortear en el total de etapas.
Efectivamente, a los pocos metros de la salida es imposible pedalear, las ruedas se hunden totalmente en la arena, además el desnivel es muy considerable.
Una vez sorteada la duna, hay que seguir unos cientos de metros más corriendo con la bici a hombros debido al pedregal en el que nos encontramos.
Luego llega el primer tramo ciclable a través de un sendero en el que a penas caben las ruedas. Es un tramo corto pero rápido, hay que estar muy atento no sea que te salgas de la trazada y te vayas contra las piedras, caida asegurada en caso de despiste tonto. Pronto torcemos a la izquierda y llegamos a una pista con bastantes piedras y arena.
La arena se camufla perfectamente con el resto de elementos, como ya me parece haber escrito, solo la adviertes por la profundidad de la huella que han dejado las bicis que han pasado con anterioridad: “Más hacia la derecha se han hundido dos tíos y a la izquierda hay uno que ha pasado sin problemas” luego, hacia la izquierda. Al margen de decidir si se pasa por la derecha o por la izquierda, hay un tema que está claro: hay que ir muy revolucionado, no poner peso en la rueda delantera y mucha velocidad, una vez dentro del banco de arena, según vas perdiendo velocidad hay que subir revoluciones subiendo piñones, el caso es no desaprovechar la inercia.
En estas paso a Nuria Lauco, la primera fémina de la edición anterior, tiene muy mala cara, debería de estar con la cabeza y yo, en circunstancias normales, no debería de haberla pasado, debe de estar chunga.
CP1, giramos a la derecha, rumbo sur. Pista de piedras, no me acostumbro a estos pedregales, intento contactar con un grupo de 15 ciclistas pero no llego. Cuesta, tampoco quiero obsesionarme con rodar en grupo, entre tanto paso a alguno, y otros me pasan a mi, las bicis y sus jinetes empiezan a ser familiares, el tiempo pone a cada cual en su lugar ¿Por qué los del ministerio de fomento marroquí no se piden para reyes una apisonadora? Además, la espalda ya se me empieza a cargar y el brazo derecho se me duerme, llevo la mochila muy cargada con el saco de dormir (hoy dormiremos en haima común, la organización nos lleva nuestra maleta directamente al final de la etapa 2.2, parte de la aventura) En fin… AV1, llegamos al río que nos ha hecho ampliar esta etapa en 26 kilometrazos, efectivamente, corre agua y hay que pasarlo por el único puente de hormigón que debe de haber en 100 kilómetros a la redonda.
En la otra orilla hay un pueblo bastante grande, con sus huertos y palmerales cercados por muros de adobe, anecdota totalente circunstancial: Josef Ajram nos pasa como un rayo con cara de pocos amigos, ha debido de pinchar. Entre huerto y huerto, hay un camino que serpentea y nos lleva hasta la calle principal del pueblo. Sólo los niños y niñas hacen acto de presencia. Todos los pueblos que vamos a ir cruzando me van a recordar a la Ciudad de los Niños Perdidos.
Salimos del pueblo, nos hemos agrupado bastantes personas, entramos en una pista que conduce hacia una gran llanura en la que va a comenzar la parte de navegación, pronto la pista se bifurca y yo opto por la parte de la izquierda mientras el resto toma la derecha, adelanto a todo el grupo que parece que se ha equivocado, este acierto me da alas y cruzo el CP2 a tope. Empieza la navegación.
Mis únicas referencias como las de tantos otros participantes son un waypoint (el WPx) intermedio que la organización se ha dignado a facilitarnos y el AV2, a más de 30 kilómetros. A la izquierda un acantilado de unos cuatrocientos metros de altura que nos observa mayestáticamente por encima de los hombros, en frente, el infinito parece engullir a algunos puntos alargados y coloridos que intuyo que deben de ser ciclistas, muy a lo lejos, probablemente a unos cuantos minutos de mi, aunque parezca una verdadera eternidad la que nos separa, a la derecha, la nada más interminable, detrás, más de nada. Estos treinta y pico kilómetros hasta el AV2 se hacen duros. Desaparece la pista por primera vez desde ayer, y lo más grave, deben de haber 70 que han pasado antes que yo por aquí, pero no hay ni rastro de sus huellas. Sigo el puntero del GPS que poco a poco va restando los kilometros estimados que faltan hasta el WPx y el AV2, poco a poco, poco a poco. La espalda me mata, pero por suerte el brazo ya no se me duerme.
Paso el WPx, todavía 8 kilómetros y medio más hasta el AV2, uf.
A eso de dos kilómetros se empiezan a divisar las banderas del AV2, a lo largo de la carrera los participantes asociaremos banderas con bebida fresca y un pequeño descanso. Cada vez que se está llegando a uno de estos puntos el GPS cambia las unidades de medición de KM a M, los metros bajan mucho más rápido, alegría, alegría, solo queda un poco menos de la mitad.
En medio de la nada no vive nadie, o eso es lo que te imaginas Pablo. Sin embargo allí al fondo hay algo que parece ser una persona, vestida de rosa. Es una niña cubierta con telas rosas y blancas y un mochilón de escuela… ¿de donde viene? ¿a donde va? Se lo podría preguntar pero cualquier respuesta sería improbable. No obstante la sensación de incredulidad debe ser mutua, por que ella me mira con la misma cara con la que debo de estar mirándola a ella. Sigo, mejor dicho, no he parado.
Al poco rato y gracias a haber pasado un arenal de cien metros de longitud a toda pastilla sin tener que bajarme, enlazo con un grupo. Todos tienen las piernas depiladas y van a muy buen ritmo, solo quedan 25 kilómetros. A ver si puedo aguantar este ritmo caribeño. Estan hablando de no parar en el AV3 e ir directamente al CP3… Buf, eso no se si lo voy a aguantar. La providencia debe de haber querido que no siga con semejantes energúmenos y la rueda de delante pincha.
Otra situación surrealista: arreglar un pinchazo en medio de la nada. Le doy la espalda al acantilado, la vuelta a la bici, un buen trago de agua, que parece sopa, y me pongo a cambiar la cámara. Antes de introducir la nueva cámara reviso la cubierta. Encuentro la causante del pinchazo: un pincho de arbusto del tamaño de una garra de felino, la adaptación al medio puede con la industria del caucho.
AV3, pkm 98, ya que voy solo aprovecho para refrescarme. Sólo 18 kilómetros a meta. Más piedra, pero al menos se acabó la zona de navegación, que empiezo a sospechar que me ha hecho perder algunas plazas… Al poco rato me pasan los componentes del Nike ACG, me dicen que me ponga a su rueda. Van a tope pero les aguanto el tirón. Muy buenos ultimos 10 km. Les animo los últimos 800 metros en agradecimiento por haberme llevado a rueda, aunque en MTB dudo que esto sirva de mucho es de agradecer encontrar a un grupo que te anima a seguir su rueda.
EL culo empieza a escocer. Yo pensaba que lo tenía hecho, pero va a ser que todavía tengo muchas cosas que aprender.
Mañana Etapa 2.2.
Voy al médico, que ya está atendiendo a dos tíos tirados en unos colchones que tienen pinta de haberse pillado una insolación, una diarrea brutal o ambas. Le enseño el estropicio, rápidamente me desinfecta y me venda la herida. ¿Y para el dolor Doctor? Tomate un par de antinflamatorios después de comer y otro antes de ir a la cama. Ok.
Como, me empastillo y duermo un siestón dentro de la haima de la que me despierto con todo el pescuezo sudado.
Quita pereza como sea, todavía tengo que ajustar la bici (los cambios no van muy finos y el polvo se me ha comido casi toda la grasa de la cadena), así que me voy a la zona de mecánicos. “Mírate esto, mírate lo otro, este radio se me ha partido…” los tíos están desbordados de trabajo, trabajan a destajo desde que llega el primer ciclista hasta entrada la noche, cenan en el taller los tenedores y cuchillos se mezclan con las llaves Allen y las llaves inglesas, troncha cadenas, bridas, grasa, desengrasante…
Ceno, pastillita y a sobar, del tirón (primera vez desde que he aterrizado en este continente).
Cinco de la mañana, hace frío, me vuelvo a vestir de romano. El camino hasta los aseos está plagado de malas caras, por el aspecto que presentan los baños las diarreas empieza a aflorar y alguno que otro vomita hasta la primera papilla. Yo, por mi parte me he levantado con el estómago cerradito. No me apetece desayunar a estas horas. Pero no quedan más huevos. Ala, pa dentro!!
Pistoletazo de salida, 116 kilómetros por delante, muchos de los cuales son de navegación, es decir, sólo nos podemos ayudar de nuestra intuición y de nuestro GPS. Al final del primer kilómetro toca bajarse de la bici y empujar como puedas. Hay que subir la única duna que vamos a tener que sortear en el total de etapas.
Efectivamente, a los pocos metros de la salida es imposible pedalear, las ruedas se hunden totalmente en la arena, además el desnivel es muy considerable.
Una vez sorteada la duna, hay que seguir unos cientos de metros más corriendo con la bici a hombros debido al pedregal en el que nos encontramos.
Luego llega el primer tramo ciclable a través de un sendero en el que a penas caben las ruedas. Es un tramo corto pero rápido, hay que estar muy atento no sea que te salgas de la trazada y te vayas contra las piedras, caida asegurada en caso de despiste tonto. Pronto torcemos a la izquierda y llegamos a una pista con bastantes piedras y arena.
La arena se camufla perfectamente con el resto de elementos, como ya me parece haber escrito, solo la adviertes por la profundidad de la huella que han dejado las bicis que han pasado con anterioridad: “Más hacia la derecha se han hundido dos tíos y a la izquierda hay uno que ha pasado sin problemas” luego, hacia la izquierda. Al margen de decidir si se pasa por la derecha o por la izquierda, hay un tema que está claro: hay que ir muy revolucionado, no poner peso en la rueda delantera y mucha velocidad, una vez dentro del banco de arena, según vas perdiendo velocidad hay que subir revoluciones subiendo piñones, el caso es no desaprovechar la inercia.
En estas paso a Nuria Lauco, la primera fémina de la edición anterior, tiene muy mala cara, debería de estar con la cabeza y yo, en circunstancias normales, no debería de haberla pasado, debe de estar chunga.
CP1, giramos a la derecha, rumbo sur. Pista de piedras, no me acostumbro a estos pedregales, intento contactar con un grupo de 15 ciclistas pero no llego. Cuesta, tampoco quiero obsesionarme con rodar en grupo, entre tanto paso a alguno, y otros me pasan a mi, las bicis y sus jinetes empiezan a ser familiares, el tiempo pone a cada cual en su lugar ¿Por qué los del ministerio de fomento marroquí no se piden para reyes una apisonadora? Además, la espalda ya se me empieza a cargar y el brazo derecho se me duerme, llevo la mochila muy cargada con el saco de dormir (hoy dormiremos en haima común, la organización nos lleva nuestra maleta directamente al final de la etapa 2.2, parte de la aventura) En fin… AV1, llegamos al río que nos ha hecho ampliar esta etapa en 26 kilometrazos, efectivamente, corre agua y hay que pasarlo por el único puente de hormigón que debe de haber en 100 kilómetros a la redonda.
En la otra orilla hay un pueblo bastante grande, con sus huertos y palmerales cercados por muros de adobe, anecdota totalente circunstancial: Josef Ajram nos pasa como un rayo con cara de pocos amigos, ha debido de pinchar. Entre huerto y huerto, hay un camino que serpentea y nos lleva hasta la calle principal del pueblo. Sólo los niños y niñas hacen acto de presencia. Todos los pueblos que vamos a ir cruzando me van a recordar a la Ciudad de los Niños Perdidos.
Salimos del pueblo, nos hemos agrupado bastantes personas, entramos en una pista que conduce hacia una gran llanura en la que va a comenzar la parte de navegación, pronto la pista se bifurca y yo opto por la parte de la izquierda mientras el resto toma la derecha, adelanto a todo el grupo que parece que se ha equivocado, este acierto me da alas y cruzo el CP2 a tope. Empieza la navegación.
Mis únicas referencias como las de tantos otros participantes son un waypoint (el WPx) intermedio que la organización se ha dignado a facilitarnos y el AV2, a más de 30 kilómetros. A la izquierda un acantilado de unos cuatrocientos metros de altura que nos observa mayestáticamente por encima de los hombros, en frente, el infinito parece engullir a algunos puntos alargados y coloridos que intuyo que deben de ser ciclistas, muy a lo lejos, probablemente a unos cuantos minutos de mi, aunque parezca una verdadera eternidad la que nos separa, a la derecha, la nada más interminable, detrás, más de nada. Estos treinta y pico kilómetros hasta el AV2 se hacen duros. Desaparece la pista por primera vez desde ayer, y lo más grave, deben de haber 70 que han pasado antes que yo por aquí, pero no hay ni rastro de sus huellas. Sigo el puntero del GPS que poco a poco va restando los kilometros estimados que faltan hasta el WPx y el AV2, poco a poco, poco a poco. La espalda me mata, pero por suerte el brazo ya no se me duerme.
Paso el WPx, todavía 8 kilómetros y medio más hasta el AV2, uf.
A eso de dos kilómetros se empiezan a divisar las banderas del AV2, a lo largo de la carrera los participantes asociaremos banderas con bebida fresca y un pequeño descanso. Cada vez que se está llegando a uno de estos puntos el GPS cambia las unidades de medición de KM a M, los metros bajan mucho más rápido, alegría, alegría, solo queda un poco menos de la mitad.
En medio de la nada no vive nadie, o eso es lo que te imaginas Pablo. Sin embargo allí al fondo hay algo que parece ser una persona, vestida de rosa. Es una niña cubierta con telas rosas y blancas y un mochilón de escuela… ¿de donde viene? ¿a donde va? Se lo podría preguntar pero cualquier respuesta sería improbable. No obstante la sensación de incredulidad debe ser mutua, por que ella me mira con la misma cara con la que debo de estar mirándola a ella. Sigo, mejor dicho, no he parado.
Al poco rato y gracias a haber pasado un arenal de cien metros de longitud a toda pastilla sin tener que bajarme, enlazo con un grupo. Todos tienen las piernas depiladas y van a muy buen ritmo, solo quedan 25 kilómetros. A ver si puedo aguantar este ritmo caribeño. Estan hablando de no parar en el AV3 e ir directamente al CP3… Buf, eso no se si lo voy a aguantar. La providencia debe de haber querido que no siga con semejantes energúmenos y la rueda de delante pincha.
Otra situación surrealista: arreglar un pinchazo en medio de la nada. Le doy la espalda al acantilado, la vuelta a la bici, un buen trago de agua, que parece sopa, y me pongo a cambiar la cámara. Antes de introducir la nueva cámara reviso la cubierta. Encuentro la causante del pinchazo: un pincho de arbusto del tamaño de una garra de felino, la adaptación al medio puede con la industria del caucho.
AV3, pkm 98, ya que voy solo aprovecho para refrescarme. Sólo 18 kilómetros a meta. Más piedra, pero al menos se acabó la zona de navegación, que empiezo a sospechar que me ha hecho perder algunas plazas… Al poco rato me pasan los componentes del Nike ACG, me dicen que me ponga a su rueda. Van a tope pero les aguanto el tirón. Muy buenos ultimos 10 km. Les animo los últimos 800 metros en agradecimiento por haberme llevado a rueda, aunque en MTB dudo que esto sirva de mucho es de agradecer encontrar a un grupo que te anima a seguir su rueda.
EL culo empieza a escocer. Yo pensaba que lo tenía hecho, pero va a ser que todavía tengo muchas cosas que aprender.
Mañana Etapa 2.2.
3 comentarios:
Vaya tio campeon!!! Que dia has tenido. Bien hecho! Ahora empieza a desarollarse el infierno, no? Que estoy flipando de los imagenes que veo mientras estoy leyendo tus palabras...joder tio...que casi ha sido demasiado y un poco surreal. Suponiendo que estas escribiendo la historia tu, entonces no te has perdido la cabeza ni la sonrisa tu!
buah tio esto es un canteo.
me estan flipando los relatos, los estoy vivendo ahi contigo.
la ostia.
Sigo tu segundo relato a la velocidad que me marcas en la bici. Respiro un poco cuando paras a beber agua y cuando ves a la niña de rosa, pero vuelvo a perder el aliento cuando sigues al equipo "ese".
Por cierto, parece que lo de la herida de la rodilla que atravesaba la vesícula biliar y el ojo izquierdo no era para tanto...
Publicar un comentario